/ miércoles 7 de octubre de 2015

¿Rectora o rector? / Rosamaría Villarello Reza

En busca de Wallander

A los lectores del recién fallecido Henning Mankell.

Dieciséis son las personas que se inscribieron para dirigir a la Universidad Nacional Autónoma de México durante el periodo 2015-2019, conforme a la lista publicada por la Junta de Gobierno de la UNAM.

Casi no hubo sorpresas, salvo algunos académicos que se decidieron a la última hora, por lo que el número subió más de lo esperado. Desde una perspectiva histórica, quizá sea el proceso en el que más candidatos aspiran, comparado con otros anteriores; al igual que el número de mujeres capaces y preparadas para dirigir la máxima casa de estudios del país; este último como signo de los tiempos actuales en el siglo XXI, de reconocer el trascendente papel que tienen en la vida académica y de liderazgo.

La comunidad universitaria, entendida ésta como la integrada por alumnos, docentes, investigadores, trabajadores, e inclusive exalumnos, han estado muy activos en promover a su o sus propios candidatos. Y tal vez en una época que no es fácil (¿o cuándo lo ha sido en este siglo?) las características de la elección tendrán que ser más cuidadosas, desde el punto de vista no solo académico, sino que tomando en cuenta el papel que juega la UNAM en el ámbito nacional.

Hace poco, algunos rectores latinoamericanos que estuvieron en México comentaban que no había otro país como México, en donde una universidad influyera tanto en la vida hasta cotidiana de sus habitantes. Inclusive comparaban a la Nacional de México con otras de igual o mayor tamaño sin tener precedentes de una influencia tan importante, e inclusive rebasando la esfera local y necesariamente mencionada como un referente internacional de la educación superior pública en México.

Por lo tanto, los retos son mayores para quien vaya a dirigirla en los próximos años, en la medida que los desafíos del país también lo son. Las características intrínsecas de cada uno y una de los y las que tienen realmente posibilidades de alcanzar la posición rectoral deben contemplar el espectro en que se mueven las mismas corrientes que los y las ha hecho ser gente de primer nivel, en el sentido de que la UNAM tiene que estar por encima de grupos políticos que solo polarizarían a la comunidad universitaria.

Aunque también se deberá rebasar el contexto nacional, ahora que la internacionalización de la educación terciaria requiere de ir a la par de los avances que la misma Reforma Educativa está exigiendo.

La UNAM debe participar activamente en poner en marcha un proyecto que sea vinculante con dicha Reforma, pues al apostarle a ella, se estará viendo por las actuales y futuras generaciones, así como a las que dirigirán al país.

Por fortuna, hay entre los dieciséis, quien estará dispuesta o dispuesto a hacer que la historia de la UNAM siga la trayectoria de reforzar la excelencia académica y concertar con los diferentes actores que participan en ella, de dentro y fuera.

En busca de Wallander

A los lectores del recién fallecido Henning Mankell.

Dieciséis son las personas que se inscribieron para dirigir a la Universidad Nacional Autónoma de México durante el periodo 2015-2019, conforme a la lista publicada por la Junta de Gobierno de la UNAM.

Casi no hubo sorpresas, salvo algunos académicos que se decidieron a la última hora, por lo que el número subió más de lo esperado. Desde una perspectiva histórica, quizá sea el proceso en el que más candidatos aspiran, comparado con otros anteriores; al igual que el número de mujeres capaces y preparadas para dirigir la máxima casa de estudios del país; este último como signo de los tiempos actuales en el siglo XXI, de reconocer el trascendente papel que tienen en la vida académica y de liderazgo.

La comunidad universitaria, entendida ésta como la integrada por alumnos, docentes, investigadores, trabajadores, e inclusive exalumnos, han estado muy activos en promover a su o sus propios candidatos. Y tal vez en una época que no es fácil (¿o cuándo lo ha sido en este siglo?) las características de la elección tendrán que ser más cuidadosas, desde el punto de vista no solo académico, sino que tomando en cuenta el papel que juega la UNAM en el ámbito nacional.

Hace poco, algunos rectores latinoamericanos que estuvieron en México comentaban que no había otro país como México, en donde una universidad influyera tanto en la vida hasta cotidiana de sus habitantes. Inclusive comparaban a la Nacional de México con otras de igual o mayor tamaño sin tener precedentes de una influencia tan importante, e inclusive rebasando la esfera local y necesariamente mencionada como un referente internacional de la educación superior pública en México.

Por lo tanto, los retos son mayores para quien vaya a dirigirla en los próximos años, en la medida que los desafíos del país también lo son. Las características intrínsecas de cada uno y una de los y las que tienen realmente posibilidades de alcanzar la posición rectoral deben contemplar el espectro en que se mueven las mismas corrientes que los y las ha hecho ser gente de primer nivel, en el sentido de que la UNAM tiene que estar por encima de grupos políticos que solo polarizarían a la comunidad universitaria.

Aunque también se deberá rebasar el contexto nacional, ahora que la internacionalización de la educación terciaria requiere de ir a la par de los avances que la misma Reforma Educativa está exigiendo.

La UNAM debe participar activamente en poner en marcha un proyecto que sea vinculante con dicha Reforma, pues al apostarle a ella, se estará viendo por las actuales y futuras generaciones, así como a las que dirigirán al país.

Por fortuna, hay entre los dieciséis, quien estará dispuesta o dispuesto a hacer que la historia de la UNAM siga la trayectoria de reforzar la excelencia académica y concertar con los diferentes actores que participan en ella, de dentro y fuera.