/ sábado 9 de enero de 2016

“El Chapo” y otras calamidades / Federico A. Ling Sanz Cerrada

El día de ayer (viernes) se dio la noticia de la recaptura de Joaquín “El Chapo” Guzmán. El presidente Enrique Peña Nieto anunció en su cuenta de Twitter que daba por cumplida la misión, y que el capo volvía a estar en poder del Estado (así, Estado con mayúscula, porque sigo creyendo que el Estado siempre es nombre propio y porque – idealmente – el Estado es lo que se supone que nos separa de la irracionalidad salvaje, diría Hobbes). A tres días del duro editorial del periódico estadunidense “New York Times”, el Gobierno del país logra lo que parecía imposible. El “twitt” presidencial lo denota: triunfalismo. Y concuerdo, la aprehensión de Guzmán Loera es, sin duda, una meta que debió cumplirse hace mucho. Todo se preguntarán ahora qué sigue: ¿lo van a extraditar a Estados Unidos de inmediato? ¿lo volverán a meter a la cárcel en el penal del Altiplano? Lo que sí me queda claro es que el Gobierno tiene que mostrar al capo (hago la aclaración que al escribir este artículo, todavía no tenemos más información al respecto). Sea lo que sea que decida el Gobierno, tendrá que actuar de inmediato.

Pero pensando en todo lo que nos critican desde afuera, y sin menospreciar la captura de Guzmán Loera por tercera ocasión, me queda claro que a México le urgen remedios de largo plazo y no de corte triunfalista. Y no necesariamente son remedios que dependan del Gobierno en su mayoría. ¿De qué hablo? La semana pasada escribí las metas que me gustaría ver cumplidas para este año 2016: una de ellas es la de rendir cuentas y mostrar responsabilidad (es decir, que uno da respuesta a sus actos). Luego entonces me queda claro que todos tenemos una misión. Por ejemplo la visita del papa Francisco en meses venideros también es un escaparate para muchas cosas; entre otras, me gustaría que fuera menos estridente y más de fondo. Me refiero a que la gira del Pontífice debería tener más tintes parecidos al discurso que pronunció en el Capitolio en Washington, y quizá menos a las entrevistas donde habla de la situación de México. Lo que nuestra nación requiere son soluciones menos aparatosas y más de construir bases para los años que siguen.

Quisiera que todos los ciudadanos mexicanos nos demos cuenta que el país requiere una labor cotidiana, mucho más sostenida y dedicada, y menos de escudarnos en el brillo momentáneo de las cosas. Por ejemplo, después de la captura del Chapo Guzmán, ¿la violencia en México va a disminuir? ¿habrá más paz y seguridad en todo el territorio nacional? Otra: una vez que venga el papa Francisco y nos visite ¿habrá mayor solidaridad entre los mexicanos y menos desigualdad? Ojalá. ¡Qué mejor que utilizar estos grandes acontecimientos que cimbran las primeras planas de todos los diarios y de los titulares de los noticieros en radio y televisión para usarlos como punta de lanza y cambiar las cosas que no están funcionando en el país! Pero tenemos que ser conscientes que esta labor es de todos, y que no podemos escudarnos en la vía fácil de las grandes noticias, porque a la larga si no cambiamos las cosas de raíz, seguiremos teniendo los mismos problemas de los que nos quejamos hoy.

Sigo pensando que tenemos una agenda ambiciosa para 2016 y que cada quien debe ser responsable de sus actos. No hay de otra. No hay que dejar que otros hagan la “chamba” que nos toca hacer a nosotros. www.federicoling.com y @fedeling

*Maestro en Análisis Político

y Medios de Información

El día de ayer (viernes) se dio la noticia de la recaptura de Joaquín “El Chapo” Guzmán. El presidente Enrique Peña Nieto anunció en su cuenta de Twitter que daba por cumplida la misión, y que el capo volvía a estar en poder del Estado (así, Estado con mayúscula, porque sigo creyendo que el Estado siempre es nombre propio y porque – idealmente – el Estado es lo que se supone que nos separa de la irracionalidad salvaje, diría Hobbes). A tres días del duro editorial del periódico estadunidense “New York Times”, el Gobierno del país logra lo que parecía imposible. El “twitt” presidencial lo denota: triunfalismo. Y concuerdo, la aprehensión de Guzmán Loera es, sin duda, una meta que debió cumplirse hace mucho. Todo se preguntarán ahora qué sigue: ¿lo van a extraditar a Estados Unidos de inmediato? ¿lo volverán a meter a la cárcel en el penal del Altiplano? Lo que sí me queda claro es que el Gobierno tiene que mostrar al capo (hago la aclaración que al escribir este artículo, todavía no tenemos más información al respecto). Sea lo que sea que decida el Gobierno, tendrá que actuar de inmediato.

Pero pensando en todo lo que nos critican desde afuera, y sin menospreciar la captura de Guzmán Loera por tercera ocasión, me queda claro que a México le urgen remedios de largo plazo y no de corte triunfalista. Y no necesariamente son remedios que dependan del Gobierno en su mayoría. ¿De qué hablo? La semana pasada escribí las metas que me gustaría ver cumplidas para este año 2016: una de ellas es la de rendir cuentas y mostrar responsabilidad (es decir, que uno da respuesta a sus actos). Luego entonces me queda claro que todos tenemos una misión. Por ejemplo la visita del papa Francisco en meses venideros también es un escaparate para muchas cosas; entre otras, me gustaría que fuera menos estridente y más de fondo. Me refiero a que la gira del Pontífice debería tener más tintes parecidos al discurso que pronunció en el Capitolio en Washington, y quizá menos a las entrevistas donde habla de la situación de México. Lo que nuestra nación requiere son soluciones menos aparatosas y más de construir bases para los años que siguen.

Quisiera que todos los ciudadanos mexicanos nos demos cuenta que el país requiere una labor cotidiana, mucho más sostenida y dedicada, y menos de escudarnos en el brillo momentáneo de las cosas. Por ejemplo, después de la captura del Chapo Guzmán, ¿la violencia en México va a disminuir? ¿habrá más paz y seguridad en todo el territorio nacional? Otra: una vez que venga el papa Francisco y nos visite ¿habrá mayor solidaridad entre los mexicanos y menos desigualdad? Ojalá. ¡Qué mejor que utilizar estos grandes acontecimientos que cimbran las primeras planas de todos los diarios y de los titulares de los noticieros en radio y televisión para usarlos como punta de lanza y cambiar las cosas que no están funcionando en el país! Pero tenemos que ser conscientes que esta labor es de todos, y que no podemos escudarnos en la vía fácil de las grandes noticias, porque a la larga si no cambiamos las cosas de raíz, seguiremos teniendo los mismos problemas de los que nos quejamos hoy.

Sigo pensando que tenemos una agenda ambiciosa para 2016 y que cada quien debe ser responsable de sus actos. No hay de otra. No hay que dejar que otros hagan la “chamba” que nos toca hacer a nosotros. www.federicoling.com y @fedeling

*Maestro en Análisis Político

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