/ martes 15 de agosto de 2017

“El diablo... está en los detalles”

En algunas oportunidades así lo citó Jean Paul Sartre para referir a la superficialidad con que juzgamos las iniciativas que requieren mucho más que decir lo primero que se nos ocurre o nos conviene.

En ese sentido, podemos afirmar que con puntualidad llegó uno de los días temidos y advertidos recientemente por Miguel Ángel Mancera, pues el pasado 2 de agosto el gobierno de la Ciudad anunció la disminución del 26% de la población hacinada en los 13 reclusorios que  tiene la ciudad capital. Ello implicó que de las 39 mil 223 personas censadas antes de esa fecha, posteriormente fueron contabilizadas 28 mil 957, cifra que representa el porcentaje referido, es decir, aproximadamente 10 mil 200 delincuentes que salen a la calle y que en opinión de unos, representan un peligro inminente para la sociedad en su conjunto, considerando que en promedio solo bastan unos meses para que los excarcelados vuelvan a delinquir y por tanto a ingresar a las instalaciones penitenciarias, según las estadísticas esgrimidas por la autoridad competente de la entidad.

Y como lo viene afirmando el jefe de gobierno, el fenómeno tiene su origen en la aplicación del Sistema de Justicia Penal Acusatorio porque que así   como   está permitiendo la anunciada salida de presos, también está limitando los ingresos a los penales con la  aplicación  de  las   medidas  cautelares  y   de   los  Mecanismos  Alternativos  de Solución, circunstancia que en sí misma y dejando de lado otros temas, sería una evidencia inobjetable de la eficacia con que está operando el sistema en la Ciudad de México para detener el grave problema que padecemos con el hacinamiento de los reclusorios y su costosísimo sostenimiento y parece ser que hasta hoy, estuvo en permanente crecimiento.

Sin embargo, al sopesarlo con el riesgo anunciado ya no le pareció tan atractivo a los muchos “opinadores” sobre el tema, en especial a algunos gobernadores,   que   consideraron   “muy   pertinente”   culpar   a   la implementación del sistema, del incremento de la criminalidad que actualmente sufren en sus “feudos”, cuando en realidad se vieron burdamente oportunistas, tratando de cubrir su responsabilidad por la inseguridad que vivimos.

Ante esta situación, nada   justificaría   que   diéramos   marcha   atrás   en la implementación y consolidación del Sistema Penal Acusatorio, aunque todavía hay quien así lo esperan –y no son pocos-, resistiéndose a él, como quien siempre se resiste a la novedad porque no se ha concedido la oportunidad de conocerla.

Imagínate querido lector que después de 40 años de procurar e impartir justicia de una determinada forma, o hacer cualquier otra cosa, ahora te dicen que como operador tienes que cambiarla totalmente, provocando una resistencia natural entendible, más no permisible a estas alturas del partido, aunque:

“Chango viejo… no aprenda maroma nueva”

napoleonef@hotmail.com

En algunas oportunidades así lo citó Jean Paul Sartre para referir a la superficialidad con que juzgamos las iniciativas que requieren mucho más que decir lo primero que se nos ocurre o nos conviene.

En ese sentido, podemos afirmar que con puntualidad llegó uno de los días temidos y advertidos recientemente por Miguel Ángel Mancera, pues el pasado 2 de agosto el gobierno de la Ciudad anunció la disminución del 26% de la población hacinada en los 13 reclusorios que  tiene la ciudad capital. Ello implicó que de las 39 mil 223 personas censadas antes de esa fecha, posteriormente fueron contabilizadas 28 mil 957, cifra que representa el porcentaje referido, es decir, aproximadamente 10 mil 200 delincuentes que salen a la calle y que en opinión de unos, representan un peligro inminente para la sociedad en su conjunto, considerando que en promedio solo bastan unos meses para que los excarcelados vuelvan a delinquir y por tanto a ingresar a las instalaciones penitenciarias, según las estadísticas esgrimidas por la autoridad competente de la entidad.

Y como lo viene afirmando el jefe de gobierno, el fenómeno tiene su origen en la aplicación del Sistema de Justicia Penal Acusatorio porque que así   como   está permitiendo la anunciada salida de presos, también está limitando los ingresos a los penales con la  aplicación  de  las   medidas  cautelares  y   de   los  Mecanismos  Alternativos  de Solución, circunstancia que en sí misma y dejando de lado otros temas, sería una evidencia inobjetable de la eficacia con que está operando el sistema en la Ciudad de México para detener el grave problema que padecemos con el hacinamiento de los reclusorios y su costosísimo sostenimiento y parece ser que hasta hoy, estuvo en permanente crecimiento.

Sin embargo, al sopesarlo con el riesgo anunciado ya no le pareció tan atractivo a los muchos “opinadores” sobre el tema, en especial a algunos gobernadores,   que   consideraron   “muy   pertinente”   culpar   a   la implementación del sistema, del incremento de la criminalidad que actualmente sufren en sus “feudos”, cuando en realidad se vieron burdamente oportunistas, tratando de cubrir su responsabilidad por la inseguridad que vivimos.

Ante esta situación, nada   justificaría   que   diéramos   marcha   atrás   en la implementación y consolidación del Sistema Penal Acusatorio, aunque todavía hay quien así lo esperan –y no son pocos-, resistiéndose a él, como quien siempre se resiste a la novedad porque no se ha concedido la oportunidad de conocerla.

Imagínate querido lector que después de 40 años de procurar e impartir justicia de una determinada forma, o hacer cualquier otra cosa, ahora te dicen que como operador tienes que cambiarla totalmente, provocando una resistencia natural entendible, más no permisible a estas alturas del partido, aunque:

“Chango viejo… no aprenda maroma nueva”

napoleonef@hotmail.com

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