/ miércoles 9 de agosto de 2017

“Turismofobia”

México está haciendo grandes esfuerzos por incrementar el turismo al tal grado que en el último año se colocó entre el siete y el ocho lugar mundial de las preferencias de destinos, con alrededor de 30 millones de visitantes, según las cifras oficiales.

Lejos estamos aún de alcanzar los más de 80 millones de turistas que recibe anualmente España que se ostenta entre los primeros lugares (11-12% del PIB) o Francia e Italia, por mencionar algunos; sobra decir que las divisas por este concepto le permite a estos países cubrir una serie de necesidades internas, sobre todo en épocas de crisis económicas.

Pero mientras que en México la perspectiva y proyección es seguir creciendo, principalmente por las grandes riquezas naturales y culturales con las que contamos, los mencionados  países están padeciendo porque sus habitantes ya no aguantan a los turistas; máxime en la época de verano en que los principales sitios turísticos les impiden mantener una cotidianidad en paz.

Gran parte de las quejas se refieren a un tipo de turistas de ingresos bajos o medios que son la mayoría, pues aparte de su inadecuado comportamiento personal como orinar en las calles, bañarse en las fuentes y dejar toneladas de basura,  pintarrajean o destruyen monumentos. A esto se suma que cada vez más prefieren disponer de departamentos o casas de alquiler a través de los sitios disponibles en internet que rebaja los costos de estancias, lo que lleva además a evadir impuestos por estos servicios. Por lo pronto ya hay grupos y asociaciones organizándose para detener esos flujos que parecen incontrolables y verdaderas “hordas” que invaden las ciudades. 

Según algunos testimonios aparecidos en fuentes como El País, Venecia se ha quedado prácticamente vacía de naturales y los canales son, en esta época, prácticamente intransitables, lo que con el tiempo ha ocasionado un mayor hundimiento de la ciudad.

Aunque todo ello no es novedoso, ha causado lo que hoy ya se menciona como “turismofobia”; esto es un tipo de discriminación a lo extranjero y a los viajantes, lo que ha comenzado a alertar a las propias autoridades por las reacciones que ello ha provocado.

También en Italia, se ha comenzado a restringir el número de turistas que en un evento o en algún santuario podrían ingresar además, porque los servicios ya están rebasando su número creciente.

Según la misma fuente, España ya está acelerando algunas medidas aunque de ninguna manera le conviene que disminuya esa fuente de ingresos, pero sí hay voces que reclaman su regularización.

De vuelta a México, ésta puede ser otra oportunidad para atraer más turistas de esos lugares donde hoy ya no son tan bien recibidos, siempre y cuando las autoridades mexicanas programen y planeen medidas para que los nacionales se beneficien de esta actividad y a la vez se fortalezca la vigilancia y la  infraestructura de las zonas más demandadas. Dos ejemplos: San Miguel de Allende y la Isla de Holbox son un serio llamado para que se atiendan de inmediato las problemáticas locales.

Al final de cuentas, todos somos turistas en un momento dado.

México está haciendo grandes esfuerzos por incrementar el turismo al tal grado que en el último año se colocó entre el siete y el ocho lugar mundial de las preferencias de destinos, con alrededor de 30 millones de visitantes, según las cifras oficiales.

Lejos estamos aún de alcanzar los más de 80 millones de turistas que recibe anualmente España que se ostenta entre los primeros lugares (11-12% del PIB) o Francia e Italia, por mencionar algunos; sobra decir que las divisas por este concepto le permite a estos países cubrir una serie de necesidades internas, sobre todo en épocas de crisis económicas.

Pero mientras que en México la perspectiva y proyección es seguir creciendo, principalmente por las grandes riquezas naturales y culturales con las que contamos, los mencionados  países están padeciendo porque sus habitantes ya no aguantan a los turistas; máxime en la época de verano en que los principales sitios turísticos les impiden mantener una cotidianidad en paz.

Gran parte de las quejas se refieren a un tipo de turistas de ingresos bajos o medios que son la mayoría, pues aparte de su inadecuado comportamiento personal como orinar en las calles, bañarse en las fuentes y dejar toneladas de basura,  pintarrajean o destruyen monumentos. A esto se suma que cada vez más prefieren disponer de departamentos o casas de alquiler a través de los sitios disponibles en internet que rebaja los costos de estancias, lo que lleva además a evadir impuestos por estos servicios. Por lo pronto ya hay grupos y asociaciones organizándose para detener esos flujos que parecen incontrolables y verdaderas “hordas” que invaden las ciudades. 

Según algunos testimonios aparecidos en fuentes como El País, Venecia se ha quedado prácticamente vacía de naturales y los canales son, en esta época, prácticamente intransitables, lo que con el tiempo ha ocasionado un mayor hundimiento de la ciudad.

Aunque todo ello no es novedoso, ha causado lo que hoy ya se menciona como “turismofobia”; esto es un tipo de discriminación a lo extranjero y a los viajantes, lo que ha comenzado a alertar a las propias autoridades por las reacciones que ello ha provocado.

También en Italia, se ha comenzado a restringir el número de turistas que en un evento o en algún santuario podrían ingresar además, porque los servicios ya están rebasando su número creciente.

Según la misma fuente, España ya está acelerando algunas medidas aunque de ninguna manera le conviene que disminuya esa fuente de ingresos, pero sí hay voces que reclaman su regularización.

De vuelta a México, ésta puede ser otra oportunidad para atraer más turistas de esos lugares donde hoy ya no son tan bien recibidos, siempre y cuando las autoridades mexicanas programen y planeen medidas para que los nacionales se beneficien de esta actividad y a la vez se fortalezca la vigilancia y la  infraestructura de las zonas más demandadas. Dos ejemplos: San Miguel de Allende y la Isla de Holbox son un serio llamado para que se atiendan de inmediato las problemáticas locales.

Al final de cuentas, todos somos turistas en un momento dado.