/ lunes 11 de marzo de 2019

100 días de señales

Por: Jorge Carlos Ramírez

Son 100 días y parece que ha sido un año, cien días en que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha dado 89 conferencias de prensa matutinas que en promedio han durado una hora con diez minutos, es decir, ha destinado seis mil 230 minutos o 103 horas, 4.3 días de cien, para informar y dar su opinión sobre el acontecer diario.

El informe de los cien días se va convirtiendo en una tradición política de los gobiernos contemporáneos, en los que principalmente se trata de comunicar y posicionar los objetivos, el estilo y las prioridades del Poder Ejecutivo.

Su antecedente es el arranque del mandato de Franklin Roosevelt en 1933, cuando a unos años de la gran depresión de 1929 anunció la implementación de contundentes medidas para reactivar la economía estadounidense, desde ese momento los presidentes de todas latitudes, han adoptado la medida de los cien días para hacer un primer corte de caja y mostrar sus primeros pasos, que generalmente, emprendieron frente a una oposición que ofrece una tregua como señal de la disposición para que la ciudadanía tenga un gobierno exitoso.

Todos los arranques son lentos, sobre todo en materia económica, y ésta no es la excepción aunque el apremio y tenacidad del presidente López Obrador busquen acelerar los resultados en medio de un equipo de colaboradores que pareciera no estar a su altura.

El periodo de prueba y error termina con los cien días, y comienza una etapa en que la popularidad reflejada en las encuestas de opinión, que dan un amplio respaldo al presidente, mostraran la magnitud de su vulnerabilidad o fortaleza.

Evaluar las acciones de cien días de gobierno es, más haya que examinar sus resultados, es ponderar el alcance y consecuencia de sus posturas, declaraciones y señales.

El dilema que manifiestan los mercados financieros y económicos ha sido la constante en el primer trimestre, por un lado la cancelación del Aeropuerto en Texcoco, y en el otro anuncios de importantes inversiones como el Tren Maya o la refinería de Dos Bocas, se coronan con la exhibición en primeras planas del compromiso y alianza del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) con López Obrador para poner fin a la pobreza extrema en un periodo gubernamental.

La reunión, y las señales de reconciliación entre un importante sector de inversionistas, podrían ser el paliativo a las encuestas que reportan la incertidumbre de los hombres de negocios como la de la consultoría KPMG, en donde más de la mitad de los empresarios cuestionados consideró sentir mayor incertidumbre frente a este sexenio que en otras ocasiones.

Sin embargo, el gobierno entrante debe valorar la importancia de las palabras, de su comunicación y de las señales que envía a los mercados y capitales, entes que no entienden de ideología, pues a unas horas de que se envío la positiva señal de la alianza CCE-AMLO, la calificadora Standard & Poors bajó a negativa la perspectiva de deuda del gobierno al considerar que los cambios en la política energética que se encaminan a reducir la participación de la iniciativa privada en el sector, podrían aumentar los pasivos gubernamentales y frenar el crecimiento económico.

No se puede emitir un “calificación” o adjetivar los primeros cien días de gobierno de Morena, se pueden analizar las señales que ha enviado con López Obrador a la cabeza sobre su visión de país y sobre el rumbo que, bajo su consideración, llevará a México a mejores condiciones de bienestar y justicia social, en ese sentido, este no es el peor arranque, si bien, podría señalarse de ser uno distinto.

Por: Jorge Carlos Ramírez

Son 100 días y parece que ha sido un año, cien días en que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha dado 89 conferencias de prensa matutinas que en promedio han durado una hora con diez minutos, es decir, ha destinado seis mil 230 minutos o 103 horas, 4.3 días de cien, para informar y dar su opinión sobre el acontecer diario.

El informe de los cien días se va convirtiendo en una tradición política de los gobiernos contemporáneos, en los que principalmente se trata de comunicar y posicionar los objetivos, el estilo y las prioridades del Poder Ejecutivo.

Su antecedente es el arranque del mandato de Franklin Roosevelt en 1933, cuando a unos años de la gran depresión de 1929 anunció la implementación de contundentes medidas para reactivar la economía estadounidense, desde ese momento los presidentes de todas latitudes, han adoptado la medida de los cien días para hacer un primer corte de caja y mostrar sus primeros pasos, que generalmente, emprendieron frente a una oposición que ofrece una tregua como señal de la disposición para que la ciudadanía tenga un gobierno exitoso.

Todos los arranques son lentos, sobre todo en materia económica, y ésta no es la excepción aunque el apremio y tenacidad del presidente López Obrador busquen acelerar los resultados en medio de un equipo de colaboradores que pareciera no estar a su altura.

El periodo de prueba y error termina con los cien días, y comienza una etapa en que la popularidad reflejada en las encuestas de opinión, que dan un amplio respaldo al presidente, mostraran la magnitud de su vulnerabilidad o fortaleza.

Evaluar las acciones de cien días de gobierno es, más haya que examinar sus resultados, es ponderar el alcance y consecuencia de sus posturas, declaraciones y señales.

El dilema que manifiestan los mercados financieros y económicos ha sido la constante en el primer trimestre, por un lado la cancelación del Aeropuerto en Texcoco, y en el otro anuncios de importantes inversiones como el Tren Maya o la refinería de Dos Bocas, se coronan con la exhibición en primeras planas del compromiso y alianza del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) con López Obrador para poner fin a la pobreza extrema en un periodo gubernamental.

La reunión, y las señales de reconciliación entre un importante sector de inversionistas, podrían ser el paliativo a las encuestas que reportan la incertidumbre de los hombres de negocios como la de la consultoría KPMG, en donde más de la mitad de los empresarios cuestionados consideró sentir mayor incertidumbre frente a este sexenio que en otras ocasiones.

Sin embargo, el gobierno entrante debe valorar la importancia de las palabras, de su comunicación y de las señales que envía a los mercados y capitales, entes que no entienden de ideología, pues a unas horas de que se envío la positiva señal de la alianza CCE-AMLO, la calificadora Standard & Poors bajó a negativa la perspectiva de deuda del gobierno al considerar que los cambios en la política energética que se encaminan a reducir la participación de la iniciativa privada en el sector, podrían aumentar los pasivos gubernamentales y frenar el crecimiento económico.

No se puede emitir un “calificación” o adjetivar los primeros cien días de gobierno de Morena, se pueden analizar las señales que ha enviado con López Obrador a la cabeza sobre su visión de país y sobre el rumbo que, bajo su consideración, llevará a México a mejores condiciones de bienestar y justicia social, en ese sentido, este no es el peor arranque, si bien, podría señalarse de ser uno distinto.