/ viernes 8 de enero de 2021

2021

No recuerdo un inicio de año que haya generado tanta esperanza como el 2021, pareciera como un mandala que al final del año anterior por sí mismo, trajera optimismo y oportunidades; pero la realidad nos obliga a ser prudentes aún tenemos pocas certezas, pareciera que será por lo menos el primer semestre un año difícil para México y el mundo. Es muy probable que el año inicie con un incremento en los contagios, derivado de las reuniones familiares y conglomeraciones en diciembre. A la ya tradicional cuesta de enero se sumará el agotamiento de muchos negocios que han batallado para sobrevivir y una frágil situación económica. A todo ello habría que sumar una elección federal que se antoja intensa y complicada.

El arranque del 2021 será crucial para el futuro de México y de la mayoría de las naciones, no hay claridad de las repercusiones que tendrá la pandemia que impactará en todos y cada uno de los aspectos de la vida pública, económica, social y política que está profundizando las contradicciones y la desigualdad de una manera insospechada, un darwinismo entre países que no hemos visto en la historia. Es aventurado decir que es una crisis de la que saldremos en un par de meses, cuando puede que estemos viviendo un fenómeno profundo y de largo plazo.

El reto no se trata únicamente de cómo salir de la crisis de salud pública, económica, la recuperación del empleo, la confianza. Es sobre cómo iniciar un proceso de resiliencia y a partir de donde estamos y con lo que tenemos, podemos iniciar un periodo de prosperidad, ya que enfrentaremos retos gigantescos en especial en logística: la entrega de vacunas, la reapertura física de escuelas, la reactivación de la administración pública en un marco de austeridad y limitaciones.

Pero sobre todo es necesario que inicie una etapa de reconciliación. No solo se trata de buscar la unidad nacional, es algo más profundo: es aprovechar las enseñanzas y la humildad que nos debe dejar la pandemia para iniciar un proceso de encuentro, trabajo conjunto, y a partir de eso iniciar una etapa de recuperación. Será un año de muchas incógnitas: cual será el impacto, en especial en una generación de niñas, niños y adolescentes que han vivido en el aislamiento y en una dinámica educativa sin precedente; cómo viviremos el teletrabajo o home office; tendremos que reflexionar sobre nuestros aciertos y errores.

Podremos definir el 2021 como el año de las grandes expectativas, de entrada, será el año que será lo que no fue; por ejemplo: las Olimpiadas, la Expo de Dubái, entre miles de eventos que se pospusieron, de todos los abrazos que no se dieron y todo lo que nos quedamos a deber. Vienen horas obscuras, pero nuestra determinación y perseverancia serán los motores para mantener la esperanza y la lucha. Viene a la memoria la canción de Louis Armstrong que dice: “No tenemos miedo, hoy no tengo miedo, en lo profundo de mi corazón, sé que sí creo. Algún día lo superaremos”.


@LuisH_Fernandez

No recuerdo un inicio de año que haya generado tanta esperanza como el 2021, pareciera como un mandala que al final del año anterior por sí mismo, trajera optimismo y oportunidades; pero la realidad nos obliga a ser prudentes aún tenemos pocas certezas, pareciera que será por lo menos el primer semestre un año difícil para México y el mundo. Es muy probable que el año inicie con un incremento en los contagios, derivado de las reuniones familiares y conglomeraciones en diciembre. A la ya tradicional cuesta de enero se sumará el agotamiento de muchos negocios que han batallado para sobrevivir y una frágil situación económica. A todo ello habría que sumar una elección federal que se antoja intensa y complicada.

El arranque del 2021 será crucial para el futuro de México y de la mayoría de las naciones, no hay claridad de las repercusiones que tendrá la pandemia que impactará en todos y cada uno de los aspectos de la vida pública, económica, social y política que está profundizando las contradicciones y la desigualdad de una manera insospechada, un darwinismo entre países que no hemos visto en la historia. Es aventurado decir que es una crisis de la que saldremos en un par de meses, cuando puede que estemos viviendo un fenómeno profundo y de largo plazo.

El reto no se trata únicamente de cómo salir de la crisis de salud pública, económica, la recuperación del empleo, la confianza. Es sobre cómo iniciar un proceso de resiliencia y a partir de donde estamos y con lo que tenemos, podemos iniciar un periodo de prosperidad, ya que enfrentaremos retos gigantescos en especial en logística: la entrega de vacunas, la reapertura física de escuelas, la reactivación de la administración pública en un marco de austeridad y limitaciones.

Pero sobre todo es necesario que inicie una etapa de reconciliación. No solo se trata de buscar la unidad nacional, es algo más profundo: es aprovechar las enseñanzas y la humildad que nos debe dejar la pandemia para iniciar un proceso de encuentro, trabajo conjunto, y a partir de eso iniciar una etapa de recuperación. Será un año de muchas incógnitas: cual será el impacto, en especial en una generación de niñas, niños y adolescentes que han vivido en el aislamiento y en una dinámica educativa sin precedente; cómo viviremos el teletrabajo o home office; tendremos que reflexionar sobre nuestros aciertos y errores.

Podremos definir el 2021 como el año de las grandes expectativas, de entrada, será el año que será lo que no fue; por ejemplo: las Olimpiadas, la Expo de Dubái, entre miles de eventos que se pospusieron, de todos los abrazos que no se dieron y todo lo que nos quedamos a deber. Vienen horas obscuras, pero nuestra determinación y perseverancia serán los motores para mantener la esperanza y la lucha. Viene a la memoria la canción de Louis Armstrong que dice: “No tenemos miedo, hoy no tengo miedo, en lo profundo de mi corazón, sé que sí creo. Algún día lo superaremos”.


@LuisH_Fernandez