/ martes 11 de enero de 2022

2022: ¿qué esperar?

Mtra. Yoanna Shubich Green*

* Coordinadora Académica en la Facultad de Estudios Globales, Universidad Anáhuac México

El último año ha sido muy complejo, lleno de retos y transformaciones. Las circunstancias y tendencias serán: la pandemia continuará y hay riesgo de nuevas variantes del virus, lo que atrasa la recuperación económica y de suministros y provoca una recuperación desigual; también habrá esfuerzos para mitigar la alta inflación. Así, las políticas económicas serán más relevantes que aquellas para aminorar el cambio climático, con el consecuente no avance en la transición energética. Hay que mencionar que la producción de vehículos eléctricos y demás dispositivos depende de las grandes reservas africanas de litio y cobalto, lo que generará una gran competencia por su abastecimiento.

Las emisiones globales de dióxido de carbono seguirán aumentando; continuarán las olas de calor, las sequías, las inundaciones y otros fenómenos meteorológicos extremos, con las implicaciones negativas que conllevan: afectación de las tierras agrícolas al no poder mantener la producción de los alimentos necesarios del mundo, aumento de la pobreza, desnutrición e incremento de la migración.

Un gran reto será disminuir la desigualdad, lograr un mayor bienestar y oportunidades para la población más desfavorecida, ya que, de no lograrlo, se avivarán más tensiones y enfrentamientos entre clases sociales y bloques económicos. El reporte de 2022 del Laboratorio de las Desigualdades Mundiales señala que "la crisis del Covid-19 ha exacerbado las desigualdades entre los ricos y el resto de la población; el 10% de la población concentra el 76% de la riqueza, donde América Latina, Medio Oriente y África son las regiones más desiguales”.

Por lo anterior, es necesario construir un nuevo consenso sobre el papel de la participación del Estado en la economía, reconstruir el estado de bienestar y tejer una red de seguridad social para lograr un equilibro entre los intereses privados y públicos; el capital privado es necesario para generar riqueza y empleos de calidad y que el Estado garantice certidumbre jurídica.

También es vital diseñar un nuevo pacto social para atender las demandas sociales. Es menester ampliar las clases medias, que han ido perdiendo prosperidad desde la crisis de 2008 y lograr una armonía entre economía y política, para alejar el fantasma de los autoritarismos y populismos y defender la democracia liberal que propugna por la igualdad de todos ante la ley, respeto a los derechos humanos, libertad de expresión, división y equilibrio de poderes. El 2022 producirá doce elecciones decisivas.

Otra tendencia serán las disputas geopolíticas: continuarán las tensiones entre China y Estados Unidos, donde el primero tendrá una estrategia más agresiva en el Mar de China Meridional y con Taiwán. Asimismo, las negociaciones nucleares con Irán determinarán la reconfiguración del Medio Oriente y seguirá latente la tensión entre Israel e Irán. Otra preocupación es la crisis en Ucrania, donde Rusia y Estados Unidos pondrán a prueba las " líneas rojas ". Por otro lado, la guerra tecnológica entre Occidente y Oriente continuará para monopolizar medios y contenidos, así como la ciberseguridad. Estos eventos se deben reflexionar para que quepa la cooperación y la negociación internacional.

Mtra. Yoanna Shubich Green*

* Coordinadora Académica en la Facultad de Estudios Globales, Universidad Anáhuac México

El último año ha sido muy complejo, lleno de retos y transformaciones. Las circunstancias y tendencias serán: la pandemia continuará y hay riesgo de nuevas variantes del virus, lo que atrasa la recuperación económica y de suministros y provoca una recuperación desigual; también habrá esfuerzos para mitigar la alta inflación. Así, las políticas económicas serán más relevantes que aquellas para aminorar el cambio climático, con el consecuente no avance en la transición energética. Hay que mencionar que la producción de vehículos eléctricos y demás dispositivos depende de las grandes reservas africanas de litio y cobalto, lo que generará una gran competencia por su abastecimiento.

Las emisiones globales de dióxido de carbono seguirán aumentando; continuarán las olas de calor, las sequías, las inundaciones y otros fenómenos meteorológicos extremos, con las implicaciones negativas que conllevan: afectación de las tierras agrícolas al no poder mantener la producción de los alimentos necesarios del mundo, aumento de la pobreza, desnutrición e incremento de la migración.

Un gran reto será disminuir la desigualdad, lograr un mayor bienestar y oportunidades para la población más desfavorecida, ya que, de no lograrlo, se avivarán más tensiones y enfrentamientos entre clases sociales y bloques económicos. El reporte de 2022 del Laboratorio de las Desigualdades Mundiales señala que "la crisis del Covid-19 ha exacerbado las desigualdades entre los ricos y el resto de la población; el 10% de la población concentra el 76% de la riqueza, donde América Latina, Medio Oriente y África son las regiones más desiguales”.

Por lo anterior, es necesario construir un nuevo consenso sobre el papel de la participación del Estado en la economía, reconstruir el estado de bienestar y tejer una red de seguridad social para lograr un equilibro entre los intereses privados y públicos; el capital privado es necesario para generar riqueza y empleos de calidad y que el Estado garantice certidumbre jurídica.

También es vital diseñar un nuevo pacto social para atender las demandas sociales. Es menester ampliar las clases medias, que han ido perdiendo prosperidad desde la crisis de 2008 y lograr una armonía entre economía y política, para alejar el fantasma de los autoritarismos y populismos y defender la democracia liberal que propugna por la igualdad de todos ante la ley, respeto a los derechos humanos, libertad de expresión, división y equilibrio de poderes. El 2022 producirá doce elecciones decisivas.

Otra tendencia serán las disputas geopolíticas: continuarán las tensiones entre China y Estados Unidos, donde el primero tendrá una estrategia más agresiva en el Mar de China Meridional y con Taiwán. Asimismo, las negociaciones nucleares con Irán determinarán la reconfiguración del Medio Oriente y seguirá latente la tensión entre Israel e Irán. Otra preocupación es la crisis en Ucrania, donde Rusia y Estados Unidos pondrán a prueba las " líneas rojas ". Por otro lado, la guerra tecnológica entre Occidente y Oriente continuará para monopolizar medios y contenidos, así como la ciberseguridad. Estos eventos se deben reflexionar para que quepa la cooperación y la negociación internacional.