/ jueves 23 de diciembre de 2021

21 años

“A la muerte se le toma de frente con valor y después se le invita a una copa”

Edar Allan Poe


¿Qué hemos hecho sin ti? Es una pregunta que nos hacemos diariamente, que nos acompaña como nuestra sombra. No, no nos hemos acostumbrado a vivir sin ti, tampoco nos hemos resignado. No hemos encontrado consuelo con el tiempo. El olvido no aparece en nuestra memoria. Somos constantes. Parecemos necios. Lo somos. Admitimos nuestra impertinencia. Reñimos con la realidad. La muerte vino y te llevó. Así es la vida. Empezamos a morir desde que nacemos. Sí, esa es la frase que debía ser nuestro cataplasma tranquilizador.

No estás aquí. Apelemos a la historia, a ese conjunto de hechos que te hospedan en este texto, que amalgama palabras y letras. Arrastro los dedos y escribo, te imagino. Lloro, no cesan las gotas de sal, se convierten en lluvia. Invaden mi boca.

¿En verdad te fuiste? Por aquí pululas y te paseas. Te veo en la claridad de la oscuridad. Sonríes. Me hablas, me alertas, me tranquilizas. Me abrazas. Me aferro a ti. Te beso y despierto, momento frustrante, ya no estás. Quedó tu olor, tú perfume, como aquella madrugada en Yokohama, Japón, en un hotel de cuarenta pisos.

Te fuiste en una fase clave en tu vida, llena de retos y desafíos. Te cambiarías de ciudad, jugarías en el equipo más popular de México, el de puros mexicanos. Dejarías a tu querido club, ese que representa a mi casa de estudios y de docencia, ese espacio académico de tus amados hermanos, Emilano y Lidice Estelí.

Tu estoicismo fue impresionante. Soportaste la miseria humana en su máxima expresión. Entrenadores y directivos mercenarios y vividores. Abusivos e impunes. Depredadores del espíritu deportivo. Negociantes de dignidades y especialistas en la simulación. Y por ahí andan varios de ellos, con sus máscaras de buenos y hasta de ídolos. La náusea.

Nada te detuvo. Seguiste y las canchas fueron los espacios para exhibir tu talento, de aquella técnica privilegiada y la sangre fría para exponer el balón en condiciones críticas y emocionantes. Tus playeras de México y de Pumas fueron portadas con coraje y entrega. Sin regateos.

Hoy, 21 años sin ti, pero siempre contigo. Se fue tu abuelita Elenita, que tanto te amaba. Cumplo 21 años de escribirte cada año desde El Sol de México, que ha sido mi respetuosa y hospitalaria casa. Aquí estamos, añorándote mucho y muchos. Tus hermanos Emiliano y Lidice Estelí me acompañan en esta sed de ti. Te evocamos desde éstas líneas que ojalá leyeras. Como siempre, te besamos con amor.

pedropenaloza@yahoo.com/Twitter:@pedro_penaloz

“A la muerte se le toma de frente con valor y después se le invita a una copa”

Edar Allan Poe


¿Qué hemos hecho sin ti? Es una pregunta que nos hacemos diariamente, que nos acompaña como nuestra sombra. No, no nos hemos acostumbrado a vivir sin ti, tampoco nos hemos resignado. No hemos encontrado consuelo con el tiempo. El olvido no aparece en nuestra memoria. Somos constantes. Parecemos necios. Lo somos. Admitimos nuestra impertinencia. Reñimos con la realidad. La muerte vino y te llevó. Así es la vida. Empezamos a morir desde que nacemos. Sí, esa es la frase que debía ser nuestro cataplasma tranquilizador.

No estás aquí. Apelemos a la historia, a ese conjunto de hechos que te hospedan en este texto, que amalgama palabras y letras. Arrastro los dedos y escribo, te imagino. Lloro, no cesan las gotas de sal, se convierten en lluvia. Invaden mi boca.

¿En verdad te fuiste? Por aquí pululas y te paseas. Te veo en la claridad de la oscuridad. Sonríes. Me hablas, me alertas, me tranquilizas. Me abrazas. Me aferro a ti. Te beso y despierto, momento frustrante, ya no estás. Quedó tu olor, tú perfume, como aquella madrugada en Yokohama, Japón, en un hotel de cuarenta pisos.

Te fuiste en una fase clave en tu vida, llena de retos y desafíos. Te cambiarías de ciudad, jugarías en el equipo más popular de México, el de puros mexicanos. Dejarías a tu querido club, ese que representa a mi casa de estudios y de docencia, ese espacio académico de tus amados hermanos, Emilano y Lidice Estelí.

Tu estoicismo fue impresionante. Soportaste la miseria humana en su máxima expresión. Entrenadores y directivos mercenarios y vividores. Abusivos e impunes. Depredadores del espíritu deportivo. Negociantes de dignidades y especialistas en la simulación. Y por ahí andan varios de ellos, con sus máscaras de buenos y hasta de ídolos. La náusea.

Nada te detuvo. Seguiste y las canchas fueron los espacios para exhibir tu talento, de aquella técnica privilegiada y la sangre fría para exponer el balón en condiciones críticas y emocionantes. Tus playeras de México y de Pumas fueron portadas con coraje y entrega. Sin regateos.

Hoy, 21 años sin ti, pero siempre contigo. Se fue tu abuelita Elenita, que tanto te amaba. Cumplo 21 años de escribirte cada año desde El Sol de México, que ha sido mi respetuosa y hospitalaria casa. Aquí estamos, añorándote mucho y muchos. Tus hermanos Emiliano y Lidice Estelí me acompañan en esta sed de ti. Te evocamos desde éstas líneas que ojalá leyeras. Como siempre, te besamos con amor.

pedropenaloza@yahoo.com/Twitter:@pedro_penaloz

ÚLTIMASCOLUMNAS