/ domingo 13 de septiembre de 2020

280 vidas

Es el número de intentos de suicidio que hemos podido evitar entre marzo y agosto de este difícil año en la línea telefónica gratuita de Confianza e Impulso Ciudadano, 5511-8575-55 y por mensaje directo al 552323-0303, además de por medio del #HayAyuda, en alianza con Twitter, un sistema que por el momento solo existe en Estados Unidos, Japón, Brasil y desde inicios de 2020, en México.

Son 280 personas, mujeres y hombres jóvenes en su mayoría, que estaban a punto, o ya habían intentado, acabar con su vida. Hoy, felizmente, son 280 vidas ganadas, en recuperación, y entre nosotros.

Reconocer que no todas y todos estamos hechos para aguantar presiones, es un primer paso para comprender que la salud mental es una tarea en la que podemos ayudar a otros que no tienen las herramientas o pierden en el camino las posibilidades de reponerse ante las adversidades que implica la propia existencia.

Es decir, vivir sanos y bien es una obligación social en la que nadie debe estar solo o aislado.

Aunque terrible, este es un proceso que sigue etapas que pueden identificarse a tiempo y prevenirse con atención profesional. Diariamente, de marzo a agosto, las y los especialistas de Confianza e Impulso Ciudadano han atendido un promedio de 10 casos y hablamos de que no son todos los que pueden presentarse en el país, a pesar de que ya intervenimos en situaciones de riesgo en 24 entidades de la República. Iniciamos con solicitudes en 6, pasamos a 17 y hoy prácticamente apoyamos de manera gratuita en los estados donde se concentra el 80 por ciento de la población.

Esta ayuda, que comienza con los primeros auxilios emocionales, sigue con terapia para toda la familia y amigos, un "contrato de vida" que se firma con el paciente y concluye con la certeza de que podrá regresar a una vida plena, es un acto civil enfocado en preservar la vida y reducir la violencia.

Porque intentar o cometer suicidio son decisiones que implican un episodio de violencia y de dolor extremo para quien ya no encuentra alternativas para seguir adelante y para aquellos que sufrirán la pérdida irreparable de la persona. Sin embargo, también es una pérdida para toda la sociedad y un fracaso colectivo ante la falta de mecanismos que puedan brindar asistencia a tiempo.

Y no queda ahí. Existen implicaciones económicas -la mayor parte de los casos atendidos se han concentrado en un segmento de mujeres y hombres de entre 21 y 40 años de edad- y consecuencias comunitarias porque un gran porcentaje son cabezas de familia que atraviesan por dificultades de ingreso, empleo, acceso a educación, entre otros problemas.

Es importante aclarar que quien toma la decisión de hacerse daño no lo decide por cobardía, sino como un último recurso para aliviar el dolor psicológico y físico que lo que aqueja. Paradójicamente, pedir ayuda oportuna es uno de los pasos más valientes que puede dar una persona.

En esa solidaridad radica buscar ayuda inmediata y estar cerca de quien sufre, aún en estas condiciones de pandemia. El objetivo es ganar vidas, siempre.

El jueves conmemoramos el Día Internacional de Prevención del Suicidio, desde la ciudadanía organizada, hemos contribuido en casi 2 mil casos para ayudar, lo que es evidencia de que sí podemos colaborar y coordinarnos bien para darle la mano a muchas personas en dificultades.

Pero el reto persiste y debemos unir a psicólogos, terapeutas, psiquiatras, profesionales de la salud mental, autoridades de todos los niveles, y ciudadanos, para que podamos enfrentar con éxito la epidemia emocional que podría derivarse de una pandemia no vista en los últimos 100 años.


Experto ern temas de seguridad pública.



Es el número de intentos de suicidio que hemos podido evitar entre marzo y agosto de este difícil año en la línea telefónica gratuita de Confianza e Impulso Ciudadano, 5511-8575-55 y por mensaje directo al 552323-0303, además de por medio del #HayAyuda, en alianza con Twitter, un sistema que por el momento solo existe en Estados Unidos, Japón, Brasil y desde inicios de 2020, en México.

Son 280 personas, mujeres y hombres jóvenes en su mayoría, que estaban a punto, o ya habían intentado, acabar con su vida. Hoy, felizmente, son 280 vidas ganadas, en recuperación, y entre nosotros.

Reconocer que no todas y todos estamos hechos para aguantar presiones, es un primer paso para comprender que la salud mental es una tarea en la que podemos ayudar a otros que no tienen las herramientas o pierden en el camino las posibilidades de reponerse ante las adversidades que implica la propia existencia.

Es decir, vivir sanos y bien es una obligación social en la que nadie debe estar solo o aislado.

Aunque terrible, este es un proceso que sigue etapas que pueden identificarse a tiempo y prevenirse con atención profesional. Diariamente, de marzo a agosto, las y los especialistas de Confianza e Impulso Ciudadano han atendido un promedio de 10 casos y hablamos de que no son todos los que pueden presentarse en el país, a pesar de que ya intervenimos en situaciones de riesgo en 24 entidades de la República. Iniciamos con solicitudes en 6, pasamos a 17 y hoy prácticamente apoyamos de manera gratuita en los estados donde se concentra el 80 por ciento de la población.

Esta ayuda, que comienza con los primeros auxilios emocionales, sigue con terapia para toda la familia y amigos, un "contrato de vida" que se firma con el paciente y concluye con la certeza de que podrá regresar a una vida plena, es un acto civil enfocado en preservar la vida y reducir la violencia.

Porque intentar o cometer suicidio son decisiones que implican un episodio de violencia y de dolor extremo para quien ya no encuentra alternativas para seguir adelante y para aquellos que sufrirán la pérdida irreparable de la persona. Sin embargo, también es una pérdida para toda la sociedad y un fracaso colectivo ante la falta de mecanismos que puedan brindar asistencia a tiempo.

Y no queda ahí. Existen implicaciones económicas -la mayor parte de los casos atendidos se han concentrado en un segmento de mujeres y hombres de entre 21 y 40 años de edad- y consecuencias comunitarias porque un gran porcentaje son cabezas de familia que atraviesan por dificultades de ingreso, empleo, acceso a educación, entre otros problemas.

Es importante aclarar que quien toma la decisión de hacerse daño no lo decide por cobardía, sino como un último recurso para aliviar el dolor psicológico y físico que lo que aqueja. Paradójicamente, pedir ayuda oportuna es uno de los pasos más valientes que puede dar una persona.

En esa solidaridad radica buscar ayuda inmediata y estar cerca de quien sufre, aún en estas condiciones de pandemia. El objetivo es ganar vidas, siempre.

El jueves conmemoramos el Día Internacional de Prevención del Suicidio, desde la ciudadanía organizada, hemos contribuido en casi 2 mil casos para ayudar, lo que es evidencia de que sí podemos colaborar y coordinarnos bien para darle la mano a muchas personas en dificultades.

Pero el reto persiste y debemos unir a psicólogos, terapeutas, psiquiatras, profesionales de la salud mental, autoridades de todos los niveles, y ciudadanos, para que podamos enfrentar con éxito la epidemia emocional que podría derivarse de una pandemia no vista en los últimos 100 años.


Experto ern temas de seguridad pública.



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