/ sábado 25 de julio de 2020

4T: acelerar la transformación o meter reversa

La posible detención del expresidente Enrique Peña Nieto será la prueba de fuego de la cuarta transformación, para demostrar que en verdad se busca la transformación del país hacia la justicia o si sólo será otra administración de gatopardismo.

No es habitual que una familia que ha servido al país durante tres generaciones, de pronto aparezca como carne de prisión, como es el caso de los Lozoya.

El primer Lozoya que traté en mi vida periodística fue al médico militar y General Jesús Lozoya Solís, abuelo del hoy detenido para ser investigado por corrupción cuando fue director de Pemex, en el gobierno de Peña Nieto.

Lozoya Solís fue nombrado gobernador de Chihuahua (1955-1956) en sustitución de Óscar Soto Maynez, quien renunció supuestamente por motivos familiares. El abuelo, también fue director de la Escuela Médico Militar, porque además de su carrera militar tuvo una exitosa vida dentro de la medicina, por lo que llegó a ser el presidente de la Asociación Internacional de Pediatría y fundó los laboratorios Infam y Umeza.

El segundo miembro de la familia a quien tuve oportunidad de tratar en mi labor periodística, fue Emilio Lozoya Thalmann. No era un funcionario o un político que viviera apegado a esas ocupaciones, porque obtuvo el título en economía de la UNAM, de donde egresó.

En aquellos años, Lozoya conoció a Carlos Salinas de Gortari y Manuel Camacho Solís, ambos personajes de la política mexicana y el priismo. El padre, realmente escondió sus fechorías o no las hizo, porque pasó sin mácula su tiempo de político.

El tercer Lozoya, a quien nunca conocí personalmente, es Emilio, quien se encuentra en la picota y está acusado de inmensos fraudes en contra de Pemex y presuntos actos de corrupción.

Lo importante e interesante de este caso es que Lozoya Austin no tenía ningún problema de honorabilidad, hasta que estuvo como director de Pemex, designado por Peña Nieto.

Cuando se le acusó a Emilio Lozoya de malos manejos en esa institución, simplemente dijo algo contundente y feroz: “No me mandaba yo solo”, lo cual, traducido en buen romance, significa que tenía un jefe y ese era el presidente Enrique Peña.

EL PRI TRATÓ DE MANTENER EL PODER A COSTA DE LO QUE FUERA

De tal forma se ha enredado la situación que Lozoya Austin presuntamente ya entregó a la Fiscalía General de la República una serie de grabaciones y videos sobre lo que se hizo con el dinero.

Existe el rumor, ya convertido en noticia, de que el dinero que le entregó la constructora de origen brasileño Odebrecht, se pagaron dos millones de pesos a cada diputado que votó a favor de la reforma energética privatizadora y cuatro millones a los senadores que se prestaron al juego sucio en contra del país.

El asunto de Lozoya Austin huele mal, porque hay mucho encubrimiento por parte de Luis Videgaray, exdirector de Hacienda y de Relaciones Exteriores, y de Peña Nieto. Empero, también existe poca efectividad de los fiscales de la Cuarta Transformación, que dejan pasar tiempo precioso para que el pueblo conozca la verdad y si hay delitos que sean castigados.

El exdirector de Pemex aceptó ser extraditado de España y no pelear para evitar ser traído a México, luego de negociar con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. El acuerdo fue tan sólido, que hasta el momento nadie sabe dónde se encuentra. Según unos, será testigo o informante protegido, mientas que otros aseguran que está hospitalizado.

Lo único cierto es que tanto la detención de Lozoya Austin, como la del exgobernador de Chihuahua, César Duarte, además de la exsecretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles, confirman que el PRI buscó por todos lados obtener recursos fuera de la ley para comprar conciencias y votos con tal de continuar en el poder, lo cual no pudo ocurrir porque el pueblo se cansó de tanta corrupción promovida por los priistas y sostenida por la “docena” trágica panista, que tampoco siguieron en el gobierno nacional.

MERAZ, UN PERIODISTA QUE LO HA VISTO CASI TODO: LAT

Regularmente en esta columna, no se abordan algunos temas, pero esta ocasión es necesario, porque en los Estados Unidos se ha acentuado el anti mexicanismo, pues consideran a nuestros paisanos flojos, asesinos, lo peor de lo peor, lo cual no es cierto ya que existen ciudadanos como Gregorio Meraz quien lleva 40 años como corresponsal de Televisa y ha sacado la cara por connacionales.

A Continuación presento un fragmento de la entrevista que le hicieron en el prestigioso diario de Los Ángeles Times, sobre su trabajo en la Unión Americana y su destacada labor:

“Gregorio Meraz es un periodista que lo ha visto casi todo: desde presidentes de Estados Unidos y México, hasta Hugo Chávez, de Venezuela, Manuel Antonio Noriega de Panamá y personajes como la Madre Teresa de Calcuta, el Arzobispo Sudafricano Desmond Tutu. Tuvo conversaciones con Andrei Sakharov, padre de la bomba de hidrógeno, hasta las guerras de Afganistán, Irak, Nicaragua y las Malvinas.

“A pesar de que en sus 45 años de carrera periodística ha sido testigo de los principales hechos que le han dado forma al mundo, todavía hay cosas que lo asombran, como darse cuenta de que en la guerra lo mejor y lo peor del ser humano aflora.

“Con esa experiencia acumulada, Meraz, corresponsal en Washington desde hace más de 20 años, lanzó el libro ‘El Periodismo: Una lección en cada nota’, en el que narra las vivencias de un corresponsal de guerra. “Pero es mucho más que eso, dice durante una extensa charla desde su hogar en la capital de Estados Unidos. “Me centré en la guerra, pero sobre todo en el papel que ejerce la adrenalina en situaciones extremas”, dice Meraz, quien además fue fundador del sistema de noticias de Televisa en la región Tijuana-San Diego.

“De sus motivos para escribir este libro, Meraz afirma que no es un alarde de sus logros, sino la necesidad de decirle a las nuevas generaciones de periodistas que la profesión vale la pena, que en el periodismo todos los días se aprende algo nuevo.”

Y hasta la próxima semana, en este mismo espacio.

manuelmejidot@gmail.com

La posible detención del expresidente Enrique Peña Nieto será la prueba de fuego de la cuarta transformación, para demostrar que en verdad se busca la transformación del país hacia la justicia o si sólo será otra administración de gatopardismo.

No es habitual que una familia que ha servido al país durante tres generaciones, de pronto aparezca como carne de prisión, como es el caso de los Lozoya.

El primer Lozoya que traté en mi vida periodística fue al médico militar y General Jesús Lozoya Solís, abuelo del hoy detenido para ser investigado por corrupción cuando fue director de Pemex, en el gobierno de Peña Nieto.

Lozoya Solís fue nombrado gobernador de Chihuahua (1955-1956) en sustitución de Óscar Soto Maynez, quien renunció supuestamente por motivos familiares. El abuelo, también fue director de la Escuela Médico Militar, porque además de su carrera militar tuvo una exitosa vida dentro de la medicina, por lo que llegó a ser el presidente de la Asociación Internacional de Pediatría y fundó los laboratorios Infam y Umeza.

El segundo miembro de la familia a quien tuve oportunidad de tratar en mi labor periodística, fue Emilio Lozoya Thalmann. No era un funcionario o un político que viviera apegado a esas ocupaciones, porque obtuvo el título en economía de la UNAM, de donde egresó.

En aquellos años, Lozoya conoció a Carlos Salinas de Gortari y Manuel Camacho Solís, ambos personajes de la política mexicana y el priismo. El padre, realmente escondió sus fechorías o no las hizo, porque pasó sin mácula su tiempo de político.

El tercer Lozoya, a quien nunca conocí personalmente, es Emilio, quien se encuentra en la picota y está acusado de inmensos fraudes en contra de Pemex y presuntos actos de corrupción.

Lo importante e interesante de este caso es que Lozoya Austin no tenía ningún problema de honorabilidad, hasta que estuvo como director de Pemex, designado por Peña Nieto.

Cuando se le acusó a Emilio Lozoya de malos manejos en esa institución, simplemente dijo algo contundente y feroz: “No me mandaba yo solo”, lo cual, traducido en buen romance, significa que tenía un jefe y ese era el presidente Enrique Peña.

EL PRI TRATÓ DE MANTENER EL PODER A COSTA DE LO QUE FUERA

De tal forma se ha enredado la situación que Lozoya Austin presuntamente ya entregó a la Fiscalía General de la República una serie de grabaciones y videos sobre lo que se hizo con el dinero.

Existe el rumor, ya convertido en noticia, de que el dinero que le entregó la constructora de origen brasileño Odebrecht, se pagaron dos millones de pesos a cada diputado que votó a favor de la reforma energética privatizadora y cuatro millones a los senadores que se prestaron al juego sucio en contra del país.

El asunto de Lozoya Austin huele mal, porque hay mucho encubrimiento por parte de Luis Videgaray, exdirector de Hacienda y de Relaciones Exteriores, y de Peña Nieto. Empero, también existe poca efectividad de los fiscales de la Cuarta Transformación, que dejan pasar tiempo precioso para que el pueblo conozca la verdad y si hay delitos que sean castigados.

El exdirector de Pemex aceptó ser extraditado de España y no pelear para evitar ser traído a México, luego de negociar con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. El acuerdo fue tan sólido, que hasta el momento nadie sabe dónde se encuentra. Según unos, será testigo o informante protegido, mientas que otros aseguran que está hospitalizado.

Lo único cierto es que tanto la detención de Lozoya Austin, como la del exgobernador de Chihuahua, César Duarte, además de la exsecretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles, confirman que el PRI buscó por todos lados obtener recursos fuera de la ley para comprar conciencias y votos con tal de continuar en el poder, lo cual no pudo ocurrir porque el pueblo se cansó de tanta corrupción promovida por los priistas y sostenida por la “docena” trágica panista, que tampoco siguieron en el gobierno nacional.

MERAZ, UN PERIODISTA QUE LO HA VISTO CASI TODO: LAT

Regularmente en esta columna, no se abordan algunos temas, pero esta ocasión es necesario, porque en los Estados Unidos se ha acentuado el anti mexicanismo, pues consideran a nuestros paisanos flojos, asesinos, lo peor de lo peor, lo cual no es cierto ya que existen ciudadanos como Gregorio Meraz quien lleva 40 años como corresponsal de Televisa y ha sacado la cara por connacionales.

A Continuación presento un fragmento de la entrevista que le hicieron en el prestigioso diario de Los Ángeles Times, sobre su trabajo en la Unión Americana y su destacada labor:

“Gregorio Meraz es un periodista que lo ha visto casi todo: desde presidentes de Estados Unidos y México, hasta Hugo Chávez, de Venezuela, Manuel Antonio Noriega de Panamá y personajes como la Madre Teresa de Calcuta, el Arzobispo Sudafricano Desmond Tutu. Tuvo conversaciones con Andrei Sakharov, padre de la bomba de hidrógeno, hasta las guerras de Afganistán, Irak, Nicaragua y las Malvinas.

“A pesar de que en sus 45 años de carrera periodística ha sido testigo de los principales hechos que le han dado forma al mundo, todavía hay cosas que lo asombran, como darse cuenta de que en la guerra lo mejor y lo peor del ser humano aflora.

“Con esa experiencia acumulada, Meraz, corresponsal en Washington desde hace más de 20 años, lanzó el libro ‘El Periodismo: Una lección en cada nota’, en el que narra las vivencias de un corresponsal de guerra. “Pero es mucho más que eso, dice durante una extensa charla desde su hogar en la capital de Estados Unidos. “Me centré en la guerra, pero sobre todo en el papel que ejerce la adrenalina en situaciones extremas”, dice Meraz, quien además fue fundador del sistema de noticias de Televisa en la región Tijuana-San Diego.

“De sus motivos para escribir este libro, Meraz afirma que no es un alarde de sus logros, sino la necesidad de decirle a las nuevas generaciones de periodistas que la profesión vale la pena, que en el periodismo todos los días se aprende algo nuevo.”

Y hasta la próxima semana, en este mismo espacio.

manuelmejidot@gmail.com