/ sábado 28 de marzo de 2020

4T: ¿está hecha de discurso o de ingenio?

La esperanza es lo último que perderá el pueblo mexicano ante esta crisis sanitaria, que a su vez ocasionará una económica la cual representa una oportunidad para relanzar la prosperidad del país o sumirlo aún más en la miseria.

Aunque las autoridades han dado muestra de tomar decisiones erráticas, porque cada gobernante impone las medidas que mejor le parecen, debe reconocerse la validez en el argumento del gobierno federal de aplazar el paro de la actividad económica para no acelerar la afectación que ocasionará, principalmente, entre quienes menos tienen.

Según cifras difundidas por el INEGI esta semana, en febrero pasado 56 de cada 100 trabajadores estaban en la informalidad, es decir más de la mitad de la Población Económicamente Activa. Ese grupo es considerado “laboralmente vulnerable”, ya que carece de contratos, prestaciones y, en la mayoría de los casos, de protección social y acceso a instituciones de salud, porque el Insabi ha resultado una vacilada de la 4T.

Ante este escenario, los mexicanos se ven obligados a salir a la calle a vender cuanto está a su alcance, que les permita ingresos para llevar comida a su mesa. En caso de decretarse el asilamiento obligado, ¿qué pasará con esos millones de subempleados que apenas ganan para sobrevivir el día a día?

Hace unos días, el subsecretario de Salud de México, Hugo López Gatell, concedió una entrevista al diario español El País, en la que explicó por qué han decidido de esa manera las acciones sanitarias:

“Pensemos en un comerciante de alimentos, en un taquero, en un albañil, esa es la población a la que nos interesa proteger. El balance correcto entre proteger la salud y la vida y proteger a la sociedad, no solo en el presente, sino en meses, en años después, es una delicada tarea. Para decirlo de una manera dramática, pero que no deja de ser real, quien pierda el trabajo pero esté dentro del empleo formal, cuando se recupere esta recesión, tendrá cierta posibilidad de volver. Pero quien viva al día, no va a tener esa posibilidad en el corto plazo y eso va a crear una disrupción social mayúscula.”


EL “PARÓN” QUE PUSO A PRUEBA LA 4T

La disyuntiva es ¿cómo cumplir con el aislamiento social recomendado como una medida necesaria para evitar la propagación del covid 19? ¿Qué hacemos con los millones de mexicanos que viven al día, que no tienen un ahorro?

A ese ejército de subempleados se les puede ayudar con microcréditos, programas sociales que duren pocos meses, para que reinicien su actividad lo antes posible.

Empero, existe otro sector realmente importante que no vive de la dádiva gubernamental y es un factor importante para la economía nacional. Se trata de los micro y pequeños empresarios, quienes a base de esfuerzo emprendieron un negocio y emplean desde uno hasta 10 personas.

Hasta el año pasado había en México 4 millones 057 mil 719 micros y pequeños establecimientos, fábricas y diversos prestadores de servicios que generan el 72 por ciento de la fuente laboral y el 52 por ciento del Producto Interno Bruto.

Ese enorme grupo se verá en riesgo de cerrar, pasada la contingencia y, como están las cosas, será muy tardado volver a juntar un ahorro para invertirlo en un nuevo proyecto, resistir hasta que funcione para, después, obtener más recursos que le permitan volver a contratar a más personal.

Si bien es cierto que los gobiernos neoliberales abusaron del poder creando dependencias innecesarias o duplicando sus labores, también debe señalarse que algunas debieron reestructurarse y buscar la manera de mejorar su función.

Tal fue el caso del Instituto Nacional del Emprendedor, creado en 2013 por el espurio Felipe Calderón y desaparecido apenas el año pasado por el actual gobierno, por considerarlo innecesario cuando la realidad es que pudo ser un organismo que apoyara verdaderamente a grandes proyectos económicos, de los miles que hay en el país esperando una oportunidad, y no un negocio familiar al servicio del presidente en turno, como ocurrió mientras estuvo en funciones.

Este “parón” económico, social, cultural, político y legislativo pondrá en una difícil situación a la administración lopezobradorista, porque hoy más que nunca deberán mostrar capacidad, talento pero, sobre todo, ingenio para salir de esta crisis.


EL DESCUIDO HOSPITALARIO

También será necesario replantarse la capacidad de respuesta ante una contingencia mayor y los recursos con los que se cuenta, porque el coronavirus continuará propagándose y llegará a todos los rincones del país, incluidos aquellos donde no hay hospitales, ni siquiera un consultorio, cuando mucho habrá una botica.

Se han dado casos, como el de la señora Blanca Hernández quien escribió una carta para denunciar que el pasado martes llevó a su esposo al Hospital Nacional de Nutrición, donde le realizaron una prueba que dio positiva de covid 19 y, desde el miércoles hasta el viernes, personal médico no le dio ningún informe sobre el estado de salud de su pareja.

También hubo descuido de quienes dirigen el IMSS, el ISSSTE y los hospitales que opera la Secretaría de Salud para capacitar al personal y proveerle los insumos necesarios para atender a pacientes con el coronavirus, lo que ha motivado que médicos y enfermeras se manifiesten para exigir mayor atención del gobierno.

Y de nueva cuenta, los laboratorios privados han aprovechado el momento para ofrecer pruebas para detectar el covid 19 que son falsas, no están autorizados para realizarlas o no cuenta con las adecuadas, empero sí las cobra por adelantado.

Además, ya hay escasez de medicamentos, alimentos y demás insumos de uso cotidiano, que deberá regularizarse en las próximas semanas, porque podría ocurrir una mayor tensión social.

Desde el resguardo social, los mexicanos vivimos una nueva experiencia, de la que deberemos sacar la mejor partida y, para cuando volvamos a las calles, lo hagamos con mayor conciencia.

Y hasta la próxima, en este mismo espacio.


manuelmejidot@gmail.com



La esperanza es lo último que perderá el pueblo mexicano ante esta crisis sanitaria, que a su vez ocasionará una económica la cual representa una oportunidad para relanzar la prosperidad del país o sumirlo aún más en la miseria.

Aunque las autoridades han dado muestra de tomar decisiones erráticas, porque cada gobernante impone las medidas que mejor le parecen, debe reconocerse la validez en el argumento del gobierno federal de aplazar el paro de la actividad económica para no acelerar la afectación que ocasionará, principalmente, entre quienes menos tienen.

Según cifras difundidas por el INEGI esta semana, en febrero pasado 56 de cada 100 trabajadores estaban en la informalidad, es decir más de la mitad de la Población Económicamente Activa. Ese grupo es considerado “laboralmente vulnerable”, ya que carece de contratos, prestaciones y, en la mayoría de los casos, de protección social y acceso a instituciones de salud, porque el Insabi ha resultado una vacilada de la 4T.

Ante este escenario, los mexicanos se ven obligados a salir a la calle a vender cuanto está a su alcance, que les permita ingresos para llevar comida a su mesa. En caso de decretarse el asilamiento obligado, ¿qué pasará con esos millones de subempleados que apenas ganan para sobrevivir el día a día?

Hace unos días, el subsecretario de Salud de México, Hugo López Gatell, concedió una entrevista al diario español El País, en la que explicó por qué han decidido de esa manera las acciones sanitarias:

“Pensemos en un comerciante de alimentos, en un taquero, en un albañil, esa es la población a la que nos interesa proteger. El balance correcto entre proteger la salud y la vida y proteger a la sociedad, no solo en el presente, sino en meses, en años después, es una delicada tarea. Para decirlo de una manera dramática, pero que no deja de ser real, quien pierda el trabajo pero esté dentro del empleo formal, cuando se recupere esta recesión, tendrá cierta posibilidad de volver. Pero quien viva al día, no va a tener esa posibilidad en el corto plazo y eso va a crear una disrupción social mayúscula.”


EL “PARÓN” QUE PUSO A PRUEBA LA 4T

La disyuntiva es ¿cómo cumplir con el aislamiento social recomendado como una medida necesaria para evitar la propagación del covid 19? ¿Qué hacemos con los millones de mexicanos que viven al día, que no tienen un ahorro?

A ese ejército de subempleados se les puede ayudar con microcréditos, programas sociales que duren pocos meses, para que reinicien su actividad lo antes posible.

Empero, existe otro sector realmente importante que no vive de la dádiva gubernamental y es un factor importante para la economía nacional. Se trata de los micro y pequeños empresarios, quienes a base de esfuerzo emprendieron un negocio y emplean desde uno hasta 10 personas.

Hasta el año pasado había en México 4 millones 057 mil 719 micros y pequeños establecimientos, fábricas y diversos prestadores de servicios que generan el 72 por ciento de la fuente laboral y el 52 por ciento del Producto Interno Bruto.

Ese enorme grupo se verá en riesgo de cerrar, pasada la contingencia y, como están las cosas, será muy tardado volver a juntar un ahorro para invertirlo en un nuevo proyecto, resistir hasta que funcione para, después, obtener más recursos que le permitan volver a contratar a más personal.

Si bien es cierto que los gobiernos neoliberales abusaron del poder creando dependencias innecesarias o duplicando sus labores, también debe señalarse que algunas debieron reestructurarse y buscar la manera de mejorar su función.

Tal fue el caso del Instituto Nacional del Emprendedor, creado en 2013 por el espurio Felipe Calderón y desaparecido apenas el año pasado por el actual gobierno, por considerarlo innecesario cuando la realidad es que pudo ser un organismo que apoyara verdaderamente a grandes proyectos económicos, de los miles que hay en el país esperando una oportunidad, y no un negocio familiar al servicio del presidente en turno, como ocurrió mientras estuvo en funciones.

Este “parón” económico, social, cultural, político y legislativo pondrá en una difícil situación a la administración lopezobradorista, porque hoy más que nunca deberán mostrar capacidad, talento pero, sobre todo, ingenio para salir de esta crisis.


EL DESCUIDO HOSPITALARIO

También será necesario replantarse la capacidad de respuesta ante una contingencia mayor y los recursos con los que se cuenta, porque el coronavirus continuará propagándose y llegará a todos los rincones del país, incluidos aquellos donde no hay hospitales, ni siquiera un consultorio, cuando mucho habrá una botica.

Se han dado casos, como el de la señora Blanca Hernández quien escribió una carta para denunciar que el pasado martes llevó a su esposo al Hospital Nacional de Nutrición, donde le realizaron una prueba que dio positiva de covid 19 y, desde el miércoles hasta el viernes, personal médico no le dio ningún informe sobre el estado de salud de su pareja.

También hubo descuido de quienes dirigen el IMSS, el ISSSTE y los hospitales que opera la Secretaría de Salud para capacitar al personal y proveerle los insumos necesarios para atender a pacientes con el coronavirus, lo que ha motivado que médicos y enfermeras se manifiesten para exigir mayor atención del gobierno.

Y de nueva cuenta, los laboratorios privados han aprovechado el momento para ofrecer pruebas para detectar el covid 19 que son falsas, no están autorizados para realizarlas o no cuenta con las adecuadas, empero sí las cobra por adelantado.

Además, ya hay escasez de medicamentos, alimentos y demás insumos de uso cotidiano, que deberá regularizarse en las próximas semanas, porque podría ocurrir una mayor tensión social.

Desde el resguardo social, los mexicanos vivimos una nueva experiencia, de la que deberemos sacar la mejor partida y, para cuando volvamos a las calles, lo hagamos con mayor conciencia.

Y hasta la próxima, en este mismo espacio.


manuelmejidot@gmail.com