/ jueves 23 de febrero de 2017

Abatir consumo, única solución vs. drogas

El fracaso histórico de la Gran Muralla China, hoy la nación con mayor apertura comercial y productiva del mundo, la Muralla Romana de Lugo, avasallada por las prácticas integradoras de la Comunidad Europea, o los Muros del Atlántico y de Berlín en torno a la Segunda Guerra Mundial, derribados en su totalidad, nos muestran las reliquias de una actitud belicista y proteccionista como corolarios del previsible fracaso del Muro de Trump.

Aislar a los EU con un muro, nación intervencionista y militar con intereses económicos en todo el mundo, es más una actitud propagandista que una verdadera intención de proteger su territorio, de la cual se deriva un nacionalismo exacerbado al estilo Trump, como una nueva forma de percibir la realidad desde el narcisismo (solo él), la megalomanía (letrero con su apellido en todas sus edificaciones) y la paranoia (enemigos fronterizos, raciales, religiosos, económicos, militares y culturales).

El Muro de Trump no es una novedad, pues existen en la frontera de México con EU actualmente 50 muros, los cuales dividen tramos entre ambas naciones de California y Tijuana, de Arizona y Sonora, de Nuevo México y Baja California, de Texas y Chihuahua. Bill Clinton en 1994 hizo varias edificaciones a las cuales denominó “Operación Guardián”, y Barack Obama reconoció en 2011 llevarse construidos mil 044 kilómetros, para llegar a mil 120 al final de su gestión.

Esos muros no han frenado el consumo de drogas de los norteamericanos, ni el tráficos de armas e indocumentados, pero sí han provocado colocar los EU en la nación con el mayor porcentaje de adictos (pasó de 22 millones en 2005 a 28 millones en 2015) provocando efectos en la proliferación de enfermedades mentales yterrorismo local.

El Informe Mundial sobre las Drogas 2016 de la ONU, señala el incremento en la producción de cocaína en Colombia en un 4 por ciento, cuyo destino final es EU, creciendo en esta nación el consumo de marihuana, heroína y metanfetaminas de manera alarmante.

En el propio suelo norteamericano aumentó su producción de marihuana en 2016 a 5.8 mil millones de dólares, estimándose llegar en 2021 a 20.2 mil millones según Arc View Market Research, con un crecimiento anual en promedio del 25 por ciento. El origen adictivo de la sociedad norteamericana se datambién con el abuso de las metanfetaminas, producida y consumida en Honolulu, San Diego, Seatle, San Francisco y Los Ángeles.

Según la encuesta Nacional Sobre el Uso de Drogas y Salud más de 10 millones de personas mayores de 12 años habían probado la metanfetamina, mayoritariamente producida en el país; de 1995 al 2002 aumentaron en un 50 por ciento las visitas en salas de emergencia por abuso de esa droga.

Esa producción y abuso de drogas no se controlará con el Muro de Trump, pues es un problema interno. Y de manera curiosa y tal vez hasta anecdótica, es el Gobierno mexicano con sus acciones quien sufre y participa en un verdadero y decidido combate a los cárteles de las drogas, haciendo nosotrosconstantes decomisos en la frontera con EU.

Resultaría más alentador saber de una estrategia nacional norteamericana para la disminución de las adicciones, para reducir su demanda interna y desalentar la producción, distribución y riqueza de quienes viven del dolor ajeno, la locura o la muerte como secuelas de las drogas.

El Muro de Trump es la fantasía personal de quien en su propia casa niega a sí mismo o no quiere ver lo que todo el mundo ya sabe, su previsible fracaso. hectorluna2026@gmail.com

El fracaso histórico de la Gran Muralla China, hoy la nación con mayor apertura comercial y productiva del mundo, la Muralla Romana de Lugo, avasallada por las prácticas integradoras de la Comunidad Europea, o los Muros del Atlántico y de Berlín en torno a la Segunda Guerra Mundial, derribados en su totalidad, nos muestran las reliquias de una actitud belicista y proteccionista como corolarios del previsible fracaso del Muro de Trump.

Aislar a los EU con un muro, nación intervencionista y militar con intereses económicos en todo el mundo, es más una actitud propagandista que una verdadera intención de proteger su territorio, de la cual se deriva un nacionalismo exacerbado al estilo Trump, como una nueva forma de percibir la realidad desde el narcisismo (solo él), la megalomanía (letrero con su apellido en todas sus edificaciones) y la paranoia (enemigos fronterizos, raciales, religiosos, económicos, militares y culturales).

El Muro de Trump no es una novedad, pues existen en la frontera de México con EU actualmente 50 muros, los cuales dividen tramos entre ambas naciones de California y Tijuana, de Arizona y Sonora, de Nuevo México y Baja California, de Texas y Chihuahua. Bill Clinton en 1994 hizo varias edificaciones a las cuales denominó “Operación Guardián”, y Barack Obama reconoció en 2011 llevarse construidos mil 044 kilómetros, para llegar a mil 120 al final de su gestión.

Esos muros no han frenado el consumo de drogas de los norteamericanos, ni el tráficos de armas e indocumentados, pero sí han provocado colocar los EU en la nación con el mayor porcentaje de adictos (pasó de 22 millones en 2005 a 28 millones en 2015) provocando efectos en la proliferación de enfermedades mentales yterrorismo local.

El Informe Mundial sobre las Drogas 2016 de la ONU, señala el incremento en la producción de cocaína en Colombia en un 4 por ciento, cuyo destino final es EU, creciendo en esta nación el consumo de marihuana, heroína y metanfetaminas de manera alarmante.

En el propio suelo norteamericano aumentó su producción de marihuana en 2016 a 5.8 mil millones de dólares, estimándose llegar en 2021 a 20.2 mil millones según Arc View Market Research, con un crecimiento anual en promedio del 25 por ciento. El origen adictivo de la sociedad norteamericana se datambién con el abuso de las metanfetaminas, producida y consumida en Honolulu, San Diego, Seatle, San Francisco y Los Ángeles.

Según la encuesta Nacional Sobre el Uso de Drogas y Salud más de 10 millones de personas mayores de 12 años habían probado la metanfetamina, mayoritariamente producida en el país; de 1995 al 2002 aumentaron en un 50 por ciento las visitas en salas de emergencia por abuso de esa droga.

Esa producción y abuso de drogas no se controlará con el Muro de Trump, pues es un problema interno. Y de manera curiosa y tal vez hasta anecdótica, es el Gobierno mexicano con sus acciones quien sufre y participa en un verdadero y decidido combate a los cárteles de las drogas, haciendo nosotrosconstantes decomisos en la frontera con EU.

Resultaría más alentador saber de una estrategia nacional norteamericana para la disminución de las adicciones, para reducir su demanda interna y desalentar la producción, distribución y riqueza de quienes viven del dolor ajeno, la locura o la muerte como secuelas de las drogas.

El Muro de Trump es la fantasía personal de quien en su propia casa niega a sí mismo o no quiere ver lo que todo el mundo ya sabe, su previsible fracaso. hectorluna2026@gmail.com