/ sábado 3 de octubre de 2015

Alto Poder / Manuel Mejido

* Conforme aumenta la violencia, el país más se desprestigia

* Antes México exportaba energéticos, ahora pobres

* Los capitales privados cuentan con más recursos que el Estado

La desigualdad extrema, tan notable que impera en todo el territorio nacional, es directamente proporcional al aumento de la litigiosidad y la violencia en los cuatro puntos cardinales de la nación.

El narcotráfico, el crimen organizado y otros grupos delincuenciales, que parecen llevar siempre un paso adelante del Ejército, la marina y los policías, no se han salido del esquema estrictamente delincuencial, como ocurrió en Guatemala donde se pidió la salida del Presidente y aumentó el desorden ya existente.

En ese país centroamericano, como en México y cualquiera otro de Iberoamérica, un Estado fuerte no le conviene a los grupos del dinero que son quienes manipulan a los gobiernos.

En la medida en que aumenta la violencia, México se desprestigia y pierde productividad. Los hombres del dinero, sin embargo, aumentan sus fortunas con la vieja sentencia bíblica de que “a río revuelto, ganancia de pescadores”.

Algo marcha muy mal en el país y parece no ser advertido por los gobernantes, ni por los legisladores, ni por los luchadores sociales. En 1994, México era el cuarto destino en la Inversión Extranjera Directa. Ahora apenas alcanza el vigésimo primer lugar y continúa en un peligroso retroceso que hasta hoy nadie ha propuesto alguna fórmula que lo detenga.

Silenciosamente, en el país se ha dejado de apostar a las instituciones y la competitividad. No hay grupos de profesionales de alguna disciplina que estén trabajando para poner un dique al avance del narcotráfico y el crimen organizado.

En los alegres tiempos de la modernidad y la supuesta entrada al primer mundo durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, las privatizaciones a ultranza destruyeron el campo, la agricultura, la ganadería, la silvicultura y en los 10 mil kilómetros de litorales, la pesca. La planta industrial en toda la nación también sufrió graves daños. De “braceros” pasaron a “mover México”

En la actualidad, el poder ha escapado de las manos de los gobernantes y las consecuencias son tan graves como lo demuestra el hecho de que la riqueza del país la genera la exportación de pobres hacia Estados Unidos.

Desde hace más de una década, durante la presidencia de Vicente Fox, las remesas de los “braceros” (ahora llamados migrantes indocumentados) superaron al ingreso de las exportaciones petroleras.

En contra del sentir popular y de las izquierdas delirantes, el actual Gobierno en su interés primario de “Mover a México” se realizaron las reformas constitucionales que hoy ya permiten vender a nacionales y extranjeros, el gas y el petróleo que antes eran un monopolio del Estado.

Con la esperanza de que iba a generar miles de millones de dólares al erario, el 15 de julio pasado se inició la subasta de yacimientos petroleros de la Ronda Uno que resultó un fracaso, porque la cantidad de ponentes esperados nunca llegó. En cambio, la que sí adquirió presencia y carta de naturalización fue la caída de los precios del petróleo en el mundo, la cual, significó que en el 2014 los ingresos petroleros fueran de 38 por ciento y en 2015 serán sólo del 17 por ciento.

Aún no existe un marco regulatorio a las reformas constitucionales de los hidrocarburos. El proceso legislativo obliga a, primero, promulgar la ley. Luego, establecer las leyes secundarias y, finalmente, los reglamentos, porque para que operen estos cambios, deben pasar por este proceso que aún no transita la reforma energética.

Antiguamente, los presidentes (verdaderos autócratas) decían al Congreso que redactaran las leyes, pero que le dejaran a él el diseño de los reglamentos. De esa manera, simple y sencillamente, hacían lo que querían con la ley y la usaban con tanta laxitud que la autocracia estuvo siempre por encima de la supuesta democracia en que vive el país.

Es cierto que el Poder Ejecutivo tiene facultad para reglamentar las leyes, que es exclusiva del Presidente, pero esa es una de las varias zonas grises que existen en el sistema político mexicano y que, intencionalmente, nunca se han corregido porque siempre ha resultado más fuerte y más firme el poder de Los Pinos que el del Congreso.

Estado pobre, empresarios ricos

Por la falta de respeto a la ley de parte de las mismas autoridades, el pueblo tomó peligrosamente el camino del desorden, con marchas, plantones, tomas de carreteras, saqueo de comercios, secuestro de autobuses, etcétera. Hasta el más ignorante de los políticos sabe que el país no avanzará ni con sombrerazos ni con balazos y, sin embargo, no hacen nada por restablecer el orden.

La tentación para meterse en el desorden es muy grande, porque 70 millones de mexicanos se encuentran en algún grado de pobreza, de los cuales 27 millones 400 mil están en la miseria. Esta es la manera más fácil de acabar con el país. Así no hay democracia en el mundo que lo resista.

Solo la ceguera, la prepotencia y la arrogancia de quienes están en el poder les impiden ver que México tiene dos economías. La de los grandes capitales que crecen al 15 por ciento anual y la nacional, estancada desde hace 30 años, que solo lo hace al cuatro por ciento.

Los capitales privados tienen más recursos que el Estado. Los grandes ingresos que tenía la nación en hidrocarburos, electricidad, telecomunicaciones y otros servicios ahora pertenecen a corporaciones privadas extranjeras.

La última novedad sobre este peligro, la representa claramente la AT&T, empresa estadunidense de comunicaciones que ofrece, como su mejor punto de venta, la eliminación de las fronteras México-Estados Unidos-Canadá para establecer un mercado común de telefonía, pero manejado desde Washington.

Los gobernantes parecen tener muy corta memoria, porque olvidan que la ITT metió sus tentáculos en revoluciones, golpes de Estados, guerras y guerrillas en el mundo. Una de las más sonadas fue el golpe de Estado y el asesinato del presidente Salvador Allende, en Chile, por parte de un grupo de militares que tenían como respaldo el capital y la tecnología de la International Telephoneand Telegraph.

La agricultura nacional está en manos de trasnacionales como la Monsanto, Syngenta y Bayer. Las gasolinas que el pueblo consume, proceden de petróleo mexicano exportado a Estados Unidos que lo regresa refinado como gasolinas.

El propio Gobierno nacional se pone la soga al cuello, igual que a los mexicanos, para que Estados Unidos manipulen ese cadalso financiero en el que está el país permanentemente.

Por desgracia, donde se escarbe en México se encontrarán graves indicios de la administración fallida del país. Las ingeniosas protestas de Layda

Ante el costumbrismo de las protestas y el apaciguamiento de los movimientos con métodos policíacos, los ciudadanos ceden y se agachan. Salvo una que es valiente, crítica e ingeniosa, además que conoce perfectamente bien la telaraña política nacional.

Esa mujer es Layda Elena Sansores San Román. Senadora del Partido del Trabajo, afín al Movimiento Regeneración Nacional. Fue priísta y no supieron aquilatar sus méritos. Fue perredista y le tuvieron miedo a su pensamiento de avanzada y cercanía con el pueblo.

A Layda Elena de casta le viene al galgo, porque es hija de otro gran político que en su momento traía loco con su protesta al entonces gobernador de Campeche Alberto Trueba Urbina y tenía preocupados a los políticos que se encontraban cómodamente apoltronados en los méritos de una Revolución que vieron pasar ante su tiempo, pero que no participaron con fusil en las manos.

La senadora campechana le ha impreso a la protesta política la vertiginosidad que no tiene. Cuando descubre los abusos del poder y la rapiña del dinero público, de inmediato toma la tribuna del Senado, aún en contra de quienes pretenden un Congreso silencioso y denuncia a los corruptos.

Y hasta la próxima semana, en este mismo espacio. manuelmejidot@gmail.com

* Conforme aumenta la violencia, el país más se desprestigia

* Antes México exportaba energéticos, ahora pobres

* Los capitales privados cuentan con más recursos que el Estado

La desigualdad extrema, tan notable que impera en todo el territorio nacional, es directamente proporcional al aumento de la litigiosidad y la violencia en los cuatro puntos cardinales de la nación.

El narcotráfico, el crimen organizado y otros grupos delincuenciales, que parecen llevar siempre un paso adelante del Ejército, la marina y los policías, no se han salido del esquema estrictamente delincuencial, como ocurrió en Guatemala donde se pidió la salida del Presidente y aumentó el desorden ya existente.

En ese país centroamericano, como en México y cualquiera otro de Iberoamérica, un Estado fuerte no le conviene a los grupos del dinero que son quienes manipulan a los gobiernos.

En la medida en que aumenta la violencia, México se desprestigia y pierde productividad. Los hombres del dinero, sin embargo, aumentan sus fortunas con la vieja sentencia bíblica de que “a río revuelto, ganancia de pescadores”.

Algo marcha muy mal en el país y parece no ser advertido por los gobernantes, ni por los legisladores, ni por los luchadores sociales. En 1994, México era el cuarto destino en la Inversión Extranjera Directa. Ahora apenas alcanza el vigésimo primer lugar y continúa en un peligroso retroceso que hasta hoy nadie ha propuesto alguna fórmula que lo detenga.

Silenciosamente, en el país se ha dejado de apostar a las instituciones y la competitividad. No hay grupos de profesionales de alguna disciplina que estén trabajando para poner un dique al avance del narcotráfico y el crimen organizado.

En los alegres tiempos de la modernidad y la supuesta entrada al primer mundo durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, las privatizaciones a ultranza destruyeron el campo, la agricultura, la ganadería, la silvicultura y en los 10 mil kilómetros de litorales, la pesca. La planta industrial en toda la nación también sufrió graves daños. De “braceros” pasaron a “mover México”

En la actualidad, el poder ha escapado de las manos de los gobernantes y las consecuencias son tan graves como lo demuestra el hecho de que la riqueza del país la genera la exportación de pobres hacia Estados Unidos.

Desde hace más de una década, durante la presidencia de Vicente Fox, las remesas de los “braceros” (ahora llamados migrantes indocumentados) superaron al ingreso de las exportaciones petroleras.

En contra del sentir popular y de las izquierdas delirantes, el actual Gobierno en su interés primario de “Mover a México” se realizaron las reformas constitucionales que hoy ya permiten vender a nacionales y extranjeros, el gas y el petróleo que antes eran un monopolio del Estado.

Con la esperanza de que iba a generar miles de millones de dólares al erario, el 15 de julio pasado se inició la subasta de yacimientos petroleros de la Ronda Uno que resultó un fracaso, porque la cantidad de ponentes esperados nunca llegó. En cambio, la que sí adquirió presencia y carta de naturalización fue la caída de los precios del petróleo en el mundo, la cual, significó que en el 2014 los ingresos petroleros fueran de 38 por ciento y en 2015 serán sólo del 17 por ciento.

Aún no existe un marco regulatorio a las reformas constitucionales de los hidrocarburos. El proceso legislativo obliga a, primero, promulgar la ley. Luego, establecer las leyes secundarias y, finalmente, los reglamentos, porque para que operen estos cambios, deben pasar por este proceso que aún no transita la reforma energética.

Antiguamente, los presidentes (verdaderos autócratas) decían al Congreso que redactaran las leyes, pero que le dejaran a él el diseño de los reglamentos. De esa manera, simple y sencillamente, hacían lo que querían con la ley y la usaban con tanta laxitud que la autocracia estuvo siempre por encima de la supuesta democracia en que vive el país.

Es cierto que el Poder Ejecutivo tiene facultad para reglamentar las leyes, que es exclusiva del Presidente, pero esa es una de las varias zonas grises que existen en el sistema político mexicano y que, intencionalmente, nunca se han corregido porque siempre ha resultado más fuerte y más firme el poder de Los Pinos que el del Congreso.

Estado pobre, empresarios ricos

Por la falta de respeto a la ley de parte de las mismas autoridades, el pueblo tomó peligrosamente el camino del desorden, con marchas, plantones, tomas de carreteras, saqueo de comercios, secuestro de autobuses, etcétera. Hasta el más ignorante de los políticos sabe que el país no avanzará ni con sombrerazos ni con balazos y, sin embargo, no hacen nada por restablecer el orden.

La tentación para meterse en el desorden es muy grande, porque 70 millones de mexicanos se encuentran en algún grado de pobreza, de los cuales 27 millones 400 mil están en la miseria. Esta es la manera más fácil de acabar con el país. Así no hay democracia en el mundo que lo resista.

Solo la ceguera, la prepotencia y la arrogancia de quienes están en el poder les impiden ver que México tiene dos economías. La de los grandes capitales que crecen al 15 por ciento anual y la nacional, estancada desde hace 30 años, que solo lo hace al cuatro por ciento.

Los capitales privados tienen más recursos que el Estado. Los grandes ingresos que tenía la nación en hidrocarburos, electricidad, telecomunicaciones y otros servicios ahora pertenecen a corporaciones privadas extranjeras.

La última novedad sobre este peligro, la representa claramente la AT&T, empresa estadunidense de comunicaciones que ofrece, como su mejor punto de venta, la eliminación de las fronteras México-Estados Unidos-Canadá para establecer un mercado común de telefonía, pero manejado desde Washington.

Los gobernantes parecen tener muy corta memoria, porque olvidan que la ITT metió sus tentáculos en revoluciones, golpes de Estados, guerras y guerrillas en el mundo. Una de las más sonadas fue el golpe de Estado y el asesinato del presidente Salvador Allende, en Chile, por parte de un grupo de militares que tenían como respaldo el capital y la tecnología de la International Telephoneand Telegraph.

La agricultura nacional está en manos de trasnacionales como la Monsanto, Syngenta y Bayer. Las gasolinas que el pueblo consume, proceden de petróleo mexicano exportado a Estados Unidos que lo regresa refinado como gasolinas.

El propio Gobierno nacional se pone la soga al cuello, igual que a los mexicanos, para que Estados Unidos manipulen ese cadalso financiero en el que está el país permanentemente.

Por desgracia, donde se escarbe en México se encontrarán graves indicios de la administración fallida del país. Las ingeniosas protestas de Layda

Ante el costumbrismo de las protestas y el apaciguamiento de los movimientos con métodos policíacos, los ciudadanos ceden y se agachan. Salvo una que es valiente, crítica e ingeniosa, además que conoce perfectamente bien la telaraña política nacional.

Esa mujer es Layda Elena Sansores San Román. Senadora del Partido del Trabajo, afín al Movimiento Regeneración Nacional. Fue priísta y no supieron aquilatar sus méritos. Fue perredista y le tuvieron miedo a su pensamiento de avanzada y cercanía con el pueblo.

A Layda Elena de casta le viene al galgo, porque es hija de otro gran político que en su momento traía loco con su protesta al entonces gobernador de Campeche Alberto Trueba Urbina y tenía preocupados a los políticos que se encontraban cómodamente apoltronados en los méritos de una Revolución que vieron pasar ante su tiempo, pero que no participaron con fusil en las manos.

La senadora campechana le ha impreso a la protesta política la vertiginosidad que no tiene. Cuando descubre los abusos del poder y la rapiña del dinero público, de inmediato toma la tribuna del Senado, aún en contra de quienes pretenden un Congreso silencioso y denuncia a los corruptos.

Y hasta la próxima semana, en este mismo espacio. manuelmejidot@gmail.com