/ lunes 11 de septiembre de 2017

Amargas lecciones

Las inundaciones en la capital de la República, que sufrieron los cedemexinos y millones del Valle de México, no solo fueron ocasionadas por las lluvias, que año con año se precipitan desde las épocas precolombinas, sino por la ineficiencia extremosa del desgobierno actual que encabezaba el excolaborador de Ebrard, antes de ausentarse de sus responsabilidades para entregarse a las viscosas mieles de las vanidades mediáticas con tal de ser precandidato de alguno de los partidos minoritarios a cualquier cargo de elección.

En sus precipitaciones olvidó las precipitaciones, que venían ineluctables en el julio regalado, el agosto al costo y el septiembre patrio. Yo me voy de candidato y que me sigan los buenos, dijo, seguramente el doctor Mancera que pasará a la historia como el peor tlatoani de CdMx que ha habido desde Acamampichtli el tenochca. Hasta Luege tuvo que venir a recordarles que esto siempre fue un lago o un sistema lagunario y fluvial con dos características: tiene una orografía de cuenca y concentra enormes volúmenes hídricos de superficie y freáticos.

El agua demostró este año, al igual que el crecimiento brutal del delito de alto y bajo impacto, como el descontrol en el transporte público y los negocios escandalosos con el agua potable, la basura, y el propio transporte, que no es lo mismo estarse probando trajecitos Brioni o engominare de gel el copete, que preparar la ciudad para que no haya desgracias colectivas o individuales.

Mal de muchos consuelo de lerdos y los aluviones desbordados de BCS en Los Cabos, las construcciones purulentas de corrupciones inocultables y de ineptitudes palmarias, demuestran que las insensateces, insensibilidades, e ineficiencias de los gobiernos municipales o federales causan decenas, centenas o miles de muertes según se ha visto en Oaxaca en estos días, al igual que en Chiapas con los sismos que siempre siembran luto por el descuido, la estulticia, la voracidad y la corrupción de las autoridades capitalinas o estatales. Ni a cuál irle.

Tiene mucha razón la gente de todo el país en estar extremadamente irritada por el incremento de la pobreza, por la entrega cruel y cínica del país al extranjero, por las avalanchas de homicidios de mujeres y hombres, los robos a las casas, los asaltos en las calles y en los transportes y sobre todo por el engaño a todas horas de quienes deberían ser servidores públicos y solo son impúdicos cebadores de sus familias y queridos.

Se ha llegado a la vergüenza,o mejor dicho, a la desvergüenza sinvergüenza, de ocultar el número de muertos, el número de desaparecidos, el de heridos, el de damnificados, las cifras de enfermos de cáncer, de diabetes, de obesidad, de alcoholismo, de hipertensión y hasta del número de niños afectados por pediculosis en los colegios. El gobierno se volvió insensible en todos los niveles y en todos los poderes, desde regidores y funcionarios municipales, hasta cresos directores de descentralizadas, desconcentradas y desconcertadas. La mordida, que es una afrenta moral a la gente humilde, se convierte en chiste internacional y cambia de nombre para hacerse menos nauseabunda y es moche, comisión o depósito en el Triángulo de las Bermudas.

Cada listón negro en los hogares del sureste o de Los Cabos, Veracruz o Puebla o en ese mar rojo que tiñe la narcorepública, es culpa inexcusable del aparato público de ayer o de hoy, da lo mismo. México nos dice a gritos lo mismo que Gardel en el tango Adiós Muchachos: “mi cuerpo enfermo no resiste más”.

rojedamestre@yahoo.com

Las inundaciones en la capital de la República, que sufrieron los cedemexinos y millones del Valle de México, no solo fueron ocasionadas por las lluvias, que año con año se precipitan desde las épocas precolombinas, sino por la ineficiencia extremosa del desgobierno actual que encabezaba el excolaborador de Ebrard, antes de ausentarse de sus responsabilidades para entregarse a las viscosas mieles de las vanidades mediáticas con tal de ser precandidato de alguno de los partidos minoritarios a cualquier cargo de elección.

En sus precipitaciones olvidó las precipitaciones, que venían ineluctables en el julio regalado, el agosto al costo y el septiembre patrio. Yo me voy de candidato y que me sigan los buenos, dijo, seguramente el doctor Mancera que pasará a la historia como el peor tlatoani de CdMx que ha habido desde Acamampichtli el tenochca. Hasta Luege tuvo que venir a recordarles que esto siempre fue un lago o un sistema lagunario y fluvial con dos características: tiene una orografía de cuenca y concentra enormes volúmenes hídricos de superficie y freáticos.

El agua demostró este año, al igual que el crecimiento brutal del delito de alto y bajo impacto, como el descontrol en el transporte público y los negocios escandalosos con el agua potable, la basura, y el propio transporte, que no es lo mismo estarse probando trajecitos Brioni o engominare de gel el copete, que preparar la ciudad para que no haya desgracias colectivas o individuales.

Mal de muchos consuelo de lerdos y los aluviones desbordados de BCS en Los Cabos, las construcciones purulentas de corrupciones inocultables y de ineptitudes palmarias, demuestran que las insensateces, insensibilidades, e ineficiencias de los gobiernos municipales o federales causan decenas, centenas o miles de muertes según se ha visto en Oaxaca en estos días, al igual que en Chiapas con los sismos que siempre siembran luto por el descuido, la estulticia, la voracidad y la corrupción de las autoridades capitalinas o estatales. Ni a cuál irle.

Tiene mucha razón la gente de todo el país en estar extremadamente irritada por el incremento de la pobreza, por la entrega cruel y cínica del país al extranjero, por las avalanchas de homicidios de mujeres y hombres, los robos a las casas, los asaltos en las calles y en los transportes y sobre todo por el engaño a todas horas de quienes deberían ser servidores públicos y solo son impúdicos cebadores de sus familias y queridos.

Se ha llegado a la vergüenza,o mejor dicho, a la desvergüenza sinvergüenza, de ocultar el número de muertos, el número de desaparecidos, el de heridos, el de damnificados, las cifras de enfermos de cáncer, de diabetes, de obesidad, de alcoholismo, de hipertensión y hasta del número de niños afectados por pediculosis en los colegios. El gobierno se volvió insensible en todos los niveles y en todos los poderes, desde regidores y funcionarios municipales, hasta cresos directores de descentralizadas, desconcentradas y desconcertadas. La mordida, que es una afrenta moral a la gente humilde, se convierte en chiste internacional y cambia de nombre para hacerse menos nauseabunda y es moche, comisión o depósito en el Triángulo de las Bermudas.

Cada listón negro en los hogares del sureste o de Los Cabos, Veracruz o Puebla o en ese mar rojo que tiñe la narcorepública, es culpa inexcusable del aparato público de ayer o de hoy, da lo mismo. México nos dice a gritos lo mismo que Gardel en el tango Adiós Muchachos: “mi cuerpo enfermo no resiste más”.

rojedamestre@yahoo.com

ÚLTIMASCOLUMNAS
miércoles 03 de enero de 2018

Impresionante tecnológico

Ramón Ojeda

lunes 25 de diciembre de 2017

Mancerazo antiambiental

Ramón Ojeda

lunes 18 de diciembre de 2017

El pregabinete passiflorino

Ramón Ojeda

lunes 11 de diciembre de 2017

La caída de Mancera

Ramón Ojeda

lunes 04 de diciembre de 2017

El Factor Videgaray

Ramón Ojeda

lunes 27 de noviembre de 2017

Que no quede huella

Ramón Ojeda

lunes 20 de noviembre de 2017

Se ensució la sucesión

Ramón Ojeda

lunes 06 de noviembre de 2017

Sicarios pecadores

Ramón Ojeda

Cargar Más