/ lunes 4 de enero de 2016

Arabia Saudita rompe relaciones con Irán

PARÍS, Francia. (OEM-Informex).– La tensión política en Oriente Medio se incrementó en forma dramática después de que Arabia Saudita rompió ayer relaciones diplomáticas con Irán y acordó 48 horas a los diplomáticos de Teherán para que abandonen el país.

La drástica medida, anunciada por canciller Adel al Jubeir, fue adoptada en respuesta al ataque de la embajada saudita en Teherán y la reacción de las principales autoridades iraníes a la muerte del célebre clérigo chiita Nimr Baqer al Nimr, ejecutado el sábado por la monarquía wahabita de Riad.

Los ataques de manifestantes contra el Consulado en Mashad y la Embajada saudita en Teherán "constituyen una violación flagrante de todas las convenciones internacionales", agregó el ministro, quien responsabilizó a las autoridades de Teherán de no haber hecho nada para prevenir ambas agresiones. La Misión Diplomática saudita en la capital iraní fue invadida e incendiada por un millar de jóvenes estudiantes religiosos enardecidos durante la noche del sábado al domingo. Los manifestantes lanzaron cócteles molotov contra la Embajada y lograron entrar en el complejo diplomático hasta que finalmente fueron expulsados por la Policía, que detuvo a unas 40 personas.

El ministro de Relaciones Exteriores saudita denunció además las "injerencias negativas y agresivas de Irán en los asuntos árabes" que, con frecuencia, provocan daños y destrucciones”.

También hubo protestas en Irak, país gobernado por un régimen chiíta como Irán, donde Arabia Saudita acaba de reabrir su Embajada después de haberla mantenido cerrada durante 25 años. El mismo tipo de disturbios se produjeron en varias zonas de Bahrein, en Beirut (Líbano), Bagdad (Irak), Ankara (Turquía), numerosas ciudades de Pakistán, y en Srinagar, en la región india de Cachemira.

Poco a poco, la ola de indignación  —real o alimentada por los clérigos chiítas cercanos al régimen de Teherán—  se extiende como un reguero de pólvora a través del mundo musulmán, que va desde el estrecho del Bósforo (límite occidental de Turquía) hasta los confines de Asia.

Las tensiones también se agudizaron por la escalada de declaraciones de los principales líderes políticos y religiosos iraníes.

El ayatola Alí Khamenei  —líder supremo de Irán y máxima autoridad política y religiosa del país—  había amenazado a Arabia Saudita con "una venganza divina" tras la ejecución de Nimr Baqer al Nimr, episodio que calificó de "error político".

"Sin lugar a dudas, la sangre pura derramada injustamente por este mártir dará sus frutos y una venganza divina recaerá sobre los líderes sauditas", sostuvo en su discurso religioso del domingo.

En un esfuerzo por apaciguar las tensiones, el presidente iraní Hasan Rohaní, condenó los ataques contra la Embajada de Arabia Saudita en Teherán. En un comunicado, el mandatario definió los asaltos como "una acción perpetrada por extremistas" que "dañaron la Embajada y el Consulado de manera injustificable".

Luego de señalar que se trató de ataques “totalmente injustificables”, Rohaní estimó que esas agresiones constituían en primer lugar “un insulto contra el propio Irán y un atentado a su honor”.

Esas afirmaciones, que contrastan con la posición de ayatola Alí Khamenei, parecen confirmar que las agresiones fueron perpetradas por grupos manipulados por los sectores más radicales del régimen de los ayatolas. Expertos occidentales estiman que los diferentes grupos que compiten por el poder en Teherán se libran actualmente a una escalada a fin de posicionarse con vistas a las elecciones legislativas de febrero próximo. Esos analistas afirman que la crisis con Arabia Saudita debe ser interpretada en el marco de esa batalla política interna.

A título de prueba señalan que, lejos de haberse apaciguado con el discurso de Rohaní, la tensión se incrementó en las calles de Teherán en las últimas horas. El domingo por la noche, incluso antes de que se conociera la ruptura de relaciones anunciada por Arabia Saudita, unas mil personas volvieron a manifestar en las calles de la capital para protestar contra le ejecución de al Nimr.

Al mismo tiempo, las autoridades iraníes decidieron rebautizar con el nombre de Nimr al Nimr la calle donde funciona el Consulado de Arabia Saudita en Mashad, que fue escenario de violentos disturbios.

El líder del grupo chiíta libanés Hezbolá, Hassan Nasralá, también se sumó al coro de críticas al afirmar el domingo que Arabia Saudita mostró su "verdadera cara despótica, criminal, terrorista y takfirí (radical sunita)" al ejecutar al clérigo Nimr al Nimr junto a otras 46 personas.

Esa ejecución “es un crimen grave cometido por la familia de los Saud (reinante en Arabia Saudita) y tendrá repercusiones en el mundo y más allá", amenazó Nasralá en un discurso retransmitido por la televisión Al Manar, órgano oficial del Hezbolá.

PARÍS, Francia. (OEM-Informex).– La tensión política en Oriente Medio se incrementó en forma dramática después de que Arabia Saudita rompió ayer relaciones diplomáticas con Irán y acordó 48 horas a los diplomáticos de Teherán para que abandonen el país.

La drástica medida, anunciada por canciller Adel al Jubeir, fue adoptada en respuesta al ataque de la embajada saudita en Teherán y la reacción de las principales autoridades iraníes a la muerte del célebre clérigo chiita Nimr Baqer al Nimr, ejecutado el sábado por la monarquía wahabita de Riad.

Los ataques de manifestantes contra el Consulado en Mashad y la Embajada saudita en Teherán "constituyen una violación flagrante de todas las convenciones internacionales", agregó el ministro, quien responsabilizó a las autoridades de Teherán de no haber hecho nada para prevenir ambas agresiones. La Misión Diplomática saudita en la capital iraní fue invadida e incendiada por un millar de jóvenes estudiantes religiosos enardecidos durante la noche del sábado al domingo. Los manifestantes lanzaron cócteles molotov contra la Embajada y lograron entrar en el complejo diplomático hasta que finalmente fueron expulsados por la Policía, que detuvo a unas 40 personas.

El ministro de Relaciones Exteriores saudita denunció además las "injerencias negativas y agresivas de Irán en los asuntos árabes" que, con frecuencia, provocan daños y destrucciones”.

También hubo protestas en Irak, país gobernado por un régimen chiíta como Irán, donde Arabia Saudita acaba de reabrir su Embajada después de haberla mantenido cerrada durante 25 años. El mismo tipo de disturbios se produjeron en varias zonas de Bahrein, en Beirut (Líbano), Bagdad (Irak), Ankara (Turquía), numerosas ciudades de Pakistán, y en Srinagar, en la región india de Cachemira.

Poco a poco, la ola de indignación  —real o alimentada por los clérigos chiítas cercanos al régimen de Teherán—  se extiende como un reguero de pólvora a través del mundo musulmán, que va desde el estrecho del Bósforo (límite occidental de Turquía) hasta los confines de Asia.

Las tensiones también se agudizaron por la escalada de declaraciones de los principales líderes políticos y religiosos iraníes.

El ayatola Alí Khamenei  —líder supremo de Irán y máxima autoridad política y religiosa del país—  había amenazado a Arabia Saudita con "una venganza divina" tras la ejecución de Nimr Baqer al Nimr, episodio que calificó de "error político".

"Sin lugar a dudas, la sangre pura derramada injustamente por este mártir dará sus frutos y una venganza divina recaerá sobre los líderes sauditas", sostuvo en su discurso religioso del domingo.

En un esfuerzo por apaciguar las tensiones, el presidente iraní Hasan Rohaní, condenó los ataques contra la Embajada de Arabia Saudita en Teherán. En un comunicado, el mandatario definió los asaltos como "una acción perpetrada por extremistas" que "dañaron la Embajada y el Consulado de manera injustificable".

Luego de señalar que se trató de ataques “totalmente injustificables”, Rohaní estimó que esas agresiones constituían en primer lugar “un insulto contra el propio Irán y un atentado a su honor”.

Esas afirmaciones, que contrastan con la posición de ayatola Alí Khamenei, parecen confirmar que las agresiones fueron perpetradas por grupos manipulados por los sectores más radicales del régimen de los ayatolas. Expertos occidentales estiman que los diferentes grupos que compiten por el poder en Teherán se libran actualmente a una escalada a fin de posicionarse con vistas a las elecciones legislativas de febrero próximo. Esos analistas afirman que la crisis con Arabia Saudita debe ser interpretada en el marco de esa batalla política interna.

A título de prueba señalan que, lejos de haberse apaciguado con el discurso de Rohaní, la tensión se incrementó en las calles de Teherán en las últimas horas. El domingo por la noche, incluso antes de que se conociera la ruptura de relaciones anunciada por Arabia Saudita, unas mil personas volvieron a manifestar en las calles de la capital para protestar contra le ejecución de al Nimr.

Al mismo tiempo, las autoridades iraníes decidieron rebautizar con el nombre de Nimr al Nimr la calle donde funciona el Consulado de Arabia Saudita en Mashad, que fue escenario de violentos disturbios.

El líder del grupo chiíta libanés Hezbolá, Hassan Nasralá, también se sumó al coro de críticas al afirmar el domingo que Arabia Saudita mostró su "verdadera cara despótica, criminal, terrorista y takfirí (radical sunita)" al ejecutar al clérigo Nimr al Nimr junto a otras 46 personas.

Esa ejecución “es un crimen grave cometido por la familia de los Saud (reinante en Arabia Saudita) y tendrá repercusiones en el mundo y más allá", amenazó Nasralá en un discurso retransmitido por la televisión Al Manar, órgano oficial del Hezbolá.