/ sábado 2 de septiembre de 2017

Arranca Congreso en crisis por Anaya

1.- Con los pertinaces tropiezos de un liderazgo errático y arrebatado, los panistas han de sufrir la inmensa pena de su extravío. Los rifirrafes en el Senado para la designación del presidente de la Mesa Directiva en la persona de Ernesto Cordero acusan a un líder confundido entre sus conflictos personales –los de interés; los de sus intereses, los de su desbocada ambición y otros-, y sus tareas como presidente del partido de la decencia. El desaire interno en la Cámara Alta a la hora de votar; el triste ridículo del tribuno Preciado ladrando cual mastín tibetano vituperios contra Cordero, Gil Zuarth y Lozano, los ideólogos del PAN, y el berrinche de sus compañeras damas, significan una onerosa hemorragia política interna y debilitan la médula del partido.

2.- En su corta trayectoria en los órganos de mando de su instituto político, el madoroso jerarca ha aprovechado todas las oportunidades para traicionar a sus cofrades y hacer la deslealtad su cuño, aun hacia su tutor el exgobernador de Querétaro que le dio molde, qué decir de Margarita, Josefina y tantos. Él y su grupillo, se han visto incapaces siquiera de darle a la perfidia un ligero toque de elegancia lopeana (de Lope de Vega, esto es). Ahora ha provocado una disrupción en el Congreso, al obstruir la instalación de la Mesa Directiva en la Cámara de Diputados al inicio del Tercer Año de Sesiones de la Legislatura, que ha resultado suculento bocado para el caudillo.

3.- Anaya cree que puede hacer con el PAN lo que a su antojo se acerque; que puede aislar al partido de la ruta institucional de que es parte central; desconoce en sus ardores la trascendencia de la organización partidista que dirige en tanto que voz de la moderación y parapeto a la ambición ególatra de un líder que no puede sino agradecerle sus buenos oficios, y los panistas –ni el resto de los mexicanos con los pies en el suelo- se lo van a permitir. La base panista sabe que no tiene en él a un candidato confiable, leal ni honesto consigo mismo para el más alto cargo.

4.- Aun así, y contra sus deseos, el pequeño líder no ha logrado trastocar el correr del día a día de la República. Si bien con más bajo perfil que como se ha hecho costumbre en esa aberración orgánica en que no puede asistir personalmente, el Ejecutivo hizo entrega formal del Informe de Gobierno en la Sede del Congreso. El Presidente de la República dio su mensaje alusivo desde el Palacio Nacional, y acaso se refirió de modo tangencial al atropello en que el líder panista pasó a formar parte de los juglares de López Obrador al perturbar el relevo funcional de las Cámaras del Congreso. Porque este país no se gobierna en la irresponsabilidad del insulto, la saña del despecho ni el frenesí de la venganza.

5.- Tampoco logró distraer la atención al cisma que la secta del ayatola ha sufrido por decisión del propio redentor al ningunear a una de sus figuras más valiosas para la candidatura a la capital. Tan pronto como Monreal repare en que no hay tal cosa como intrigas palaciegas, comités ni consejos directivos en el partido del iluminado, sino exclusivamente una fuente de poder y de decisión, estará en situación de decidir con cuál de las fuerzas políticas que lo convocan y logran persuadirlo, hará campaña para ser jefe de Gobierno de la Ciudad de México. Y si opta por aceptar ir con el PRI, habrán ganado tres: la ciudadanía, el partido de Calles, y el propio Monreal.

6.- Mejor haría el avorazado dirigente panista en recobrar la cordura, y caer en la cuenta que el PAN no se ha de desbaratar con él, y que está en vías de clavar su propia derrota.

 

camilo@kawage.com

1.- Con los pertinaces tropiezos de un liderazgo errático y arrebatado, los panistas han de sufrir la inmensa pena de su extravío. Los rifirrafes en el Senado para la designación del presidente de la Mesa Directiva en la persona de Ernesto Cordero acusan a un líder confundido entre sus conflictos personales –los de interés; los de sus intereses, los de su desbocada ambición y otros-, y sus tareas como presidente del partido de la decencia. El desaire interno en la Cámara Alta a la hora de votar; el triste ridículo del tribuno Preciado ladrando cual mastín tibetano vituperios contra Cordero, Gil Zuarth y Lozano, los ideólogos del PAN, y el berrinche de sus compañeras damas, significan una onerosa hemorragia política interna y debilitan la médula del partido.

2.- En su corta trayectoria en los órganos de mando de su instituto político, el madoroso jerarca ha aprovechado todas las oportunidades para traicionar a sus cofrades y hacer la deslealtad su cuño, aun hacia su tutor el exgobernador de Querétaro que le dio molde, qué decir de Margarita, Josefina y tantos. Él y su grupillo, se han visto incapaces siquiera de darle a la perfidia un ligero toque de elegancia lopeana (de Lope de Vega, esto es). Ahora ha provocado una disrupción en el Congreso, al obstruir la instalación de la Mesa Directiva en la Cámara de Diputados al inicio del Tercer Año de Sesiones de la Legislatura, que ha resultado suculento bocado para el caudillo.

3.- Anaya cree que puede hacer con el PAN lo que a su antojo se acerque; que puede aislar al partido de la ruta institucional de que es parte central; desconoce en sus ardores la trascendencia de la organización partidista que dirige en tanto que voz de la moderación y parapeto a la ambición ególatra de un líder que no puede sino agradecerle sus buenos oficios, y los panistas –ni el resto de los mexicanos con los pies en el suelo- se lo van a permitir. La base panista sabe que no tiene en él a un candidato confiable, leal ni honesto consigo mismo para el más alto cargo.

4.- Aun así, y contra sus deseos, el pequeño líder no ha logrado trastocar el correr del día a día de la República. Si bien con más bajo perfil que como se ha hecho costumbre en esa aberración orgánica en que no puede asistir personalmente, el Ejecutivo hizo entrega formal del Informe de Gobierno en la Sede del Congreso. El Presidente de la República dio su mensaje alusivo desde el Palacio Nacional, y acaso se refirió de modo tangencial al atropello en que el líder panista pasó a formar parte de los juglares de López Obrador al perturbar el relevo funcional de las Cámaras del Congreso. Porque este país no se gobierna en la irresponsabilidad del insulto, la saña del despecho ni el frenesí de la venganza.

5.- Tampoco logró distraer la atención al cisma que la secta del ayatola ha sufrido por decisión del propio redentor al ningunear a una de sus figuras más valiosas para la candidatura a la capital. Tan pronto como Monreal repare en que no hay tal cosa como intrigas palaciegas, comités ni consejos directivos en el partido del iluminado, sino exclusivamente una fuente de poder y de decisión, estará en situación de decidir con cuál de las fuerzas políticas que lo convocan y logran persuadirlo, hará campaña para ser jefe de Gobierno de la Ciudad de México. Y si opta por aceptar ir con el PRI, habrán ganado tres: la ciudadanía, el partido de Calles, y el propio Monreal.

6.- Mejor haría el avorazado dirigente panista en recobrar la cordura, y caer en la cuenta que el PAN no se ha de desbaratar con él, y que está en vías de clavar su propia derrota.

 

camilo@kawage.com

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