/ sábado 19 de noviembre de 2016

Budismo para México

  • Federico A ling Sanz Cerrada

Admito que no conozco mucho del Budismo, ni de sus principios, tradiciones y enseñanzas. Sin embargo, me llaman mucho la atención algunas cosas que predica esta religión. Entre otras, me refiero, por ejemplo, al principio de la “vacuidad”. Esto quiere decir –a grandes rasgos– que las cosas, los acontecimientos, las situaciones no tienen una carga negativa o positiva por sí mismas. Esa carga o esa intención se la damos nosotros y esto es diferente para cada quien. Por ejemplo, un acontecimiento que puede ser percibido como negativo para algunos para otros es bueno. ¿Es realmente el acontecimiento bueno o malo en sí mismo? La respuesta es no. Esa intencionalidad está en la percepción de cada persona.

Pues veamos, si aplicamos este principio budista a las cosas que nos pasan, quizá podríamos acceder a cambiar nuestra mentalidad y empezar a pensarnos diferentemente. Uno de los temas que más nos preocupa es el asunto del triunfo de Donald Trump y su presidencia, con todo lo que ello implica. Para México y para los mexicanos fue un golpe devastador en el ánimo nacional. Esto ha generado enorme desencanto y preocupación en diversos sectores del país, especialmente el económico, y muchos se preguntan qué significa eso para el futuro de la nación. En general este acontecimiento se está viviendo como algo negativo.

Pero tenemos que hablar – como sugieren los budistas y por más difícil que eso sea – de la manera en que estamos percibiendo lo sucedido. Quizá es momento de enfocar nuestra atención en ver los hechos con una óptica distinta. No trato de decir con esto que tenemos que ser ingenuos. Lo dije la semana pasada y realmente creo que Trump va a cumplir con todo lo que prometió. Debemos de dejar de imaginar que el nuevo presidente de Estados Unidos va a retractarse de sus promesas de campaña. Pero esa realidad ya la sabemos. Cometeríamos un grave error si no enfocamos nuestras baterías a los temas que nos interesan – de eso hablé justo el sábado anterior. Lo que trato de decir ahora es que, ante los hechos que no van a cambiar, vamos a pensar cómo le hacemos para vivir este proceso de otro modo.

Una manera de lograrlo es la siguiente: primero, llegar con los ojos bien abiertos a la mesa de negociación con Estados Unidos. Seguramente tendremos una sola oportunidad para negociar nuestros intereses, pero esto me lleva a la segunda línea de acción. Segundo, si vamos a sentarnos a la mesa, hagámoslo convencidos de nuestras propias fortalezas y de aquello que queremos. Por ejemplo: queremos un región con fronteras seguras para todos, queremos renegociar el NAFTA para ampliarlo, modernizarlo, hacerlo más efectivo para todos, etc. Es decir, todos conocemos las prioridades de Trump y su modo de operar las cosas; con más razón entonces tenemos que ser capaces de entender que es inevitable la negociación que vendrá, y dado el caso, vale más que desde ahora anunciemos públicamente cuáles son nuestras intenciones para ello. Tenemos intereses y necesitamos hacerle saber a todos que estamos dispuestos a negociar, que queremos ir por más; pero lo tenemos que hacer de manera “quirúrgica”. No tenemos recursos para desperdiciar o tiempo que perder. La ruta es clara y queremos hacerlo cuanto antes. Si las cosas van a cambiar, seamos nosotros mismos los que detonemos el cambio en lugar de esperar a que sea ineludible. En esto consiste el principio de la vacuidad: los hechos no son buenos ni malos, sino que depende de quién lo mira. Veamos esta inevitabilidad del cambio como oportunidad.

www.federicoling.com y @fedeling

*Maestro en Análisis Político y Medios de Información

  • Federico A ling Sanz Cerrada

Admito que no conozco mucho del Budismo, ni de sus principios, tradiciones y enseñanzas. Sin embargo, me llaman mucho la atención algunas cosas que predica esta religión. Entre otras, me refiero, por ejemplo, al principio de la “vacuidad”. Esto quiere decir –a grandes rasgos– que las cosas, los acontecimientos, las situaciones no tienen una carga negativa o positiva por sí mismas. Esa carga o esa intención se la damos nosotros y esto es diferente para cada quien. Por ejemplo, un acontecimiento que puede ser percibido como negativo para algunos para otros es bueno. ¿Es realmente el acontecimiento bueno o malo en sí mismo? La respuesta es no. Esa intencionalidad está en la percepción de cada persona.

Pues veamos, si aplicamos este principio budista a las cosas que nos pasan, quizá podríamos acceder a cambiar nuestra mentalidad y empezar a pensarnos diferentemente. Uno de los temas que más nos preocupa es el asunto del triunfo de Donald Trump y su presidencia, con todo lo que ello implica. Para México y para los mexicanos fue un golpe devastador en el ánimo nacional. Esto ha generado enorme desencanto y preocupación en diversos sectores del país, especialmente el económico, y muchos se preguntan qué significa eso para el futuro de la nación. En general este acontecimiento se está viviendo como algo negativo.

Pero tenemos que hablar – como sugieren los budistas y por más difícil que eso sea – de la manera en que estamos percibiendo lo sucedido. Quizá es momento de enfocar nuestra atención en ver los hechos con una óptica distinta. No trato de decir con esto que tenemos que ser ingenuos. Lo dije la semana pasada y realmente creo que Trump va a cumplir con todo lo que prometió. Debemos de dejar de imaginar que el nuevo presidente de Estados Unidos va a retractarse de sus promesas de campaña. Pero esa realidad ya la sabemos. Cometeríamos un grave error si no enfocamos nuestras baterías a los temas que nos interesan – de eso hablé justo el sábado anterior. Lo que trato de decir ahora es que, ante los hechos que no van a cambiar, vamos a pensar cómo le hacemos para vivir este proceso de otro modo.

Una manera de lograrlo es la siguiente: primero, llegar con los ojos bien abiertos a la mesa de negociación con Estados Unidos. Seguramente tendremos una sola oportunidad para negociar nuestros intereses, pero esto me lleva a la segunda línea de acción. Segundo, si vamos a sentarnos a la mesa, hagámoslo convencidos de nuestras propias fortalezas y de aquello que queremos. Por ejemplo: queremos un región con fronteras seguras para todos, queremos renegociar el NAFTA para ampliarlo, modernizarlo, hacerlo más efectivo para todos, etc. Es decir, todos conocemos las prioridades de Trump y su modo de operar las cosas; con más razón entonces tenemos que ser capaces de entender que es inevitable la negociación que vendrá, y dado el caso, vale más que desde ahora anunciemos públicamente cuáles son nuestras intenciones para ello. Tenemos intereses y necesitamos hacerle saber a todos que estamos dispuestos a negociar, que queremos ir por más; pero lo tenemos que hacer de manera “quirúrgica”. No tenemos recursos para desperdiciar o tiempo que perder. La ruta es clara y queremos hacerlo cuanto antes. Si las cosas van a cambiar, seamos nosotros mismos los que detonemos el cambio en lugar de esperar a que sea ineludible. En esto consiste el principio de la vacuidad: los hechos no son buenos ni malos, sino que depende de quién lo mira. Veamos esta inevitabilidad del cambio como oportunidad.

www.federicoling.com y @fedeling

*Maestro en Análisis Político y Medios de Información