/ miércoles 12 de julio de 2017

Chile y los cambios por venir

últimas fechas, la atención sobre campañas y comicios para elegir a un nuevo mandatario se ha centrado fundamentalmente en Europa y América del Norte, por las repercusiones en la política mundial.

No exento de interés con otra perspectiva es lo que está ocurriendo en América Latina como han sido los procesos más cercanos en Uruguay, Perú, Ecuador o Brasil con diferentes patrones y resultantes; y con preocupación por situaciones extremas que implican exigencias de cambio como es el caso de Venezuela.

Chile está por renovar a la actual presidencia encabezada por Michelle Bachelet, el próximo noviembre, por lo que la efervescencia está al rojo vivo entre las recientes elecciones internas de los partidos y la de recuperar simpatizantes que se han ido decantando de uno y otro lado entre las derechas y las izquierdas y el hoy tan popular en todo el mundo, independentismo.

Parece que el espectro chileno de quienes contenderán está definido, a menos que en el transcurso de los siguientes meses se den sorpresas y negociaciones pues sobre todo en el llamado oficialismo de centroizquierda bajo la coalición “Nueva Mayoría”, no se pudieron poner de acuerdo para impulsar a un candidato fuerte que retome las posiciones que han defendido los gobiernos desde la Concertación.

Tal parece que el expresidente de “Chile Vamos”, de derecha, Sebastián Piñeira, ha retornado con mucho ímpetu para pelear en una primera vuelta ante el senador independiente Alejandro Guillier apoyado por sectores progresistas, pero que dista mucho de Piñeira en las encuestas. Los demás candidatos tienen bajos porcentajes en las preferencias electorales, pero serán claves en el caso, como se predestina, de una segunda vuelta.

Los centros e izquierdas habían caminado casi juntos desde el “No” a Pinochet, pero también en la nación sureña las cosas han cambiado; sobre todo porque el actual gobierno se ha visto envuelto en serios problemas que han afectado su imagen y su popularidad que ha llegado a muy bajos niveles.

Entre los cambios ocurridos, como en otros países, es que se formó el Frente Amplio, coalición de integrantes de las izquierdas cuyo número es significativo (con una candidata mujer) pero no representa una fuerza real. Por lo pronto, pronósticos dan por sentado que repetirá el expresidente en un curioso balanceo Bachelet-Piñeira-Bachelet-Piñeira. Este Frente Amplio (que nos suena mucho en México)podría ser el que inclinara, de llegarse al balotaje, el triunfo hacia Guillier.

Chile siempre ha sido un ejemplo para otros países en Latinoamérica. En particular en México se le ha dado especial seguimiento a toda su historia. El proceso en el que está inmerso se debe seguir con enorme cuidado porque de él podemos sacar importantes lecciones para la vida democrática. Una de ellas es la institucionalidad que ha mantenido al interior y con una visión hacia el exterior que poco varía de unos a otros gobiernos. La estabilidad institucional es lo que se requiere en esta parte del mundo.

últimas fechas, la atención sobre campañas y comicios para elegir a un nuevo mandatario se ha centrado fundamentalmente en Europa y América del Norte, por las repercusiones en la política mundial.

No exento de interés con otra perspectiva es lo que está ocurriendo en América Latina como han sido los procesos más cercanos en Uruguay, Perú, Ecuador o Brasil con diferentes patrones y resultantes; y con preocupación por situaciones extremas que implican exigencias de cambio como es el caso de Venezuela.

Chile está por renovar a la actual presidencia encabezada por Michelle Bachelet, el próximo noviembre, por lo que la efervescencia está al rojo vivo entre las recientes elecciones internas de los partidos y la de recuperar simpatizantes que se han ido decantando de uno y otro lado entre las derechas y las izquierdas y el hoy tan popular en todo el mundo, independentismo.

Parece que el espectro chileno de quienes contenderán está definido, a menos que en el transcurso de los siguientes meses se den sorpresas y negociaciones pues sobre todo en el llamado oficialismo de centroizquierda bajo la coalición “Nueva Mayoría”, no se pudieron poner de acuerdo para impulsar a un candidato fuerte que retome las posiciones que han defendido los gobiernos desde la Concertación.

Tal parece que el expresidente de “Chile Vamos”, de derecha, Sebastián Piñeira, ha retornado con mucho ímpetu para pelear en una primera vuelta ante el senador independiente Alejandro Guillier apoyado por sectores progresistas, pero que dista mucho de Piñeira en las encuestas. Los demás candidatos tienen bajos porcentajes en las preferencias electorales, pero serán claves en el caso, como se predestina, de una segunda vuelta.

Los centros e izquierdas habían caminado casi juntos desde el “No” a Pinochet, pero también en la nación sureña las cosas han cambiado; sobre todo porque el actual gobierno se ha visto envuelto en serios problemas que han afectado su imagen y su popularidad que ha llegado a muy bajos niveles.

Entre los cambios ocurridos, como en otros países, es que se formó el Frente Amplio, coalición de integrantes de las izquierdas cuyo número es significativo (con una candidata mujer) pero no representa una fuerza real. Por lo pronto, pronósticos dan por sentado que repetirá el expresidente en un curioso balanceo Bachelet-Piñeira-Bachelet-Piñeira. Este Frente Amplio (que nos suena mucho en México)podría ser el que inclinara, de llegarse al balotaje, el triunfo hacia Guillier.

Chile siempre ha sido un ejemplo para otros países en Latinoamérica. En particular en México se le ha dado especial seguimiento a toda su historia. El proceso en el que está inmerso se debe seguir con enorme cuidado porque de él podemos sacar importantes lecciones para la vida democrática. Una de ellas es la institucionalidad que ha mantenido al interior y con una visión hacia el exterior que poco varía de unos a otros gobiernos. La estabilidad institucional es lo que se requiere en esta parte del mundo.