/ miércoles 16 de agosto de 2017

Corrupción e impunidad, la clave del 2018

De aquí a pocos días me partiré al gobierno, adonde voy con grandísimo deseo de hacer dineros, porque me han dicho que todos los gobernadores nuevos van con ese mesmo deseo”. Así escribía el simple escudero Sancho Panza a su esposa Teresa antes de llegar a la Ínsula de Barataria, a hacerse cargo de la gobernación conferida por su señor, Don Quijote de la Mancha.

Se dio Sancho a las tentaciones de la corrupción, esa lacra de la condición humana que ha corroído a la sociedad desde sus más remotos orígenes. El humilde campesino que acompañaba al noble caballero olvidaba los consejos que el hidalgo de La Mancha le había dado antes de partir a la ilusoria Barataria, que él imaginaba como un bastión de su utopía de justicia.

Don Quijote había dicho a Sancho Panza: “En lo que toca a cómo has de gobernar tu persona y casa, Sancho, lo primero que te encargo es que seas limpio, y que te cortes las uñas, sin dejarlas crecer, como algunos hacen, a quien su ignorancia les ha dado a entender que las uñas largas les hermosean las manos, como si aquel excremento y añadidura que se dejan de cortar fuese uña… Haz gala, Sancho, de la humildad de tu linaje y no te desprecies de decir que vienes de labradores… y préciate más de ser humilde virtuoso, que pecador soberbio”.

Abierto el ancho campo de la competencia para la presidencia de la República a todas las corrientes, ideologías y programas, el combate a la corrupción y la impunidad debe ser la tarea fundamental de la próxima administración. Al celebrar la supresión de los candados y el acceso a todo aspirante a la candidatura del Partido Revolucionario Institucional, el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, señaló como los problemas más agobiantes de la época actual la corrupción y la impunidad. Al hacerlo, plantea en realidad lo que debe ser el reto no solo del Partido actualmente en el gobierno, sino de todos quienes aspiren a la consecución de esas metas, la derrota de ese cáncer que está en el origen de la mayor parte de los problemas del país. Tirios y troyanos, izquierda en todos sus matices, derecha en todas sus expresiones coinciden en la necesidad de acabar con esa rémora que afecta a toda la sociedad.

La desaparición de los candados que limitaban la participación en las jornadas electorales que se aproximan tiene una significación más allá de los acuerdos tomados por el PRI. Es, en realidad, una invitación  a la ciudadanía en general, a un verdadero análisis, honesto y sereno sobre quién o quiénes podrán afrontar con éxito el desafío de la corrupción y la impunidad que se han enseñoreado en gran parte de nuestra sociedad. Los atributos de quien resulte elegido para esa responsabilidad deben ser la capacidad de combatir con éxito ese fantasma en el futuro inmediato, con base en su personalidad, su trayectoria y su probada honestidad. ¿Quién será?

Como el ignaro Sancho Panza al ascender al poder de Barataria, gobernadores, presidentes municipales o funcionarios encargados del manejo de los recursos públicos aspiran y acceden a esas responsabilidades, no con el espíritu de servir a la comunidad, sino con la avidez de enriquecerse a costa del erario. Los consejos del Quijote a su escudero valen aún en la actualidad, porque representan los grandes valores de la moral pública de todo tiempo.

Lo pregonado por el Caballero de la Triste Figura a Sancho Panza debe ser el escudo que defienda el ideal de una sociedad mejor, más justa y próspera para nuestro país, no una lucha contra imaginarios molinos de viento, sino contra nuestra dura realidad.

De aquí a pocos días me partiré al gobierno, adonde voy con grandísimo deseo de hacer dineros, porque me han dicho que todos los gobernadores nuevos van con ese mesmo deseo”. Así escribía el simple escudero Sancho Panza a su esposa Teresa antes de llegar a la Ínsula de Barataria, a hacerse cargo de la gobernación conferida por su señor, Don Quijote de la Mancha.

Se dio Sancho a las tentaciones de la corrupción, esa lacra de la condición humana que ha corroído a la sociedad desde sus más remotos orígenes. El humilde campesino que acompañaba al noble caballero olvidaba los consejos que el hidalgo de La Mancha le había dado antes de partir a la ilusoria Barataria, que él imaginaba como un bastión de su utopía de justicia.

Don Quijote había dicho a Sancho Panza: “En lo que toca a cómo has de gobernar tu persona y casa, Sancho, lo primero que te encargo es que seas limpio, y que te cortes las uñas, sin dejarlas crecer, como algunos hacen, a quien su ignorancia les ha dado a entender que las uñas largas les hermosean las manos, como si aquel excremento y añadidura que se dejan de cortar fuese uña… Haz gala, Sancho, de la humildad de tu linaje y no te desprecies de decir que vienes de labradores… y préciate más de ser humilde virtuoso, que pecador soberbio”.

Abierto el ancho campo de la competencia para la presidencia de la República a todas las corrientes, ideologías y programas, el combate a la corrupción y la impunidad debe ser la tarea fundamental de la próxima administración. Al celebrar la supresión de los candados y el acceso a todo aspirante a la candidatura del Partido Revolucionario Institucional, el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, señaló como los problemas más agobiantes de la época actual la corrupción y la impunidad. Al hacerlo, plantea en realidad lo que debe ser el reto no solo del Partido actualmente en el gobierno, sino de todos quienes aspiren a la consecución de esas metas, la derrota de ese cáncer que está en el origen de la mayor parte de los problemas del país. Tirios y troyanos, izquierda en todos sus matices, derecha en todas sus expresiones coinciden en la necesidad de acabar con esa rémora que afecta a toda la sociedad.

La desaparición de los candados que limitaban la participación en las jornadas electorales que se aproximan tiene una significación más allá de los acuerdos tomados por el PRI. Es, en realidad, una invitación  a la ciudadanía en general, a un verdadero análisis, honesto y sereno sobre quién o quiénes podrán afrontar con éxito el desafío de la corrupción y la impunidad que se han enseñoreado en gran parte de nuestra sociedad. Los atributos de quien resulte elegido para esa responsabilidad deben ser la capacidad de combatir con éxito ese fantasma en el futuro inmediato, con base en su personalidad, su trayectoria y su probada honestidad. ¿Quién será?

Como el ignaro Sancho Panza al ascender al poder de Barataria, gobernadores, presidentes municipales o funcionarios encargados del manejo de los recursos públicos aspiran y acceden a esas responsabilidades, no con el espíritu de servir a la comunidad, sino con la avidez de enriquecerse a costa del erario. Los consejos del Quijote a su escudero valen aún en la actualidad, porque representan los grandes valores de la moral pública de todo tiempo.

Lo pregonado por el Caballero de la Triste Figura a Sancho Panza debe ser el escudo que defienda el ideal de una sociedad mejor, más justa y próspera para nuestro país, no una lucha contra imaginarios molinos de viento, sino contra nuestra dura realidad.