/ miércoles 24 de agosto de 2016

Cuchillito de Palo

  • Catalina Noriega
  • ¿Dejará algo la lección?

Al fin terminaron los Juegos Olímpicos y más de uno pudo volver a respirar. Con todo y la euforia brasileña, la delegación azteca debe tener la boca amarga. Deportistas, que sudaron la gota gorda para ir y que sintieron en carne propia, la vergüenza del papelazo oficialista.

Porque lo hubo y retumbó a nivel internacional. Una conductora de Fox, terminó la transmisión con sorna, diciendo que México ya podía estar contento con sus cinco medallas, a pesar del “problema político” –en referencia a las andanzas de Castillo-.

Si tuviera cinco centavos de dignidad, el encargado de la Conade (Comisión Nacional del Deporte) habría renunciado. De locos el que, un funcionario público de jerarquía, se presente en el extranjero a hacer declaraciones fuera de tono.

Desde el absurdo de llegar de “manita sudada” con la pareja y darse “picoretes” en público –actitudes propias de un imberbe adolescente-, a vestirla con el uniforme oficial e incluirla en el desfile de los deportistas, proyectó una imagen desastrosa.

Y, las medallas no llegaban, en tanto nos comíamos las uñas por ver si los más de dos mil millones de presupuesto para el deporte, redituaban algún triunfo. En la angustiante espera nos enteramos de que se habían despilfarrado millones en uniformes y sin embargo, a un grupo de atletas les llegaron con las etiquetas pegadas como se pudo.

Supimos que, nuestro insigne chihuahuense, ganador del bronce –Misael Rodríguez-, ha tenido que “botear” (Como pedir limosna en las calles), para poder subvencionarse la profesión y el viaje. En sus pleitos con las federaciones, parece que Castillo le retiró el presupuesto a la de box.

Tampoco se puede culpar al interfecto del gran abandono del deporte mexicano, ni de la muy probable corrupción de las federaciones. El meollo está en la capacidad para dirigir un organismo, que tendría que pedir cuentas a quienes manejan un deporte específico, así se digan autónomas.

En estas jornadas los analistas se han roto los sesos a la búsqueda de explicaciones sobre el fracaso. Hay quien se lo endilga al ¡Producto Interno Bruto!, el que incapacita a un grueso de la población, para practicar una disciplina (¿Y los Rarámuris, le diría yo, campeones de carreras sin tener siquiera para comer?)

Reitero lo escrito semanas atrás: Falta la estructura capaz de cimentar el espíritu deportivo, desde la niñez. En las escuelas la clase de gimnasia se ve con absoluta falta de seriedad. Un maestro gordo, o maestra del mismo calibre, se dedica a enseñar una “tabla” gimnástica de caricatura.

Brazos arriba, a los lados y cuatro lagartijas, constituyen el “esfuerzo” que se hace una hora a la semana. Ni quien salga reprobado. Es como un “extra” en las asignaturas.

Tampoco cuentan la mayoría de los planteles con espacios adecuados –si ni siquiera tienen piso de cemento o sanitarios-. Ser, por otra parte, docente de semejante materia es como el equivalente de quienes enseñan música, otra de las grandes fallas del sistema educativo. Se les ve casi como a parias.

Se sube el precio a los refrescos, ¡porque somos un país de obesos! y se descuida la práctica deportiva, esencial para la salud. Así se aspira a que surjan deportistas de alto rendimiento. Los que hay, auténticos héroes que han tenido que superar obstáculos inenarrables. Sin apoyo oficial, sin entrenadores, sin instalaciones, salir adelante como lo hacen es de quitarse el sombrero.

¿Servirá Río para intentar una reestructura y darle al deporte el lugar que se merece? catalinanq@hotmail.com

Twitter: @catalinanq

  • Catalina Noriega
  • ¿Dejará algo la lección?

Al fin terminaron los Juegos Olímpicos y más de uno pudo volver a respirar. Con todo y la euforia brasileña, la delegación azteca debe tener la boca amarga. Deportistas, que sudaron la gota gorda para ir y que sintieron en carne propia, la vergüenza del papelazo oficialista.

Porque lo hubo y retumbó a nivel internacional. Una conductora de Fox, terminó la transmisión con sorna, diciendo que México ya podía estar contento con sus cinco medallas, a pesar del “problema político” –en referencia a las andanzas de Castillo-.

Si tuviera cinco centavos de dignidad, el encargado de la Conade (Comisión Nacional del Deporte) habría renunciado. De locos el que, un funcionario público de jerarquía, se presente en el extranjero a hacer declaraciones fuera de tono.

Desde el absurdo de llegar de “manita sudada” con la pareja y darse “picoretes” en público –actitudes propias de un imberbe adolescente-, a vestirla con el uniforme oficial e incluirla en el desfile de los deportistas, proyectó una imagen desastrosa.

Y, las medallas no llegaban, en tanto nos comíamos las uñas por ver si los más de dos mil millones de presupuesto para el deporte, redituaban algún triunfo. En la angustiante espera nos enteramos de que se habían despilfarrado millones en uniformes y sin embargo, a un grupo de atletas les llegaron con las etiquetas pegadas como se pudo.

Supimos que, nuestro insigne chihuahuense, ganador del bronce –Misael Rodríguez-, ha tenido que “botear” (Como pedir limosna en las calles), para poder subvencionarse la profesión y el viaje. En sus pleitos con las federaciones, parece que Castillo le retiró el presupuesto a la de box.

Tampoco se puede culpar al interfecto del gran abandono del deporte mexicano, ni de la muy probable corrupción de las federaciones. El meollo está en la capacidad para dirigir un organismo, que tendría que pedir cuentas a quienes manejan un deporte específico, así se digan autónomas.

En estas jornadas los analistas se han roto los sesos a la búsqueda de explicaciones sobre el fracaso. Hay quien se lo endilga al ¡Producto Interno Bruto!, el que incapacita a un grueso de la población, para practicar una disciplina (¿Y los Rarámuris, le diría yo, campeones de carreras sin tener siquiera para comer?)

Reitero lo escrito semanas atrás: Falta la estructura capaz de cimentar el espíritu deportivo, desde la niñez. En las escuelas la clase de gimnasia se ve con absoluta falta de seriedad. Un maestro gordo, o maestra del mismo calibre, se dedica a enseñar una “tabla” gimnástica de caricatura.

Brazos arriba, a los lados y cuatro lagartijas, constituyen el “esfuerzo” que se hace una hora a la semana. Ni quien salga reprobado. Es como un “extra” en las asignaturas.

Tampoco cuentan la mayoría de los planteles con espacios adecuados –si ni siquiera tienen piso de cemento o sanitarios-. Ser, por otra parte, docente de semejante materia es como el equivalente de quienes enseñan música, otra de las grandes fallas del sistema educativo. Se les ve casi como a parias.

Se sube el precio a los refrescos, ¡porque somos un país de obesos! y se descuida la práctica deportiva, esencial para la salud. Así se aspira a que surjan deportistas de alto rendimiento. Los que hay, auténticos héroes que han tenido que superar obstáculos inenarrables. Sin apoyo oficial, sin entrenadores, sin instalaciones, salir adelante como lo hacen es de quitarse el sombrero.

¿Servirá Río para intentar una reestructura y darle al deporte el lugar que se merece? catalinanq@hotmail.com

Twitter: @catalinanq