/ sábado 20 de agosto de 2016

Día Internacional de la Juventud

  • Raúl Aarón Pozos Lanz

Como parte del Gobierno de un Estado y de un país, tengo claro que no hay mejor inversión que la hecha en la niñez y la juventud. Sabemos que ahí está el semillero, la esencia que prolonga tanto la permanencia biológica del ser humano sobre la tierra como su propia superación en materia de educación, de tecnología y ciencia, de desarrollo social, de deportes.

A propósito del Día Internacional de la Juventud que se celebró este 12 de agosto, cuyo tema este año es “El camino hacia 2030: erradicar la pobreza y lograr el consumo y producción sustentables”, recuerdo que desde muy joven externé esta inquietud; Desde el Frente Juvenil Revolucionario en mi natal Campeche, y también desde otras tareas partidistas y en la administración pública, escuchamos a los jóvenes, compartimos sus anhelos y esperanzas, conocimos y vivimos sus urgencias, supimos de su vocación natural de avanzar y “ser alguien en la vida” para ayudar a los padres, para impulsar a los hermanos menores.

Hoy México es un país de jóvenes. De acuerdo con datos del INEGI, en 2015 la población menor de 15 años representa el 27 por ciento de los 119.5 millones de habitantes que tiene nuestro país, mientras que la población de 15 a 64 años constituye el 65 por ciento y la población de edad avanzada es del 7.2 por ciento.

En esa franja mayoritaria está la fortaleza de nuestro país. Quienes hoy como jóvenes y personas maduras deben de asumir, y asumen, la responsabilidad de lograr un México y un planeta más equilibrado, más justo, más democrático; donde la igualdad permita la convivencia, que los alimentos alcancen para todos y las diferencias se diriman sin balas de por medio.

Tenemos que estar muy pendientes de reiterar y hacer valer llamados como el que hizo el presidente Enrique Peña Nieto en la celebración del Día Internacional de la Juventud precisamente a los jóvenes, para “no dejarse invadir por pensamientos y escenarios catastróficos”.

En México debemos darle valor, dimensionar justamente, que Reformas Estructurales como la Educativa, que impulsó el Gobierno del presidente Peña, son para asegurar que los jóvenes, que las nuevas generaciones, logren una educación de calidad que les permita forjar liderazgos sólidos, bien preparados, que alcancen el desarrollo.

No ignoramos que en México, y en el mundo, enfrentamos problemas de deserción escolar, falta de empleos bien remunerados y de calidad, exclusión, discriminación, etcétera. Sin embargo, el Gobierno ha impulsado acciones en seis rubros para reducir carencias entre los jóvenes. Además de combatir el rezago educativo, se hacen otras acciones para que tengan acceso a los servicios de salud, a seguridad social, a calidad en la vivienda, a servicios básicos y acceso a la alimentación.

Es cierto también, hay que vencer inercias y vicios de antaño. Hay que entender las resistencias como parte del proceso natural que rompe con lo establecido para dar el siguiente paso, lo que no debemos dejar es que esas inercias y vicios nos encajonen y venzan. La propia naturaleza de la juventud, inquieta, impetuosa, hace posible avanzar, de lo único que debemos estar pendientes es de que ese ímpetu, esas ganas de caminar y enfrentar, así sea lo desconocido, avance exactamente hacia la prosperidad y el bien común.

Por supuesto que los jóvenes pueden representar un papel principal para garantizar el consumo sostenible y erradicar la pobreza, que son los principales objetivos recogidos en la Agenda 2030 aprobada el año pasado. Pensamos que el reto para ese año tiene que estar en manos de jóvenes, que serán los hombres maduros para cumplir la meta propuesta de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas. *Senador

  • Raúl Aarón Pozos Lanz

Como parte del Gobierno de un Estado y de un país, tengo claro que no hay mejor inversión que la hecha en la niñez y la juventud. Sabemos que ahí está el semillero, la esencia que prolonga tanto la permanencia biológica del ser humano sobre la tierra como su propia superación en materia de educación, de tecnología y ciencia, de desarrollo social, de deportes.

A propósito del Día Internacional de la Juventud que se celebró este 12 de agosto, cuyo tema este año es “El camino hacia 2030: erradicar la pobreza y lograr el consumo y producción sustentables”, recuerdo que desde muy joven externé esta inquietud; Desde el Frente Juvenil Revolucionario en mi natal Campeche, y también desde otras tareas partidistas y en la administración pública, escuchamos a los jóvenes, compartimos sus anhelos y esperanzas, conocimos y vivimos sus urgencias, supimos de su vocación natural de avanzar y “ser alguien en la vida” para ayudar a los padres, para impulsar a los hermanos menores.

Hoy México es un país de jóvenes. De acuerdo con datos del INEGI, en 2015 la población menor de 15 años representa el 27 por ciento de los 119.5 millones de habitantes que tiene nuestro país, mientras que la población de 15 a 64 años constituye el 65 por ciento y la población de edad avanzada es del 7.2 por ciento.

En esa franja mayoritaria está la fortaleza de nuestro país. Quienes hoy como jóvenes y personas maduras deben de asumir, y asumen, la responsabilidad de lograr un México y un planeta más equilibrado, más justo, más democrático; donde la igualdad permita la convivencia, que los alimentos alcancen para todos y las diferencias se diriman sin balas de por medio.

Tenemos que estar muy pendientes de reiterar y hacer valer llamados como el que hizo el presidente Enrique Peña Nieto en la celebración del Día Internacional de la Juventud precisamente a los jóvenes, para “no dejarse invadir por pensamientos y escenarios catastróficos”.

En México debemos darle valor, dimensionar justamente, que Reformas Estructurales como la Educativa, que impulsó el Gobierno del presidente Peña, son para asegurar que los jóvenes, que las nuevas generaciones, logren una educación de calidad que les permita forjar liderazgos sólidos, bien preparados, que alcancen el desarrollo.

No ignoramos que en México, y en el mundo, enfrentamos problemas de deserción escolar, falta de empleos bien remunerados y de calidad, exclusión, discriminación, etcétera. Sin embargo, el Gobierno ha impulsado acciones en seis rubros para reducir carencias entre los jóvenes. Además de combatir el rezago educativo, se hacen otras acciones para que tengan acceso a los servicios de salud, a seguridad social, a calidad en la vivienda, a servicios básicos y acceso a la alimentación.

Es cierto también, hay que vencer inercias y vicios de antaño. Hay que entender las resistencias como parte del proceso natural que rompe con lo establecido para dar el siguiente paso, lo que no debemos dejar es que esas inercias y vicios nos encajonen y venzan. La propia naturaleza de la juventud, inquieta, impetuosa, hace posible avanzar, de lo único que debemos estar pendientes es de que ese ímpetu, esas ganas de caminar y enfrentar, así sea lo desconocido, avance exactamente hacia la prosperidad y el bien común.

Por supuesto que los jóvenes pueden representar un papel principal para garantizar el consumo sostenible y erradicar la pobreza, que son los principales objetivos recogidos en la Agenda 2030 aprobada el año pasado. Pensamos que el reto para ese año tiene que estar en manos de jóvenes, que serán los hombres maduros para cumplir la meta propuesta de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas. *Senador