/ jueves 7 de septiembre de 2017

Debates flexibles e imparciales

Desde 1994, nuestro modelo de democracia ha normalizado la celebración de debates presidenciales en medios masivos y poco a poco se han sumado también los de aspirantes a otros cargos en este ejercicio fundamental para contrastar ofertas de gobierno o representación legislativa cara a cara, en vivo, frente a un gran número de electores.

Hay evidencia de ratings históricos en nuestro país sintonizando debates en radio y televisión abierta, pero su formato de presentación no termina de ser rígido y en ocasiones poco propicio para un intercambio fluido que muestre con nitidez cuáles son las posturas, las visiones diversas en competencia.

De ahí que luce imperativo hacer un esfuerzo por flexibilizar formatos, apostar por un modelo que no descuide equidad y reglas justas con igualdad de oportunidades, pero que ponga acento en el derecho de las audiencias, no solo de los partidos o candidaturas.

El reto que viene será definir reglas, número de debates (la ley marca dos obligatorios, pero no limita a que el número aumente), reflexionar con anticipación la mejor manera de alejar del formato o los formatos (pueden ser distintos entre uno y otro) elementos como lectura de exposiciones acartonadas, tiempos implacables que cierran micrófono a la mitad de una idea, silencios deliberados ante cuestionamientos, moderadores pasivos, manejos de cámara que no permitan ver reacciones de participantes aludidos, réplicas y contrarréplicas forzosas en tiempo y orden aunque no haya alusiones directas que rebatir o replicar en ese momento.

Con esa y otras expectativas de análisis, el martes pasado el INE aprobó modificaciones a su Reglamento de Elecciones para señalar expresamente que habrá debates equitativos, diseñados con el principio de igualdad, pero sin que ello implique renunciar a una necesaria flexibilidad que mejore formatos para nutrir de información a la ciudadanía que siga las transmisiones. Se trata de no tener una secuencia de monólogos, sino una deliberación entre candidaturas que tienen opiniones distintas, planteamientos diversos y en donde incluso puedan intervenir periodistas, estudiantes o ciudadanía en general con preguntas.

En 23 años se han celebrado ocho debates a la Presidencia, el último en 2012 organizado por el IFE sumó 23.5 puntos de rating, superando programas estelares de entretenimiento y demostrando que informarse sobre las campañas electorales sí está en ánimo de electores. La ciudadanía ha mostrado interés particular por esta forma de comunicación que no parte de guiones de frases pegajosas en un spot, que ayuda a tomar decisiones, afianzar convicciones o ponderar. Acorde a Parametría, más del 60.1% de la población habría visto o escuchado parte de aquél debate presidencial en 2012. Hoy el internet será un potenciador no solo como plataforma para seguir los debates, sino como instrumento discutir su contenido, reaccionar en tiempo real a lo que ahí se diga.

El INE va a construir esas reglas y formatos por primera vez, antes de que existan candidaturas formales y buscará un consenso con las fuerzas políticas paro sobre todo de las audiencias que merecen una evolución en esta materia, pasos al frente y no inmovilidad, todo en favor de un electorado mexicano más informado y participativo.

* Consejero del INE

@MarcoBanos

Desde 1994, nuestro modelo de democracia ha normalizado la celebración de debates presidenciales en medios masivos y poco a poco se han sumado también los de aspirantes a otros cargos en este ejercicio fundamental para contrastar ofertas de gobierno o representación legislativa cara a cara, en vivo, frente a un gran número de electores.

Hay evidencia de ratings históricos en nuestro país sintonizando debates en radio y televisión abierta, pero su formato de presentación no termina de ser rígido y en ocasiones poco propicio para un intercambio fluido que muestre con nitidez cuáles son las posturas, las visiones diversas en competencia.

De ahí que luce imperativo hacer un esfuerzo por flexibilizar formatos, apostar por un modelo que no descuide equidad y reglas justas con igualdad de oportunidades, pero que ponga acento en el derecho de las audiencias, no solo de los partidos o candidaturas.

El reto que viene será definir reglas, número de debates (la ley marca dos obligatorios, pero no limita a que el número aumente), reflexionar con anticipación la mejor manera de alejar del formato o los formatos (pueden ser distintos entre uno y otro) elementos como lectura de exposiciones acartonadas, tiempos implacables que cierran micrófono a la mitad de una idea, silencios deliberados ante cuestionamientos, moderadores pasivos, manejos de cámara que no permitan ver reacciones de participantes aludidos, réplicas y contrarréplicas forzosas en tiempo y orden aunque no haya alusiones directas que rebatir o replicar en ese momento.

Con esa y otras expectativas de análisis, el martes pasado el INE aprobó modificaciones a su Reglamento de Elecciones para señalar expresamente que habrá debates equitativos, diseñados con el principio de igualdad, pero sin que ello implique renunciar a una necesaria flexibilidad que mejore formatos para nutrir de información a la ciudadanía que siga las transmisiones. Se trata de no tener una secuencia de monólogos, sino una deliberación entre candidaturas que tienen opiniones distintas, planteamientos diversos y en donde incluso puedan intervenir periodistas, estudiantes o ciudadanía en general con preguntas.

En 23 años se han celebrado ocho debates a la Presidencia, el último en 2012 organizado por el IFE sumó 23.5 puntos de rating, superando programas estelares de entretenimiento y demostrando que informarse sobre las campañas electorales sí está en ánimo de electores. La ciudadanía ha mostrado interés particular por esta forma de comunicación que no parte de guiones de frases pegajosas en un spot, que ayuda a tomar decisiones, afianzar convicciones o ponderar. Acorde a Parametría, más del 60.1% de la población habría visto o escuchado parte de aquél debate presidencial en 2012. Hoy el internet será un potenciador no solo como plataforma para seguir los debates, sino como instrumento discutir su contenido, reaccionar en tiempo real a lo que ahí se diga.

El INE va a construir esas reglas y formatos por primera vez, antes de que existan candidaturas formales y buscará un consenso con las fuerzas políticas paro sobre todo de las audiencias que merecen una evolución en esta materia, pasos al frente y no inmovilidad, todo en favor de un electorado mexicano más informado y participativo.

* Consejero del INE

@MarcoBanos