/ viernes 9 de octubre de 2015

Desde tierras olímpicas / Alberto Lati

En tres ediciones olímpicas se dio el extraño caso de albergar competencias fuera del país sede.

En Amberes 1920 se debió trasladar una final de vela a Ámsterdam, bajo la peculiar circunstancia de que los dos equipos que disputarían la medalla de oro eran precisamente holandeses y las aguas belgas no eran idóneas en esa jornada. Fue un solo día, suficiente para considerar que el olimpismo llegó al reino naranja ocho años antes de lo que dicen los libros con la apertura de Ámsterdam 1928.

En Melbourne 1956, las pruebas de hipismo se disputaron cinco meses antes en la lejanísima Suecia (nada menos que a 15 mil 600 kilómetros), debido al régimen de cuarentena sanitaria al que obligaban las autoridades australianas. Ni los caballos de élite escaparon a esas limitaciones y finalmente cabalgaron en Estocolmo.

El último caso fue muy relativo: en Beijing 2008, los ecuestres se efectuaron en Hong Kong, territorio que pertenece desde 1997 a China, pero que continúa compitiendo deportivamente de manera autónoma; es decir, para fines meramente olímpicos, podemos decir que por tercera vez unos juegos se realizaron en dos países (aunque, como queda claro, Hong Kong solo lo sea para fines deportivos y no políticos).

Valga ese triple ejemplo como larguísimo preámbulo para exponer algo que podría acontecer por cuarta ocasión durante Río de Janeiro 2016. Exactamente el hipismo ha amenazado con desplazarse a otra nación si no cuenta con las condiciones de salubridad necesarias en la capital carioca. La Federación de este deporte ha enfatizado que la instalación recién inaugurada en el complejo de Deodoro cumple con todo lo requerido; el problema se da con la regulación brasileña para introducir y sacar a los caballos.

A mí, me parece una manera de presionar a las autoridades para que, de una vez por todas, autoricen lo que la Federación quiere. No dudo ni poco que finalmente los ecuestres serán en Deodoro (ni siquiera fuera de Río y mucho menos de Brasil). Sin embargo, estamos a menos de diez meses de la inauguración y estirar la cuerda es la forma de conseguir todo.

Sería la cuarta vez que algún deporte saliera del país sede, aunque solo similar a lo de Melbourne 1956. Lo de Amberes 1920 fue una decisión al vapor y por un solo día. Lo de Beijing 2008 fue plenamente planificado y en una porción del territorio chino.

Al tiempo, la Federación Brasileña de Ecuestres enfatiza que la excepción a la ley de salubridad tiene que aprobarse antes de cerrar octubre. Tarde o temprano, incluso pasando de este mes, así será.

Twitter/albertolati

En tres ediciones olímpicas se dio el extraño caso de albergar competencias fuera del país sede.

En Amberes 1920 se debió trasladar una final de vela a Ámsterdam, bajo la peculiar circunstancia de que los dos equipos que disputarían la medalla de oro eran precisamente holandeses y las aguas belgas no eran idóneas en esa jornada. Fue un solo día, suficiente para considerar que el olimpismo llegó al reino naranja ocho años antes de lo que dicen los libros con la apertura de Ámsterdam 1928.

En Melbourne 1956, las pruebas de hipismo se disputaron cinco meses antes en la lejanísima Suecia (nada menos que a 15 mil 600 kilómetros), debido al régimen de cuarentena sanitaria al que obligaban las autoridades australianas. Ni los caballos de élite escaparon a esas limitaciones y finalmente cabalgaron en Estocolmo.

El último caso fue muy relativo: en Beijing 2008, los ecuestres se efectuaron en Hong Kong, territorio que pertenece desde 1997 a China, pero que continúa compitiendo deportivamente de manera autónoma; es decir, para fines meramente olímpicos, podemos decir que por tercera vez unos juegos se realizaron en dos países (aunque, como queda claro, Hong Kong solo lo sea para fines deportivos y no políticos).

Valga ese triple ejemplo como larguísimo preámbulo para exponer algo que podría acontecer por cuarta ocasión durante Río de Janeiro 2016. Exactamente el hipismo ha amenazado con desplazarse a otra nación si no cuenta con las condiciones de salubridad necesarias en la capital carioca. La Federación de este deporte ha enfatizado que la instalación recién inaugurada en el complejo de Deodoro cumple con todo lo requerido; el problema se da con la regulación brasileña para introducir y sacar a los caballos.

A mí, me parece una manera de presionar a las autoridades para que, de una vez por todas, autoricen lo que la Federación quiere. No dudo ni poco que finalmente los ecuestres serán en Deodoro (ni siquiera fuera de Río y mucho menos de Brasil). Sin embargo, estamos a menos de diez meses de la inauguración y estirar la cuerda es la forma de conseguir todo.

Sería la cuarta vez que algún deporte saliera del país sede, aunque solo similar a lo de Melbourne 1956. Lo de Amberes 1920 fue una decisión al vapor y por un solo día. Lo de Beijing 2008 fue plenamente planificado y en una porción del territorio chino.

Al tiempo, la Federación Brasileña de Ecuestres enfatiza que la excepción a la ley de salubridad tiene que aprobarse antes de cerrar octubre. Tarde o temprano, incluso pasando de este mes, así será.

Twitter/albertolati

ÚLTIMASCOLUMNAS