/ miércoles 16 de noviembre de 2016

El Observador Parlamentario

  • Antonio Tenorio Adame
  • El Senado, ¿artífice de la Unidad Nacional?
  • El Babel Legislativo, confusión y desaliño

Un rumor turbio envuelve los temas legislativos, desde la disputa por la asignación de la Medalla Belisario Domínguez, hasta las acciones a seguir frente al triunfo inesperado de Trump. Una Babel de opiniones.

El Senado celebrará el 24 de noviembre próximo, la sesión solemne donde se entregará la Medalla Belisario Domínguez, “post mort”, al “Héroe de la gasolinera” Gonzalo Rivas Cámara.

La asignación de la presea ha sido muy disputada, aún más parcializada, abriendo un debate maniqueo. Conviene advertir que cualquiera de los ciudadanos propuestos merece el reconocimiento, o bien, ahora se les incluya en la Rotonda de la Personas Ilustres en los casos ya fallecidos.

Por su parte los mismos partidos políticos requerían de “lavarse el rostro”, ante la corrupción su demeritada transparencia. No cabe “etiquetar” con una ideología el incendio ocasionado voluntario o no, porque incluir la lucha de Ayotzinapa equivale asumir la provocación como propia.

El valor de Gonzalo Rivas  debe ser incluyente a ambas partes del conflicto, representa a la vez la decisión de salvar y proteger los valores fundamentales desde el respeto a la vida y los derechos humanos, como reconocer que el movimiento normalista no es depredador, sino la síntesis dialéctica del conflicto. ¿Quizás esos sean los términos, desde la conciliación superior?

El presidente del Senado, Pablo Escudero Morales, dio a conocer la asignación de 100 millones de pesos, a fin de adquirir el Teatro de la República, ubicado en la ciudad de Querétaro, donde se discutió y aprobó la Constitución del 5 de Febrero de 1917. El anuncio es alentador debido al abandono de una fecha capitular de la historia institucional moderna de la nación, tan necesaria en momento que el “nacionalismo identitario mexicano” sufre uno de sus mayores embates con la agresiva amenaza de Trump.

LA UNIDAD NACIONAL, a una semana del triunfo electoral del Partido Republicano en los Estados Unidos, los Legisladores mexicanos no saben bien cómo responder ante la injerencia que propiciaron con acciones personales irresponsables; como denostar y descalificar, usar emblemas y portar distintivos, invitar a reuniones y todavía por si no fuera suficiente, viajar a presenciar la derrota de su candidata.

En comisiones y en lo personal se escuchan expresiones improvisadas y sentimentales; entre ellas, consideran como oportunidades las adversidades, atenúan el tono de la amenaza eminente, reformular la Agenda bilateral cuando en se trata de enfrentar sus agresiones, la simulación de mantener la consulta sobre el TPP cuando es un proyecto en vías de extinción.

El presidente Enrique Peña Nieto, se mantiene a la mitad del camino, por una parte llama a la unidad de todos los mexicanos, y por otra insiste en las vías diplomáticas con el “buen vecino”. Estas no son necesariamente opuestas, pero requieren de prioridades y reservas. El senador Manuel Bartlett, califica la intervención del Presidente, en la campaña de EU, de violar la Constitución.

La amenaza de Trump con el retorno de los cientos de miles de migrantes dará paso a una acentuación de pobreza y desajuste del control de Gobierno. Se presentará una crisis humanitaria dentro de una relevante catarsis política que afectará la gobernanza del país. Ante esos riesgos, el senador Miguel Barbosa, demanda que el Senado como órgano de Estado fije su posición y defina una estrategia. Una opción de crear la “Unidad Nacional”.

La “Unidad Nacional” vuelve a ser indispensable. En el pasado la formación de frentes amplios que la propiciaron, se dieron en el Gobierno de Manuel Ávila Camacho (1940-1946) y con Adolfo López Mateos (1958-1964); en el primero como consecuencia de la entrada de México en la Segunda Guerra Mundial, en tanto, la segunda se dio entre las tensiones internacionales derivadas de la Revolución cubana. En ambas, se reunieron a los ex Presidentes de la República como una demostración de consenso nacional y apoyo a la decisión de resistencia del Presidente en turno.

En la coyuntura actual, la expresión de “Unidad Nacional”, debe discutirse en el Senado, donde bien podría considerar la convocatoria de reunir a todos los líderes de oposición y mandatarios que se han significado en la defensa de la nación. Pero primero, claro, se requiere de la decisión de defender la nación desde Palacio Nacional.

  • Antonio Tenorio Adame
  • El Senado, ¿artífice de la Unidad Nacional?
  • El Babel Legislativo, confusión y desaliño

Un rumor turbio envuelve los temas legislativos, desde la disputa por la asignación de la Medalla Belisario Domínguez, hasta las acciones a seguir frente al triunfo inesperado de Trump. Una Babel de opiniones.

El Senado celebrará el 24 de noviembre próximo, la sesión solemne donde se entregará la Medalla Belisario Domínguez, “post mort”, al “Héroe de la gasolinera” Gonzalo Rivas Cámara.

La asignación de la presea ha sido muy disputada, aún más parcializada, abriendo un debate maniqueo. Conviene advertir que cualquiera de los ciudadanos propuestos merece el reconocimiento, o bien, ahora se les incluya en la Rotonda de la Personas Ilustres en los casos ya fallecidos.

Por su parte los mismos partidos políticos requerían de “lavarse el rostro”, ante la corrupción su demeritada transparencia. No cabe “etiquetar” con una ideología el incendio ocasionado voluntario o no, porque incluir la lucha de Ayotzinapa equivale asumir la provocación como propia.

El valor de Gonzalo Rivas  debe ser incluyente a ambas partes del conflicto, representa a la vez la decisión de salvar y proteger los valores fundamentales desde el respeto a la vida y los derechos humanos, como reconocer que el movimiento normalista no es depredador, sino la síntesis dialéctica del conflicto. ¿Quizás esos sean los términos, desde la conciliación superior?

El presidente del Senado, Pablo Escudero Morales, dio a conocer la asignación de 100 millones de pesos, a fin de adquirir el Teatro de la República, ubicado en la ciudad de Querétaro, donde se discutió y aprobó la Constitución del 5 de Febrero de 1917. El anuncio es alentador debido al abandono de una fecha capitular de la historia institucional moderna de la nación, tan necesaria en momento que el “nacionalismo identitario mexicano” sufre uno de sus mayores embates con la agresiva amenaza de Trump.

LA UNIDAD NACIONAL, a una semana del triunfo electoral del Partido Republicano en los Estados Unidos, los Legisladores mexicanos no saben bien cómo responder ante la injerencia que propiciaron con acciones personales irresponsables; como denostar y descalificar, usar emblemas y portar distintivos, invitar a reuniones y todavía por si no fuera suficiente, viajar a presenciar la derrota de su candidata.

En comisiones y en lo personal se escuchan expresiones improvisadas y sentimentales; entre ellas, consideran como oportunidades las adversidades, atenúan el tono de la amenaza eminente, reformular la Agenda bilateral cuando en se trata de enfrentar sus agresiones, la simulación de mantener la consulta sobre el TPP cuando es un proyecto en vías de extinción.

El presidente Enrique Peña Nieto, se mantiene a la mitad del camino, por una parte llama a la unidad de todos los mexicanos, y por otra insiste en las vías diplomáticas con el “buen vecino”. Estas no son necesariamente opuestas, pero requieren de prioridades y reservas. El senador Manuel Bartlett, califica la intervención del Presidente, en la campaña de EU, de violar la Constitución.

La amenaza de Trump con el retorno de los cientos de miles de migrantes dará paso a una acentuación de pobreza y desajuste del control de Gobierno. Se presentará una crisis humanitaria dentro de una relevante catarsis política que afectará la gobernanza del país. Ante esos riesgos, el senador Miguel Barbosa, demanda que el Senado como órgano de Estado fije su posición y defina una estrategia. Una opción de crear la “Unidad Nacional”.

La “Unidad Nacional” vuelve a ser indispensable. En el pasado la formación de frentes amplios que la propiciaron, se dieron en el Gobierno de Manuel Ávila Camacho (1940-1946) y con Adolfo López Mateos (1958-1964); en el primero como consecuencia de la entrada de México en la Segunda Guerra Mundial, en tanto, la segunda se dio entre las tensiones internacionales derivadas de la Revolución cubana. En ambas, se reunieron a los ex Presidentes de la República como una demostración de consenso nacional y apoyo a la decisión de resistencia del Presidente en turno.

En la coyuntura actual, la expresión de “Unidad Nacional”, debe discutirse en el Senado, donde bien podría considerar la convocatoria de reunir a todos los líderes de oposición y mandatarios que se han significado en la defensa de la nación. Pero primero, claro, se requiere de la decisión de defender la nación desde Palacio Nacional.