/ domingo 27 de agosto de 2017

El Presidente que convenció en las urnas y en el Congreso

Algo que muchos olvidan es que el ejercicio del poder y en el ejercicio del poder no puede haber improvisaciones, más allá de la opinión pública y el extravagante mundo de las redes sociales, un país, un gobierno y un Estado no se pueden inventar a capricho de los opositores.

Un país como el nuestro con una gran cultura y una tradición auténtica, no se puede adaptar a modelos teóricos institucionales de otros países y no por falta de capacidad o desarrollo, sino por la razón simple y por ello importantísima que es que nuestra forma de vivir, no es equiparable inclusive en la política y la democracia.

México tiene su mayor potencial en su gente, aún hoy más gracias al pensamiento libre de las nuevas generaciones, ser mexicano no tiene nada que ver con otras naciones, amamos nuestra nación. Los mexicanos queremos crecer por nuestro potencial, talento y trabajo, somos entes nacionalistas que buscamos que México siempre este en alto.

Por ello, no se puede inventar el curso de un país, mucho menos enfrentar a los mexicanos con promesas de un México que ya vivimos y que hoy buscamos distinto, Al final, los liderazgos reales se fundamentan en ideas de largo plazo que en principio nos den seguridad, paz social y no la confrontación o ignorar las instituciones que en años han sido construidas por generaciones de mexicanos buscando un futuro sólido y próspero.

La transformación de un país se logra con acuerdos, reformas, consensos. Así inicio este sexenio y las ideas convencieron a la izquierda, a la derecha y a las minorías representadas en el Congreso.

Este país no colapsará gracias a una serie de políticas de Estado, avaladas desde ambas Cámaras Legislativas del Congreso de la Unión y de una gran y representativa mayoría de las Legislaturas Locales. México cambió con reformas emprendidas con una visión de país mejor, en movimiento, en transformación.

Hoy la oposición no sabe como discernir y convencer el porqué apoyaron las reformas, simplemente por mezquindad y por falta de identidad y proyecto. Enrique Peña Nieto convenció en las urnas y después convenció en el Congreso, su idea un país moderno, de mayor competencia económica, de más estabilidad y con oportunidades de empleo, ocupación, seguridad social, alimentación, educación y cultura.

Esta administración ha consolidado un gran avance en el proyecto educativo, igualmente ha generado mejores condiciones para operar programas sociales.

EPN encabeza un gobierno democrático e incluyente sin distinción de filiación política, un gobierno lejano al populismo presupuestal de la izquierda o de tendencias de la derecha que intentan frenar las libertades y el laicismo.

Este gobierno no está vendiendo el futuro, ni se encuentra negociando ante partidos y actores ambigüos. Sus políticas en el Plan Nacional de Desarrollos y en el Pacto por México, son fruto de una política constructiva y voluntad política del Presidente de la República. Las reformas estructurales son pilares de un país que está transformándose y sus bondades ya se están acentuando. Nadie podrá descalificar estos hechos, menos aún cuando la historia sin adjetivos narre como un Presidente decidido fue capaz de cambiar México con el reconocimiento de sus opositores.

Esperemos que el reconocimiento a la utilidad de las reformas sea permanente y no esperemos 25 años para que esto ocurra, pues frenar las reformas, sería tan grave como si en este momento se suspendiera el TLC.

Al tiempo.

 

Ex Legislador

jorgeschiaffinoisunza@yahoo.com.mx

Algo que muchos olvidan es que el ejercicio del poder y en el ejercicio del poder no puede haber improvisaciones, más allá de la opinión pública y el extravagante mundo de las redes sociales, un país, un gobierno y un Estado no se pueden inventar a capricho de los opositores.

Un país como el nuestro con una gran cultura y una tradición auténtica, no se puede adaptar a modelos teóricos institucionales de otros países y no por falta de capacidad o desarrollo, sino por la razón simple y por ello importantísima que es que nuestra forma de vivir, no es equiparable inclusive en la política y la democracia.

México tiene su mayor potencial en su gente, aún hoy más gracias al pensamiento libre de las nuevas generaciones, ser mexicano no tiene nada que ver con otras naciones, amamos nuestra nación. Los mexicanos queremos crecer por nuestro potencial, talento y trabajo, somos entes nacionalistas que buscamos que México siempre este en alto.

Por ello, no se puede inventar el curso de un país, mucho menos enfrentar a los mexicanos con promesas de un México que ya vivimos y que hoy buscamos distinto, Al final, los liderazgos reales se fundamentan en ideas de largo plazo que en principio nos den seguridad, paz social y no la confrontación o ignorar las instituciones que en años han sido construidas por generaciones de mexicanos buscando un futuro sólido y próspero.

La transformación de un país se logra con acuerdos, reformas, consensos. Así inicio este sexenio y las ideas convencieron a la izquierda, a la derecha y a las minorías representadas en el Congreso.

Este país no colapsará gracias a una serie de políticas de Estado, avaladas desde ambas Cámaras Legislativas del Congreso de la Unión y de una gran y representativa mayoría de las Legislaturas Locales. México cambió con reformas emprendidas con una visión de país mejor, en movimiento, en transformación.

Hoy la oposición no sabe como discernir y convencer el porqué apoyaron las reformas, simplemente por mezquindad y por falta de identidad y proyecto. Enrique Peña Nieto convenció en las urnas y después convenció en el Congreso, su idea un país moderno, de mayor competencia económica, de más estabilidad y con oportunidades de empleo, ocupación, seguridad social, alimentación, educación y cultura.

Esta administración ha consolidado un gran avance en el proyecto educativo, igualmente ha generado mejores condiciones para operar programas sociales.

EPN encabeza un gobierno democrático e incluyente sin distinción de filiación política, un gobierno lejano al populismo presupuestal de la izquierda o de tendencias de la derecha que intentan frenar las libertades y el laicismo.

Este gobierno no está vendiendo el futuro, ni se encuentra negociando ante partidos y actores ambigüos. Sus políticas en el Plan Nacional de Desarrollos y en el Pacto por México, son fruto de una política constructiva y voluntad política del Presidente de la República. Las reformas estructurales son pilares de un país que está transformándose y sus bondades ya se están acentuando. Nadie podrá descalificar estos hechos, menos aún cuando la historia sin adjetivos narre como un Presidente decidido fue capaz de cambiar México con el reconocimiento de sus opositores.

Esperemos que el reconocimiento a la utilidad de las reformas sea permanente y no esperemos 25 años para que esto ocurra, pues frenar las reformas, sería tan grave como si en este momento se suspendiera el TLC.

Al tiempo.

 

Ex Legislador

jorgeschiaffinoisunza@yahoo.com.mx