/ domingo 4 de octubre de 2015

El futuro del Distrito Federal, el mayor desastre / Jorge Schiaffino

Consecuencia del chantaje, la negociación, los negocios y hasta el pago de favores, desde el año 2000 los gobiernos delegacionales se convirtieron en la letra de cambio para ciertos grupos de una izquierda ambiciosa para el poder, pero ineficaz, corrupta, e improvisada para gobernar a favor de los capitalinos, sobre todo en las zonas más populares de la ciudad.

Bajo el disfraz de una fuerza democrática, se articularon grupos para venderse al mejor postor en referencia a los líderes como Cuauhtémoc Cárdenas, AMLO o Ebrard, hoy sabemos que las camarillas han actuado para seguir abrevando de los presupuestos delegacionales y formar su propia base social, fundamentada en un antiguo concepto asistencialista y populista, igualmente mecanismo de coacción al momento de los procesos electorales y luego como contrapesos y sin duda, obstáculos para los jefes de Gobierno del Distrito Federal.

No es el arribo de Morena o la debilitación del PRD, pues siguen siendo los mismos actores con una máscara distinta.

El grave desorden administrativo y presupuestal, los conflictos vecinales que se han generado por los favores de los gobiernos entre grupos de los ciudadanos en las mismas colonias y barrios, su ineficiencia operativa, su permanencia inclusive al heredar los puestos a hermanos o cónyuges, tienen a las administraciones delegacionales hechas una vergüenza y son el área donde existe el mayor grado de corrupción.

Por encima de los intereses ciudadanos, se han permitido desarrollos inmobiliarios y comerciales, obras viales, desabasto, gran desorden de los medios de transporte masivos, las concesiones a particulares del transporte plagadas de irregularidades y por si fuera poco, el acceso a los fondos federales dilapidados por favorecer a sus líderes quienes viven de engañar a los vecinos.

Los planes de desarrollo urbano a capricho de la mayoría de la izquierda, han atentado contra la viabilidad de los servicios públicos y de su calidad, las oficinas delegacionales paralizadas hasta que llega el visto bueno una vez que los inversionistas han pasado por la charola.

Las tareas de mantenimiento, el alumbrado público, el servicio de limpia, siguen convertidas en las arcas de los principales funcionarios.

Ejemplos como en Álvaro Obregón, Iztapalapa, Iztacalco, GAM y Benito Juárez, nos dan una triste idea de cómo no hay gobiernos pendientes del desarrollo ordenado de las colonias, de los barrios y siguen generando un escenario de desastre que colapsará apenas se dejen de recibir recursos presupuestales.

Por si esto fuera poco, basta para imaginarnos el negro futuro que le espera al Distrito Federal con las nuevas administraciones delegacionales, que el pasado primero. de octubre protestaron en la Asamblea del D.F., en medio de gritos, descalificaciones, insultos, acarreos, populismo y todo lo negro que nos podamos imaginar.

Los delegados, particularmente del PRD y de Morena, entrarán en una competencia que tendrá intereses de grupo y de partido, que beneficio para los ciudadanos. Cuál será el papel del jefe del Distrito Federal con funcionarios delegacionales que estarán en contra de su proyecto de administración en la Ciudad de México.

Evidentemente los nuevos delegados, particularmente de Morena, no conocen ni la ciudad, ni su legislación, ni la reglamentación que rige la vida interna de la ciudad y estoy seguro, ni siquiera la delimitación de las áreas que habrán de gobernar y cuáles son sus facultades.

Hay quienes dicen que harán universidades delegacionales y una serie de promesas y de engaños a la población, que únicamente no cumplirán sino que no tienen las facultades para hacerlo.

Basta de ineficiencia y corrupción, los capitalinos esperamos de la administración central las medidas necesarias administrativas y de control presupuestal, así como un programa de auditorías sobre el uso de sus recursos para acabar con quien tanto daño han hecho a las comunidades, zonas y unidades habitacionales, a las actividades comerciales, a quienes han acabado con áreas verdes y deportivas, y que siguen enriqueciéndose pasando por encima de las consultas vecinales y de la dignidad de los ciudadanos.

Es necesario detener y terminar con el mayor desastre del Gobierno del Distrito Federal: las administraciones de las demarcaciones territoriales de pseudo izquierda.

Al tiempo. * Exlegislador

jorgeschiaffinoisunza@yahoo.com.mx

Consecuencia del chantaje, la negociación, los negocios y hasta el pago de favores, desde el año 2000 los gobiernos delegacionales se convirtieron en la letra de cambio para ciertos grupos de una izquierda ambiciosa para el poder, pero ineficaz, corrupta, e improvisada para gobernar a favor de los capitalinos, sobre todo en las zonas más populares de la ciudad.

Bajo el disfraz de una fuerza democrática, se articularon grupos para venderse al mejor postor en referencia a los líderes como Cuauhtémoc Cárdenas, AMLO o Ebrard, hoy sabemos que las camarillas han actuado para seguir abrevando de los presupuestos delegacionales y formar su propia base social, fundamentada en un antiguo concepto asistencialista y populista, igualmente mecanismo de coacción al momento de los procesos electorales y luego como contrapesos y sin duda, obstáculos para los jefes de Gobierno del Distrito Federal.

No es el arribo de Morena o la debilitación del PRD, pues siguen siendo los mismos actores con una máscara distinta.

El grave desorden administrativo y presupuestal, los conflictos vecinales que se han generado por los favores de los gobiernos entre grupos de los ciudadanos en las mismas colonias y barrios, su ineficiencia operativa, su permanencia inclusive al heredar los puestos a hermanos o cónyuges, tienen a las administraciones delegacionales hechas una vergüenza y son el área donde existe el mayor grado de corrupción.

Por encima de los intereses ciudadanos, se han permitido desarrollos inmobiliarios y comerciales, obras viales, desabasto, gran desorden de los medios de transporte masivos, las concesiones a particulares del transporte plagadas de irregularidades y por si fuera poco, el acceso a los fondos federales dilapidados por favorecer a sus líderes quienes viven de engañar a los vecinos.

Los planes de desarrollo urbano a capricho de la mayoría de la izquierda, han atentado contra la viabilidad de los servicios públicos y de su calidad, las oficinas delegacionales paralizadas hasta que llega el visto bueno una vez que los inversionistas han pasado por la charola.

Las tareas de mantenimiento, el alumbrado público, el servicio de limpia, siguen convertidas en las arcas de los principales funcionarios.

Ejemplos como en Álvaro Obregón, Iztapalapa, Iztacalco, GAM y Benito Juárez, nos dan una triste idea de cómo no hay gobiernos pendientes del desarrollo ordenado de las colonias, de los barrios y siguen generando un escenario de desastre que colapsará apenas se dejen de recibir recursos presupuestales.

Por si esto fuera poco, basta para imaginarnos el negro futuro que le espera al Distrito Federal con las nuevas administraciones delegacionales, que el pasado primero. de octubre protestaron en la Asamblea del D.F., en medio de gritos, descalificaciones, insultos, acarreos, populismo y todo lo negro que nos podamos imaginar.

Los delegados, particularmente del PRD y de Morena, entrarán en una competencia que tendrá intereses de grupo y de partido, que beneficio para los ciudadanos. Cuál será el papel del jefe del Distrito Federal con funcionarios delegacionales que estarán en contra de su proyecto de administración en la Ciudad de México.

Evidentemente los nuevos delegados, particularmente de Morena, no conocen ni la ciudad, ni su legislación, ni la reglamentación que rige la vida interna de la ciudad y estoy seguro, ni siquiera la delimitación de las áreas que habrán de gobernar y cuáles son sus facultades.

Hay quienes dicen que harán universidades delegacionales y una serie de promesas y de engaños a la población, que únicamente no cumplirán sino que no tienen las facultades para hacerlo.

Basta de ineficiencia y corrupción, los capitalinos esperamos de la administración central las medidas necesarias administrativas y de control presupuestal, así como un programa de auditorías sobre el uso de sus recursos para acabar con quien tanto daño han hecho a las comunidades, zonas y unidades habitacionales, a las actividades comerciales, a quienes han acabado con áreas verdes y deportivas, y que siguen enriqueciéndose pasando por encima de las consultas vecinales y de la dignidad de los ciudadanos.

Es necesario detener y terminar con el mayor desastre del Gobierno del Distrito Federal: las administraciones de las demarcaciones territoriales de pseudo izquierda.

Al tiempo. * Exlegislador

jorgeschiaffinoisunza@yahoo.com.mx