/ martes 23 de agosto de 2016

En Cantera y Plata

  • Claudia S. Corichi
  • El TPP y sus grandes implicaciones

En vísperas de la ratificación de uno de los proyectos de integración comercial más ambiciosos del Siglo XXI en el Senado mexicano, el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, también conocido como TPP por sus siglas en inglés, se perfila para ser la próxima gran controversia en materia de política exterior ante las vagas definiciones sobre los impactos y beneficios esperados a través de este instrumento para México. En el marco de su reciente firma en febrero pasado, muchas voces fueron las que se alzaron a favor y en contra, sin embargo, es poco concluyente lo que habremos de esperar con este instrumento internacional que conecta a América con la región de más intenso y alto desarrollo en el mundo en estos días, Asia.

Tal como sucedió con la firma del NAFTA, el proceso de ratificación en los poderes legislativos de los países que intervienen (Estados Unidos, Japón, Australia, Nueva Zelanda, Malasia, Brunei, Singapur, Vietnam, Canadá, México, Perú y Chile) dará espacio para algunos ajustes. Sin embargo, hasta ahora, en nuestro país aún no han quedado claras las medidas que implementará el Gobierno federal con tal de que productores y consumidores se integren en condiciones óptimas a este nuevo mercado que representa el 40 por ciento del PIB mundial, con la finalidad de que no resulten afectados y aprovechen al máximo sus potencialidades.

Hasta ahora sectores como el automotriz que se ha convertido en una de las mayores industrias de México –incluida su cadena de suministro, el acero-, el alimentario que palidece cada vez más y el textil, han expresado en diversas ocasiones sus preocupaciones, mismas que no han sido atendidas por las instancias correspondientes, por lo que incluso se ha señalado que se desconoce qué ventajas conllevará su entrada en vigor.

En Canadá por ejemplo, los mayores de puntos de discusión fueron la apertura de los mercados de autopartes, productos lácteos y la extensión de los plazos de patentes de medicamentos, situación que resulta concordante con las inquietudes de los empresarios en México, ya que el pacto es visto como una amenaza. Sin embargo, el Gobierno de Trudeau, ha señalado desde ahora, sistemas de compensaciones a productores agrícolas como una primera medida para mitigar los efectos de la transición.

Para muchos la entrada al TPP, no significará un gran potencial de inversiones y menos de negocios, pues la realidad es que en términos de exportaciones, existe un ligero nivel de complementariedad entre mercados con algunos países.

Sin embargo, el caso de Vietnam es particularmente especial, porque contrario a lo que algunos sectores afirman sobre cómo esta potencia exportadora podría generarles efectos adversos, lo cierto es que se trata de un país al que México debe seguirle el ritmo, pues con tasas de crecimiento de 5.4 por ciento de su PIB, -mayores a las de Singapur o Japón- la industria vietnamita pondrá a prueba tanto a nuestras empresas, como al Gobierno federal que deberá apoyarles para ser más competitivas y eficientes. Justo por esa razón, considero que las relaciones entre ambas naciones deberán estrecharse como nunca antes, para que se indaguen nuevos caminos que conduzcan a la creación de cadenas productivas de alto valor agregado. Las oportunidades están puestas, ya que el dialogo con esta nación del sudeste asiático se da de manera horizontal.

México no dará marcha atrás al TPP, y es casi un hecho que el Senado ratifique nuestra presencia en este instrumento internacional, sin embargo, es muy importante que desde ahora, en el marco de las discusiones en la Comisión especial de la Cámara Alta, se fijen las medidas que deberían acompañar a nuestros productores, y cómo habrá que incentivar la exportación en el marco de las reglas de origen, es decir, el calendario de desgravación, con la finalidad de que podamos exigirle a la Secretaría de Economía que vele por los intereses de las industrias nacionales, y no simplemente terminemos integrándonos al mercado más ambicioso de este siglo, sin una visión estratégica como sucedió en su momento con el NAFTA.

En un mundo globalizado, lo mejor es que México se integre estratégicamente en escenarios económicos complementarios, con relaciones de ganar-ganar; el TPP sin duda es un reto para nuestra economía en todos los sentidos, por lo que aliarse con estos países en fuerte despegue debe verse como una oportunidad.

  • Claudia S. Corichi
  • El TPP y sus grandes implicaciones

En vísperas de la ratificación de uno de los proyectos de integración comercial más ambiciosos del Siglo XXI en el Senado mexicano, el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, también conocido como TPP por sus siglas en inglés, se perfila para ser la próxima gran controversia en materia de política exterior ante las vagas definiciones sobre los impactos y beneficios esperados a través de este instrumento para México. En el marco de su reciente firma en febrero pasado, muchas voces fueron las que se alzaron a favor y en contra, sin embargo, es poco concluyente lo que habremos de esperar con este instrumento internacional que conecta a América con la región de más intenso y alto desarrollo en el mundo en estos días, Asia.

Tal como sucedió con la firma del NAFTA, el proceso de ratificación en los poderes legislativos de los países que intervienen (Estados Unidos, Japón, Australia, Nueva Zelanda, Malasia, Brunei, Singapur, Vietnam, Canadá, México, Perú y Chile) dará espacio para algunos ajustes. Sin embargo, hasta ahora, en nuestro país aún no han quedado claras las medidas que implementará el Gobierno federal con tal de que productores y consumidores se integren en condiciones óptimas a este nuevo mercado que representa el 40 por ciento del PIB mundial, con la finalidad de que no resulten afectados y aprovechen al máximo sus potencialidades.

Hasta ahora sectores como el automotriz que se ha convertido en una de las mayores industrias de México –incluida su cadena de suministro, el acero-, el alimentario que palidece cada vez más y el textil, han expresado en diversas ocasiones sus preocupaciones, mismas que no han sido atendidas por las instancias correspondientes, por lo que incluso se ha señalado que se desconoce qué ventajas conllevará su entrada en vigor.

En Canadá por ejemplo, los mayores de puntos de discusión fueron la apertura de los mercados de autopartes, productos lácteos y la extensión de los plazos de patentes de medicamentos, situación que resulta concordante con las inquietudes de los empresarios en México, ya que el pacto es visto como una amenaza. Sin embargo, el Gobierno de Trudeau, ha señalado desde ahora, sistemas de compensaciones a productores agrícolas como una primera medida para mitigar los efectos de la transición.

Para muchos la entrada al TPP, no significará un gran potencial de inversiones y menos de negocios, pues la realidad es que en términos de exportaciones, existe un ligero nivel de complementariedad entre mercados con algunos países.

Sin embargo, el caso de Vietnam es particularmente especial, porque contrario a lo que algunos sectores afirman sobre cómo esta potencia exportadora podría generarles efectos adversos, lo cierto es que se trata de un país al que México debe seguirle el ritmo, pues con tasas de crecimiento de 5.4 por ciento de su PIB, -mayores a las de Singapur o Japón- la industria vietnamita pondrá a prueba tanto a nuestras empresas, como al Gobierno federal que deberá apoyarles para ser más competitivas y eficientes. Justo por esa razón, considero que las relaciones entre ambas naciones deberán estrecharse como nunca antes, para que se indaguen nuevos caminos que conduzcan a la creación de cadenas productivas de alto valor agregado. Las oportunidades están puestas, ya que el dialogo con esta nación del sudeste asiático se da de manera horizontal.

México no dará marcha atrás al TPP, y es casi un hecho que el Senado ratifique nuestra presencia en este instrumento internacional, sin embargo, es muy importante que desde ahora, en el marco de las discusiones en la Comisión especial de la Cámara Alta, se fijen las medidas que deberían acompañar a nuestros productores, y cómo habrá que incentivar la exportación en el marco de las reglas de origen, es decir, el calendario de desgravación, con la finalidad de que podamos exigirle a la Secretaría de Economía que vele por los intereses de las industrias nacionales, y no simplemente terminemos integrándonos al mercado más ambicioso de este siglo, sin una visión estratégica como sucedió en su momento con el NAFTA.

En un mundo globalizado, lo mejor es que México se integre estratégicamente en escenarios económicos complementarios, con relaciones de ganar-ganar; el TPP sin duda es un reto para nuestra economía en todos los sentidos, por lo que aliarse con estos países en fuerte despegue debe verse como una oportunidad.