/ viernes 2 de octubre de 2015

Firman cardenales manifiesto para negar a los divorciados acceso a los sacramentos

Jorge Sandoval G/ El Sol de México

Corresponsal

CIUDAD DEL VATICANO. (OEM-Informex).- El Sínodo de la Familia “no puede cambiar la doctrina de la Iglesia” y tampoco el poder del Papa “está por encima de la ley divina”, como en el caso de los divorciados vueltos a casar, y que, por lo tanto, no tienen acceso a los sacramentos. Con esta neta advertencia, un grupo de cardenales y prelados conservadores dejaron bien claro cuál será su posición en la cumbre mundial de obispos, del 4 al 25 de este mes en el Vaticano.

Asimismo, el manifiesto de estos purpurados excluye cualquier tipo de equiparación de las uniones homosexuales con las heterosexuales.

Acerca de estas delicadas cuestiones, los 183 obispos que votaron el texto final de la primera asamblea sinodal, hace un año, no llegaron a un acuerdo, al no alcanzar los dos tercios de los votos, necesarios para su aprobación.

Dos de los firmatarios del manifiesto, el arzobispo de Bolonia (norte de Italia), cardenal Carlo Caffarra, y el purpurado estadunidense, Raymond L. Burke, insistieron en que el Sínodo no tiene ninguna competencia para modificar la doctrina de la Iglesia católica.

Caffarra precisó a un grupo de periodistas que la “verdadera apertura” del papa Francisco tiene que ver con la actitud y no con la praxis de la Iglesia en materia de familia y matrimonio. Según su punto de vista, admitir “legítimamente” a los divorciados que se han vuelto a casar en la eucaristía “niega la ontología sacramental del matrimonio y reduce la indisolubilidad a una ley moral”.

Por otra parte, destacó, negar los sacramentos a los divorciados vueltos a casar, “no significa rechazar a estas personas y lo que el Papa pretende es un cambio en la actitud pastoral hacia las personas cualquiera que sea su condición”.

“La admisión a la comunión de estos divorciados –agregó Carrara- querría decir cambiar la doctrina del matrimonio, de la eucaristía, de la confesión, de la Iglesia sobre la sexualidad y esta decisión tendría una fuerte relevancia, especialmente entre los jóvenes, los cuales podrían concluir que no existe un matrimonio indisoluble”.

El arzobispo de Bolonia espera que el Sínodo “recoja el gran desafío que la posmodernidad ha lanzado a la Iglesia sobre el matrimonio y la familia”, agregando que “el matrimonio no es solo un acto litúrgico, sino un acto de vida, y por tanto, permanente”.

Por su parte, el cardenal Burke lamentó que en materia de familia y matrimonio han entrado en la Iglesia “confusiones” y “errores” que, a su juicio, han hecho pensar que el Sínodo es competente para modificar la doctrina y la praxis católica en estos ámbitos”.

A este respecto, hizo un llamado a evitar estas “distorsiones dañinas para toda la Iglesia universal”.

Acerca de las uniones gay, Burke y los promotores del manifiesto, destacaron que si la Iglesia equipara las relaciones heterosexuales a las homosexuales, “se subvierte la ley natural”.

“Es impensable –se lee en el documento- que la Iglesia haga hipótesis de una equivalencia de hecho, no solo en el ámbito legal, entre una relación y una pareja heterosexual y una relación de carácter homosexual, porque esto sería la subversión de la ley natural y del designio de amor de Dios creador.

En este sentido, el cardenal Burke evidenció “otra distorsión” sobre los “presuntos” poderes del Papa para deshacer un matrimonio. “No es posible –puntualizó- suponer el poder del Pontífice por encima de la ley divina”.

El manifiesto, entre otros, también está firmado por el cardenal Walter Brandmuller, por el prefecto de la Congregación para el Culto Divino cardenal Robert Sarah, y por el arzobispo emérito de Colonia (Alemania), cardenal Joachim Meisner. En un libro 11 cardenales critican las “aperturas” del Papa

Este manifiesto no es el único instrumento con el cual el clero conservador critica y rechaza las “aperturas” promovidas por Francisco. Once purpurados de diversa nacionalidad, entre ellos influyentes exponentes de la Curia y pastores de grandes diócesis, escribieron un libro titulado “Matrimonio y familia. Perspectivas pastorales de once cardenales”, con el cual se reitera el “no” a la comunión a los divorciados vueltos a casar y al matrimonio homosexual, subrayando la necesidad de “detener esta fase de disgregación”.

Los autores del libro advierten que “una vez aceptada (la comunión a los divorciados, ndr), aceptaremos también que el mutuo don de los esposos no debe ser total, ni a nivel espiritual, ni a nivel físico. Y por lo consiguiente nos veremos obligados a cambiar la doctrina de la Iglesia concerniente al matrimonio y la sexualidad”.

“El ordenamiento de la Iglesia –escriben los purpurados- debe permanecer fiel al Evangelio y nadie tiene el derecho de deformarlo... Los divorciados vueltos a casar han violado un inequivocable mandamiento de Jesús y viven una situación que contradice de manera objetiva el deseo de Dios. Es por esto que no pueden recibir la eucaristía”.

Entre los once cardenales están el alemán Paul Josef Cordes, el checo Dominik Duka, el nigeriano John Onaiyekan, el español Antonio Rouco Varela y el venezolano Jorge Urosa Savino.

Jorge Sandoval G/ El Sol de México

Corresponsal

CIUDAD DEL VATICANO. (OEM-Informex).- El Sínodo de la Familia “no puede cambiar la doctrina de la Iglesia” y tampoco el poder del Papa “está por encima de la ley divina”, como en el caso de los divorciados vueltos a casar, y que, por lo tanto, no tienen acceso a los sacramentos. Con esta neta advertencia, un grupo de cardenales y prelados conservadores dejaron bien claro cuál será su posición en la cumbre mundial de obispos, del 4 al 25 de este mes en el Vaticano.

Asimismo, el manifiesto de estos purpurados excluye cualquier tipo de equiparación de las uniones homosexuales con las heterosexuales.

Acerca de estas delicadas cuestiones, los 183 obispos que votaron el texto final de la primera asamblea sinodal, hace un año, no llegaron a un acuerdo, al no alcanzar los dos tercios de los votos, necesarios para su aprobación.

Dos de los firmatarios del manifiesto, el arzobispo de Bolonia (norte de Italia), cardenal Carlo Caffarra, y el purpurado estadunidense, Raymond L. Burke, insistieron en que el Sínodo no tiene ninguna competencia para modificar la doctrina de la Iglesia católica.

Caffarra precisó a un grupo de periodistas que la “verdadera apertura” del papa Francisco tiene que ver con la actitud y no con la praxis de la Iglesia en materia de familia y matrimonio. Según su punto de vista, admitir “legítimamente” a los divorciados que se han vuelto a casar en la eucaristía “niega la ontología sacramental del matrimonio y reduce la indisolubilidad a una ley moral”.

Por otra parte, destacó, negar los sacramentos a los divorciados vueltos a casar, “no significa rechazar a estas personas y lo que el Papa pretende es un cambio en la actitud pastoral hacia las personas cualquiera que sea su condición”.

“La admisión a la comunión de estos divorciados –agregó Carrara- querría decir cambiar la doctrina del matrimonio, de la eucaristía, de la confesión, de la Iglesia sobre la sexualidad y esta decisión tendría una fuerte relevancia, especialmente entre los jóvenes, los cuales podrían concluir que no existe un matrimonio indisoluble”.

El arzobispo de Bolonia espera que el Sínodo “recoja el gran desafío que la posmodernidad ha lanzado a la Iglesia sobre el matrimonio y la familia”, agregando que “el matrimonio no es solo un acto litúrgico, sino un acto de vida, y por tanto, permanente”.

Por su parte, el cardenal Burke lamentó que en materia de familia y matrimonio han entrado en la Iglesia “confusiones” y “errores” que, a su juicio, han hecho pensar que el Sínodo es competente para modificar la doctrina y la praxis católica en estos ámbitos”.

A este respecto, hizo un llamado a evitar estas “distorsiones dañinas para toda la Iglesia universal”.

Acerca de las uniones gay, Burke y los promotores del manifiesto, destacaron que si la Iglesia equipara las relaciones heterosexuales a las homosexuales, “se subvierte la ley natural”.

“Es impensable –se lee en el documento- que la Iglesia haga hipótesis de una equivalencia de hecho, no solo en el ámbito legal, entre una relación y una pareja heterosexual y una relación de carácter homosexual, porque esto sería la subversión de la ley natural y del designio de amor de Dios creador.

En este sentido, el cardenal Burke evidenció “otra distorsión” sobre los “presuntos” poderes del Papa para deshacer un matrimonio. “No es posible –puntualizó- suponer el poder del Pontífice por encima de la ley divina”.

El manifiesto, entre otros, también está firmado por el cardenal Walter Brandmuller, por el prefecto de la Congregación para el Culto Divino cardenal Robert Sarah, y por el arzobispo emérito de Colonia (Alemania), cardenal Joachim Meisner. En un libro 11 cardenales critican las “aperturas” del Papa

Este manifiesto no es el único instrumento con el cual el clero conservador critica y rechaza las “aperturas” promovidas por Francisco. Once purpurados de diversa nacionalidad, entre ellos influyentes exponentes de la Curia y pastores de grandes diócesis, escribieron un libro titulado “Matrimonio y familia. Perspectivas pastorales de once cardenales”, con el cual se reitera el “no” a la comunión a los divorciados vueltos a casar y al matrimonio homosexual, subrayando la necesidad de “detener esta fase de disgregación”.

Los autores del libro advierten que “una vez aceptada (la comunión a los divorciados, ndr), aceptaremos también que el mutuo don de los esposos no debe ser total, ni a nivel espiritual, ni a nivel físico. Y por lo consiguiente nos veremos obligados a cambiar la doctrina de la Iglesia concerniente al matrimonio y la sexualidad”.

“El ordenamiento de la Iglesia –escriben los purpurados- debe permanecer fiel al Evangelio y nadie tiene el derecho de deformarlo... Los divorciados vueltos a casar han violado un inequivocable mandamiento de Jesús y viven una situación que contradice de manera objetiva el deseo de Dios. Es por esto que no pueden recibir la eucaristía”.

Entre los once cardenales están el alemán Paul Josef Cordes, el checo Dominik Duka, el nigeriano John Onaiyekan, el español Antonio Rouco Varela y el venezolano Jorge Urosa Savino.