/ sábado 22 de julio de 2017

Frente, segunda vuelta y gobiernos de coalición

*Parvus pendetur fur, magnus abire videtur

A querer o no, el 2018 ha llegado ya para quedarse. Una vez concluida la jornada comicial en Veracruz, Nayarit, Coahuila y el Estado de México, a pesar de que aún quedan sub júdice (bajo el juez pendientes de resolución) los procesos de la múltiples y variadas quejas interpuestas por las reales y supuestas violaciones a la legislación electoral, el clima político, la percepción social y los afanes de los actores políticos están ya puestos en la próxima elección del Ejecutivo federal del año próximo.

Una de las manifestaciones de este violentar tiempos cronológicos consiste en el golpeteo mediático en contra del Presidente de la República, en contra del adelantado de siempre que tiene 18 años de campaña y las descalificaciones a los suspirantes del PAN, principalmente. Otra es el sobredimensionamiento de las querellas internas al interior de los partidos que sirve también para golpear a los adversarios exógenos y a los propios competidores de adentro.

Los titulares de la prensa escrita, radio y televisión y, desde luego las redes se ocupan de los llamados a crear un “Frente Democrático” o una gran “Alianza Opositora” con la finalidad de derrotar al PRI, confesando así, su incapacidad de ganar por sí, una votación, por lo cual requieren construir alianzas. Y no, no ofrecen un programa de gobierno, un proyecto de Nación, solo ganarle al partido en el poder. Aducen que serán una “Elección de Estado”, ritornelo (estribillo) que viene siendo usado desde los ochentas y para evitarlo han realizado los partidos y sus ideólogos de cabecera por lo menos tres reformas a las disposiciones electorales.

Lo anterior, no significa que se niegue la existencia de prácticas del todo reprochables o que se justifique porque todas las organizaciones políticas al acceder al poder hagan uso de ellas. Lo que decimos es que el hartazgo por la partidocracia pasa también por escuchar una vez y otra ad náuseam (hasta la náusea) los argumentos de los partidos sin corregir la parte que les toca.

¿Dónde están sus representantes en casillas? ¿Dónde los representes ante los órganos calificadores? ¿dónde sus abogados ante TEPJ?, o es que se trata de un gigantesco complot para que pierdan. Porque cuando ganan no impugnan los comicios y afirman que fueron: limpios, transparentes y democráticos.

El caso es que hoy se reedita lo de cada elección, hay que reformar las reformas. Hay que parchar con retazos la legislación copiando lo que se aplica en el extranjero. Hay que importar la 2ª vuelta, Hay que crear un Macron mexicano.

Y por supuesto los dizque ideólogos, politólogos, opinólogos y demás hierbas, engolan la voz, aplastan los sustantivos con adjetivos de su retorcida retórica para justificar la necesidad de una reforma constitucional para el 2018.

Lo que existe y tenemos es la figura de gobiernos de coalición que consiste en convenir un programa de gobierno, que debe llevarse a su validación al legislativo  e implica un apoyo en ambos Cámaras para darle viabilidad, en compartir el poder Ejecutivo y sobre todo la finalidad fundamental de gobernabilidad. Es cierto que falta la legislación secundaria pero sería posible la construcción de consensos, de ser el caso. *El pequeño ladrón es ahorcado,

el grande parece escapar al castigo.

*Parvus pendetur fur, magnus abire videtur

A querer o no, el 2018 ha llegado ya para quedarse. Una vez concluida la jornada comicial en Veracruz, Nayarit, Coahuila y el Estado de México, a pesar de que aún quedan sub júdice (bajo el juez pendientes de resolución) los procesos de la múltiples y variadas quejas interpuestas por las reales y supuestas violaciones a la legislación electoral, el clima político, la percepción social y los afanes de los actores políticos están ya puestos en la próxima elección del Ejecutivo federal del año próximo.

Una de las manifestaciones de este violentar tiempos cronológicos consiste en el golpeteo mediático en contra del Presidente de la República, en contra del adelantado de siempre que tiene 18 años de campaña y las descalificaciones a los suspirantes del PAN, principalmente. Otra es el sobredimensionamiento de las querellas internas al interior de los partidos que sirve también para golpear a los adversarios exógenos y a los propios competidores de adentro.

Los titulares de la prensa escrita, radio y televisión y, desde luego las redes se ocupan de los llamados a crear un “Frente Democrático” o una gran “Alianza Opositora” con la finalidad de derrotar al PRI, confesando así, su incapacidad de ganar por sí, una votación, por lo cual requieren construir alianzas. Y no, no ofrecen un programa de gobierno, un proyecto de Nación, solo ganarle al partido en el poder. Aducen que serán una “Elección de Estado”, ritornelo (estribillo) que viene siendo usado desde los ochentas y para evitarlo han realizado los partidos y sus ideólogos de cabecera por lo menos tres reformas a las disposiciones electorales.

Lo anterior, no significa que se niegue la existencia de prácticas del todo reprochables o que se justifique porque todas las organizaciones políticas al acceder al poder hagan uso de ellas. Lo que decimos es que el hartazgo por la partidocracia pasa también por escuchar una vez y otra ad náuseam (hasta la náusea) los argumentos de los partidos sin corregir la parte que les toca.

¿Dónde están sus representantes en casillas? ¿Dónde los representes ante los órganos calificadores? ¿dónde sus abogados ante TEPJ?, o es que se trata de un gigantesco complot para que pierdan. Porque cuando ganan no impugnan los comicios y afirman que fueron: limpios, transparentes y democráticos.

El caso es que hoy se reedita lo de cada elección, hay que reformar las reformas. Hay que parchar con retazos la legislación copiando lo que se aplica en el extranjero. Hay que importar la 2ª vuelta, Hay que crear un Macron mexicano.

Y por supuesto los dizque ideólogos, politólogos, opinólogos y demás hierbas, engolan la voz, aplastan los sustantivos con adjetivos de su retorcida retórica para justificar la necesidad de una reforma constitucional para el 2018.

Lo que existe y tenemos es la figura de gobiernos de coalición que consiste en convenir un programa de gobierno, que debe llevarse a su validación al legislativo  e implica un apoyo en ambos Cámaras para darle viabilidad, en compartir el poder Ejecutivo y sobre todo la finalidad fundamental de gobernabilidad. Es cierto que falta la legislación secundaria pero sería posible la construcción de consensos, de ser el caso. *El pequeño ladrón es ahorcado,

el grande parece escapar al castigo.