/ jueves 25 de agosto de 2016

Horizonte Económico

  • Miguel González Ibarra
  • Menor crecimiento en un entorno adverso

A pesar de que durante el segundo trimestre del año se tuvo un crecimiento más elevado que durante la primera mitad de cada uno de los últimos cinco años; en relación con los primeros tres meses de este año, la actividad económica de país, durante mayo a junio, ha comenzado a mostrar signos de desaceleración, lo que hace prever que podría ser la tónica para el resto de 2016.

De tal manera, aunque el crecimiento del primer semestre fue de 2.5 por ciento la Secretaría de Hacienda ajustó su estimación a un rango de entre 2.0 y 2.6 por ciento, mientras que los analistas de distintos agentes financieros y de firmas consultoras prevén que podría llegar a ser menor del dos por ciento.

La previsión de una fuerte desaceleración en la última parte del año obedece a la percepción sobre los efectos que traería un entorno externo adverso. Como primer factor se encuentra la disminución del crecimiento de Estados Unidos, que es nuestro principal socio comercial, económico y financiero. De una estimación inicial de crecimiento para este año de 2.5 por ciento, se prevé que la economía del vecino del norte solo alcanzará a ser de 1.2 por ciento.

Por otra parte, la debilidad de la economía estadunidense para mantener una expansión sostenida, está generando un ambiente de incertidumbre sobre la decisión que deberá tomar la Reserva Federal sobre el aumento gradual de las tasas de interés y sobre la normalización de la política monetaria. Adicionalmente, se encuentra también la incertidumbre sobre el resultado de las elecciones del próximo noviembre, tanto por el efecto Trump, como por la conformación que tendrá  la Cámara de Representantes. En caso de resultar las Cámaras Alta y Baja dominadas por un partido distinto al de la candidata demócrata, podrían obstaculizar sus propuestas. Adicionalmente, existen reticencias generadas por el efecto de la política plantada por Hillary Clinton sobre las finanzas públicas y el consumo, así como sobre el futuro de la deuda pública de ese país.

A su vez, la incertidumbre interna que están sembrando organizaciones como la CNTE, algunos líderes políticos y de medios de comunicación, aunado a las medidas preventivas de la banca para endurecer las condiciones crediticias, han minado la confianza en el país.

En materia de la capacidad para mantener las finanzas públicas en línea con lo planteado para todo el sexenio y para disminuir el endeudamiento público, la calificadora Santdard & Poors ha puesto en revisión negativa las perspectivas financieras del país. Aparte de la preocupación del nivel de deuda pública, que se encuentra por debajo de los estándares internacionales, lo que llama la atención es tanto la capacidad de generar ingresos públicos, ante la baja de los precios petroleros, así como la delicada situación que podría presentar el sistema financiero del país que podría requerir el apoyo de las autoridades.

Al respecto, el Banco de México lleva a cabo una vigilancia preventiva de las instituciones crediticias para anticipar cualquier efecto en situaciones de estrés y tomar las medidas, adecuadas. Por su parte, la Secretaría de Hacienda ha disminuido los requerimientos financieros del sector público, lo que reduce presiones en el mercado de fondos prestables. Sin embargo, un duro trabajo deberá enfrentar el secretario, Luis Videgaray, para convencer a los inversionistas y agentes económicos acerca de que México cuenta con las políticas y la fortaleza para hacer frente al entorno adverso y para superar los obstáculos internos. miggoib@unam.mx

  • Miguel González Ibarra
  • Menor crecimiento en un entorno adverso

A pesar de que durante el segundo trimestre del año se tuvo un crecimiento más elevado que durante la primera mitad de cada uno de los últimos cinco años; en relación con los primeros tres meses de este año, la actividad económica de país, durante mayo a junio, ha comenzado a mostrar signos de desaceleración, lo que hace prever que podría ser la tónica para el resto de 2016.

De tal manera, aunque el crecimiento del primer semestre fue de 2.5 por ciento la Secretaría de Hacienda ajustó su estimación a un rango de entre 2.0 y 2.6 por ciento, mientras que los analistas de distintos agentes financieros y de firmas consultoras prevén que podría llegar a ser menor del dos por ciento.

La previsión de una fuerte desaceleración en la última parte del año obedece a la percepción sobre los efectos que traería un entorno externo adverso. Como primer factor se encuentra la disminución del crecimiento de Estados Unidos, que es nuestro principal socio comercial, económico y financiero. De una estimación inicial de crecimiento para este año de 2.5 por ciento, se prevé que la economía del vecino del norte solo alcanzará a ser de 1.2 por ciento.

Por otra parte, la debilidad de la economía estadunidense para mantener una expansión sostenida, está generando un ambiente de incertidumbre sobre la decisión que deberá tomar la Reserva Federal sobre el aumento gradual de las tasas de interés y sobre la normalización de la política monetaria. Adicionalmente, se encuentra también la incertidumbre sobre el resultado de las elecciones del próximo noviembre, tanto por el efecto Trump, como por la conformación que tendrá  la Cámara de Representantes. En caso de resultar las Cámaras Alta y Baja dominadas por un partido distinto al de la candidata demócrata, podrían obstaculizar sus propuestas. Adicionalmente, existen reticencias generadas por el efecto de la política plantada por Hillary Clinton sobre las finanzas públicas y el consumo, así como sobre el futuro de la deuda pública de ese país.

A su vez, la incertidumbre interna que están sembrando organizaciones como la CNTE, algunos líderes políticos y de medios de comunicación, aunado a las medidas preventivas de la banca para endurecer las condiciones crediticias, han minado la confianza en el país.

En materia de la capacidad para mantener las finanzas públicas en línea con lo planteado para todo el sexenio y para disminuir el endeudamiento público, la calificadora Santdard & Poors ha puesto en revisión negativa las perspectivas financieras del país. Aparte de la preocupación del nivel de deuda pública, que se encuentra por debajo de los estándares internacionales, lo que llama la atención es tanto la capacidad de generar ingresos públicos, ante la baja de los precios petroleros, así como la delicada situación que podría presentar el sistema financiero del país que podría requerir el apoyo de las autoridades.

Al respecto, el Banco de México lleva a cabo una vigilancia preventiva de las instituciones crediticias para anticipar cualquier efecto en situaciones de estrés y tomar las medidas, adecuadas. Por su parte, la Secretaría de Hacienda ha disminuido los requerimientos financieros del sector público, lo que reduce presiones en el mercado de fondos prestables. Sin embargo, un duro trabajo deberá enfrentar el secretario, Luis Videgaray, para convencer a los inversionistas y agentes económicos acerca de que México cuenta con las políticas y la fortaleza para hacer frente al entorno adverso y para superar los obstáculos internos. miggoib@unam.mx