/ jueves 1 de junio de 2017

Horizonte económico

El reto mundial de la productividad

Los avances tecnológicos aplicados al funcionamiento de la economía generarán un incremento en la productividad y en el nivel de bienestar de la población. Sin embargo, se tiene que destinar un creciente monto de inversión para impulsar la innovación y para la formación de capital humano, lo cual constituye un reto que deben enfrentar los países.

En vísperas de la celebración de Foro Mundial sobre Productividad que llevará a cabo la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) dentro de un mes en Hungría, ha dado a conocer que existe una tendencia hacia un menor crecimiento de la productividad en todo el mundo.

Las tensiones sociales que han surgido a partir de la crisis y de la posterior recesión que iniciaron hace nueve años, así como los desajustes que se han generado en el mercado laboral, están originando políticas populistas para enfrentar el desempleo que priorizan el uso intensivo de mano de obra con menor calificación, ocasionando una disminución en la productividad y en la inversión destinada a la innovación y al cambio tecnológico.

El resultado de este enfoque, de alto contenido social, ha sido un crecimiento del trabajo en el valor total de la producción, lo que implica que cada vez se requieren más horas y jornadas laborales para lograr el modesto e incierto ritmo de crecimiento económico de los últimos años. De tal manera, aunque la creación de nuevas plazas laborales impulsa el consumo y el crecimiento económico, es a costa de la productividad. La masa laboral representa una mayor proporción del valor de producto interno bruto y aumenta el ingreso de los hogares, pero se ensancha la brecha de desigualdad entre los salarios de las actividades de mayor complejidad tecnológica frente a las que requieren una menor capacidad, habilidades y conocimiento.

La generación de más empleos de baja productividad, de acuerdo con la el Compendio de Índices sobre Productividad que acaba de publicar la OCDE, significa “trabajar más arduamente” en lugar de “trabajar con más inteligencia” lo cual es inquietante en las perspectivas de largo plazo.

La menor capacidad de las empresas para obtener un mayor rendimiento en la combinación de insumos, capital y horas laborales muestra una baja productividad multifactorial (PMF). Al respecto, el mayor descenso de la PMF se ha venido dando en Estados Unidos y en el Reino Unido, situación que seguramente se agravará con el populismo económico de los gobiernos de Trump y de May, respectivamente. Por su parte, este indicador ha mejorado en Japón, Alemania y Canadá, cuyas economías se encuentran mejor encaminadas hacia la cuarta revolución industrial.

En las economías emergentes se corre el riesgo, si no se emprenden reformas estructurales, de caer en el círculo vicioso de crear de empleos precarios que generan una menor productividad, que impulsan la informalidad, y descuidar las políticas encaminadas a la formación de capital humano con mayores habilidades y conocimiento lo cual, inevitablemente, conduce a una mayor desigualdad, a un menor ritmo de crecimiento y a un menor nivel de bienestar de la población.

miggoib@unam.mx

El reto mundial de la productividad

Los avances tecnológicos aplicados al funcionamiento de la economía generarán un incremento en la productividad y en el nivel de bienestar de la población. Sin embargo, se tiene que destinar un creciente monto de inversión para impulsar la innovación y para la formación de capital humano, lo cual constituye un reto que deben enfrentar los países.

En vísperas de la celebración de Foro Mundial sobre Productividad que llevará a cabo la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) dentro de un mes en Hungría, ha dado a conocer que existe una tendencia hacia un menor crecimiento de la productividad en todo el mundo.

Las tensiones sociales que han surgido a partir de la crisis y de la posterior recesión que iniciaron hace nueve años, así como los desajustes que se han generado en el mercado laboral, están originando políticas populistas para enfrentar el desempleo que priorizan el uso intensivo de mano de obra con menor calificación, ocasionando una disminución en la productividad y en la inversión destinada a la innovación y al cambio tecnológico.

El resultado de este enfoque, de alto contenido social, ha sido un crecimiento del trabajo en el valor total de la producción, lo que implica que cada vez se requieren más horas y jornadas laborales para lograr el modesto e incierto ritmo de crecimiento económico de los últimos años. De tal manera, aunque la creación de nuevas plazas laborales impulsa el consumo y el crecimiento económico, es a costa de la productividad. La masa laboral representa una mayor proporción del valor de producto interno bruto y aumenta el ingreso de los hogares, pero se ensancha la brecha de desigualdad entre los salarios de las actividades de mayor complejidad tecnológica frente a las que requieren una menor capacidad, habilidades y conocimiento.

La generación de más empleos de baja productividad, de acuerdo con la el Compendio de Índices sobre Productividad que acaba de publicar la OCDE, significa “trabajar más arduamente” en lugar de “trabajar con más inteligencia” lo cual es inquietante en las perspectivas de largo plazo.

La menor capacidad de las empresas para obtener un mayor rendimiento en la combinación de insumos, capital y horas laborales muestra una baja productividad multifactorial (PMF). Al respecto, el mayor descenso de la PMF se ha venido dando en Estados Unidos y en el Reino Unido, situación que seguramente se agravará con el populismo económico de los gobiernos de Trump y de May, respectivamente. Por su parte, este indicador ha mejorado en Japón, Alemania y Canadá, cuyas economías se encuentran mejor encaminadas hacia la cuarta revolución industrial.

En las economías emergentes se corre el riesgo, si no se emprenden reformas estructurales, de caer en el círculo vicioso de crear de empleos precarios que generan una menor productividad, que impulsan la informalidad, y descuidar las políticas encaminadas a la formación de capital humano con mayores habilidades y conocimiento lo cual, inevitablemente, conduce a una mayor desigualdad, a un menor ritmo de crecimiento y a un menor nivel de bienestar de la población.

miggoib@unam.mx