/ jueves 27 de julio de 2017

Horizonte económico | Crecimiento económico y empleo en el siglo XXI

El fuerte desequilibrio y el drástico ajuste que terminó con la extraordinaria expansión del último cuarto del siglo XX, dio origen a una gran cantidad de análisis, explicaciones y propuestas para evitar que un episodio similar pudiera repetirse. Adicionalmente, puso en entredicho las políticas monetarias y fiscales convencionales para impulsar el repunte de la economía y para abatir el desempleo que se generó.

Sin embargo, a una década de distancia de la crisis que puso en jaque al sistema financiero internacional, se comienza a apreciar que las tecnologías de la información y de la comunicación que homogeneizaron los patrones mundiales de consumo, que interconectaron las economías y los mercados de mercancías y servicios, así como los financieros, de capitales y laborales; están realmente generando una transformación de la economía, de la política, de la cultura y de la vida cotidiana del siglo XXI.

La era de la economía y de la vida digital, ha hecho que se avizoren grandes transformaciones, que van desde el fin del dinero impreso, hasta el surgimiento de bancos y finanzas basadas en la tecnología y con un mínimo de intermediación (P2P).  Esta perspectiva plantea un reto para las autoridades monetarias, financieras y fiscales en todos los países y para el mundo en su conjunto. Adicionalmente, la automatización y la inteligencia artificial generarán un cambio radical en el mercado laboral y en los sistemas educativos que deberán preparar personal con las habilidades y capacidades que requerirá la economía basada en el conocimiento.

Los organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, la Organización de la Naciones Unidas y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, así como organizaciones como el Foro Económico Mundial; han estado advirtiendo sobre la necesidad de llevar a cabo reformas estructurales que permitan elevar la productividad, generar riqueza y competir en las condiciones que imperarán en este siglo. Sin embargo, también advierten sobre el riesgo de profundizar la desigualdad entre países, regiones y grupos sociales.

El martes pasado la división para América del FMI, presentó un documento para discusión sobre el modesto crecimiento que ha venido experimentado la región, así como la preocupación sobre la desigualdad y la falta crecimiento de la productividad y de generación de empleo.

En el caso de México, aunque permanece en el rango superior de ritmo de crecimiento en la región, destaca el bajo nivel de desempleo que se ha alcanzado y el aumento de los salarios reales. Sin embargo, el aumento de la inflación y la incertidumbre sobre el futuro del Tratado de Libre Comercio del Norte de América (TLCAN), continúan siendo un riesgo que no debe perderse de vista, situación que resulta más preocupante ante el proceso electoral del próximo año y la amenaza de que se lleven a cabo medidas y políticas populistas

El mayor activo con que cuenta el país son las reformas estructurales y la estabilidad macroeconómica, adicionada de un manejo prudente de las finanzas públicas. Con el fin de asegurar que México se integre a la próxima era digital que marcará al siglo XXI, será necesario continuar con la transformación del país, atacando el desempleo al mismo tiempo que se prepara el capital humano con capacidades conocimientos y habilidades que requerirá la economía digital, pero también abatir la corrupción, la inseguridad y fortalecer la confianza y la vida institucional.

miggoib@unam.mx

El fuerte desequilibrio y el drástico ajuste que terminó con la extraordinaria expansión del último cuarto del siglo XX, dio origen a una gran cantidad de análisis, explicaciones y propuestas para evitar que un episodio similar pudiera repetirse. Adicionalmente, puso en entredicho las políticas monetarias y fiscales convencionales para impulsar el repunte de la economía y para abatir el desempleo que se generó.

Sin embargo, a una década de distancia de la crisis que puso en jaque al sistema financiero internacional, se comienza a apreciar que las tecnologías de la información y de la comunicación que homogeneizaron los patrones mundiales de consumo, que interconectaron las economías y los mercados de mercancías y servicios, así como los financieros, de capitales y laborales; están realmente generando una transformación de la economía, de la política, de la cultura y de la vida cotidiana del siglo XXI.

La era de la economía y de la vida digital, ha hecho que se avizoren grandes transformaciones, que van desde el fin del dinero impreso, hasta el surgimiento de bancos y finanzas basadas en la tecnología y con un mínimo de intermediación (P2P).  Esta perspectiva plantea un reto para las autoridades monetarias, financieras y fiscales en todos los países y para el mundo en su conjunto. Adicionalmente, la automatización y la inteligencia artificial generarán un cambio radical en el mercado laboral y en los sistemas educativos que deberán preparar personal con las habilidades y capacidades que requerirá la economía basada en el conocimiento.

Los organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, la Organización de la Naciones Unidas y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, así como organizaciones como el Foro Económico Mundial; han estado advirtiendo sobre la necesidad de llevar a cabo reformas estructurales que permitan elevar la productividad, generar riqueza y competir en las condiciones que imperarán en este siglo. Sin embargo, también advierten sobre el riesgo de profundizar la desigualdad entre países, regiones y grupos sociales.

El martes pasado la división para América del FMI, presentó un documento para discusión sobre el modesto crecimiento que ha venido experimentado la región, así como la preocupación sobre la desigualdad y la falta crecimiento de la productividad y de generación de empleo.

En el caso de México, aunque permanece en el rango superior de ritmo de crecimiento en la región, destaca el bajo nivel de desempleo que se ha alcanzado y el aumento de los salarios reales. Sin embargo, el aumento de la inflación y la incertidumbre sobre el futuro del Tratado de Libre Comercio del Norte de América (TLCAN), continúan siendo un riesgo que no debe perderse de vista, situación que resulta más preocupante ante el proceso electoral del próximo año y la amenaza de que se lleven a cabo medidas y políticas populistas

El mayor activo con que cuenta el país son las reformas estructurales y la estabilidad macroeconómica, adicionada de un manejo prudente de las finanzas públicas. Con el fin de asegurar que México se integre a la próxima era digital que marcará al siglo XXI, será necesario continuar con la transformación del país, atacando el desempleo al mismo tiempo que se prepara el capital humano con capacidades conocimientos y habilidades que requerirá la economía digital, pero también abatir la corrupción, la inseguridad y fortalecer la confianza y la vida institucional.

miggoib@unam.mx