/ domingo 10 de abril de 2016

Identifican al "hombre del sombrero" | Carlos Siula

PARÍS, Francia.– La intención del comando yihadista que cometió los atentados del 22 de marzo en Bruselas era -en realidad- perpetrar un nuevo ataque en París, pero tuvo que cambiar sus proyectos por la intensa presión policial, reconoció ayer Mohamed Abrini, que también admitió ser el “hombre del sombrero”.

Abrini, belga de origen marroquí de 31 años, que había sido arrestado el viernes pasado en Bruselas, confesó que era el hombre, con la cabeza cubierta por un sombrero oscuro, que aparece en las fotos de los sistemas de seguridad del aeropuerto de Zaventem junto a los kamikazes que se inmolaron en el hall de salidas de la terminal aérea el 22 de marzo último.

La información fue confirmada por la Fiscalía Federal de Bélgica, casi 24 horas después de la detención. Durante el interrogatorio, Abrini reconoció que acompañó a los kamikazes Ibrahim El Bakhraoui y Najim Laachraoui hasta el interior de la estación aérea, donde ambos se hicieron explotar. Luego salió caminando en dirección al centro y en el camino arrojó su abrigo en un cesto de basura y vendió su sombrero.

Mohamed Abrini reconoció que acompañó a los kamikazes Ibrahim El Bakhraoui y Najim Laachraoui hasta el interior de la estación aérea, donde ambos se hicieron explotar. FOTO: AP

La policía posee fotos y huellas ADN en un automóvil, armas y varios apartamentos utilizados por las células terroristas en las capitales de Francia y Bélgica. Esos datos, según la policía, prueban su participación en los atentados de París y Bruselas, y su estrecha vinculación con los comandos que perpetraron ambos ataques.

El dato más importante obtenido por la policía y el juez de instrucción que interrogaron a Abrini es que la verdadera intención del comando que perpetró los ataques de Bruselas era cometer una nueva ola de atentados en París, indicó un funcionario que participó en la investigación. Pero la presión incesante de las fuerzas de seguridad los obligó a cambiar los planes, por lo cual decidieron organizar precipitadamente las acciones suicidas en el aeropuerto de la capital belga y en la estación de metro Maelbeck. La Fiscalía Federal se rehusó a confirmar o desmentir esa información.

Personaje clave de la trama yihadista París-Bruselas, Abrini “coopera con la investigación” y le confesó a los investigadores “detalles de sus actividades”, indicó una fuente policial sin aportar otras precisiones.

Las autoridades también lograron probar que el sueco Osama Krayem -conocido por su nombre falso de Naim al Hamed-, otro yihadista que fue detenido el viernes en el distrito bruselense de Anderlecht, era el “segundo hombre” que actuó en el atentado del metro, confirmó la Fiscalía Federal.

Las imágenes de vigilancia difundidas por la policía lo mostraban junto al kamikaze Khalid El Bakraoui en el momento de ingresar a la estación de metro Petillon, ambos con mochilas en la espalda. Para probar sus cargos, las autoridades le mostraron otras imágenes que no habían dado a conocer. El Bakraoui se hizo explotar pocas paradas después en momento en que el metro abandonaba la estación Maelbeck.

También existen imágenes del momento en que el yihadista compra en el centro comercial City2 de Bruselas los bolsos que fueron utilizados por los kamikazes de los dos atentados del 22 de marzo.

El juez de instrucción oficializó la orden de detención contra ambos y los inculpó de participación en actividades y asesinatos terroristas.

El magistrado también ordenó encarcelar a un ruandés nacido el 5 de mayo de 1990, identificado como Hervé B.M., que había sido detenido junto Osama Krayem. También quedó bajo arresto Bilal El Makhoukhi, nacido en Bruselas el 10 de marzo de 1989, acusado de haber ayudado a Abrini y Krayen. El sospechoso negó toda participación en acciones terroristas, pero se trata de un viejo conocido de la justicia, pues fue condenado el año en Amberes a cinco años de prisión durante el importante proceso del grupúsculo Sharia4Belgium. Se trataba de una red de reclutamiento de yihadistas para enviarlos a combatir en Siria.

El Makhoukhi y el ruandés Hervé B.M. fueron inculpados de participación en actividades terroristas y complicidad con asesinatos terroristas.

Mientras tanto, las fuerzas de seguridad realizaron en las últimas horas numerosos registros, arrestos y detenciones en los distritos bruselenses de Anderlecht, Schaerbeek, Laeken y en el centro de Bruselas.

En forma paralela, las autoridades belgas pidieron la colaboración de Suecia para tratar de conocer el pasado de Osama Krayen, hijo de exiliados sirios que se instalaron en el barrio popular de Rosengard, en Malmoe, donde también se crió el futbolista Zlatan Ibrahimovic.

Después de un pasado de pequeño delincuente, ese joven se radicalizó abruptamente y a principios de 2015 partió a Siria a hacer el yihad (guerra santa). Luego se exhibió en Facebook vestido de militar en Siria con una kalachnikov en la mano y la bandera del grupo Estado Islámico (EI).

Los investigadores de ambos países tratan de desovillar la madeja de lo que puede ser una nueva red yihadista argelina implantada en Suecia. La policía de seguridad (Säpo) calcula que al menos 300 suecos están implicados en ese “turismo de guerra”. Por lo menos 40 islamistas suecos murieron en las filas del EI en Oriente Medio y los otros parecen decididos a proseguir el combate. Esas cifras son enormes teniendo en cuenta que se trata de un país con apenas 9 millones de habitantes.

La policía sueca teme que una parte de ese combatientes comiencen a regresar para desarrollar actos terroristas en Europa, incluso en su propio país.

Un argelino de 35 años radicado en Suecia, Mohamed Belkaid, fue abatido poco después de los atentados de Bruselas en un apartamento de la capital. En esa vivienda se hallaron huellas de Salah Abdeslam, que finalmente fue detenido hace un par de semanas tras permanecer fugado durante 126 días.

El pico más fuerte de radicalización se produjo en 2010. Ese año, el sueco de origen iraquí Taymour Abdel Wahab se inmoló en una calle comercial de Estocolmo.

Desde ese momento, gracias a un intenso trabajo de infiltración, la Säpo logró impedir varios atentados preparados por terroristas que tenían ciudadanía sueca.

Pero esos resultados son efímeros. Los servicios de inteligencia temen que los recientes episodios de Bruselas revelen la existencia de una red más estructurada y, por lo tanto, más peligrosa.

/arm

PARÍS, Francia.– La intención del comando yihadista que cometió los atentados del 22 de marzo en Bruselas era -en realidad- perpetrar un nuevo ataque en París, pero tuvo que cambiar sus proyectos por la intensa presión policial, reconoció ayer Mohamed Abrini, que también admitió ser el “hombre del sombrero”.

Abrini, belga de origen marroquí de 31 años, que había sido arrestado el viernes pasado en Bruselas, confesó que era el hombre, con la cabeza cubierta por un sombrero oscuro, que aparece en las fotos de los sistemas de seguridad del aeropuerto de Zaventem junto a los kamikazes que se inmolaron en el hall de salidas de la terminal aérea el 22 de marzo último.

La información fue confirmada por la Fiscalía Federal de Bélgica, casi 24 horas después de la detención. Durante el interrogatorio, Abrini reconoció que acompañó a los kamikazes Ibrahim El Bakhraoui y Najim Laachraoui hasta el interior de la estación aérea, donde ambos se hicieron explotar. Luego salió caminando en dirección al centro y en el camino arrojó su abrigo en un cesto de basura y vendió su sombrero.

Mohamed Abrini reconoció que acompañó a los kamikazes Ibrahim El Bakhraoui y Najim Laachraoui hasta el interior de la estación aérea, donde ambos se hicieron explotar. FOTO: AP

La policía posee fotos y huellas ADN en un automóvil, armas y varios apartamentos utilizados por las células terroristas en las capitales de Francia y Bélgica. Esos datos, según la policía, prueban su participación en los atentados de París y Bruselas, y su estrecha vinculación con los comandos que perpetraron ambos ataques.

El dato más importante obtenido por la policía y el juez de instrucción que interrogaron a Abrini es que la verdadera intención del comando que perpetró los ataques de Bruselas era cometer una nueva ola de atentados en París, indicó un funcionario que participó en la investigación. Pero la presión incesante de las fuerzas de seguridad los obligó a cambiar los planes, por lo cual decidieron organizar precipitadamente las acciones suicidas en el aeropuerto de la capital belga y en la estación de metro Maelbeck. La Fiscalía Federal se rehusó a confirmar o desmentir esa información.

Personaje clave de la trama yihadista París-Bruselas, Abrini “coopera con la investigación” y le confesó a los investigadores “detalles de sus actividades”, indicó una fuente policial sin aportar otras precisiones.

Las autoridades también lograron probar que el sueco Osama Krayem -conocido por su nombre falso de Naim al Hamed-, otro yihadista que fue detenido el viernes en el distrito bruselense de Anderlecht, era el “segundo hombre” que actuó en el atentado del metro, confirmó la Fiscalía Federal.

Las imágenes de vigilancia difundidas por la policía lo mostraban junto al kamikaze Khalid El Bakraoui en el momento de ingresar a la estación de metro Petillon, ambos con mochilas en la espalda. Para probar sus cargos, las autoridades le mostraron otras imágenes que no habían dado a conocer. El Bakraoui se hizo explotar pocas paradas después en momento en que el metro abandonaba la estación Maelbeck.

También existen imágenes del momento en que el yihadista compra en el centro comercial City2 de Bruselas los bolsos que fueron utilizados por los kamikazes de los dos atentados del 22 de marzo.

El juez de instrucción oficializó la orden de detención contra ambos y los inculpó de participación en actividades y asesinatos terroristas.

El magistrado también ordenó encarcelar a un ruandés nacido el 5 de mayo de 1990, identificado como Hervé B.M., que había sido detenido junto Osama Krayem. También quedó bajo arresto Bilal El Makhoukhi, nacido en Bruselas el 10 de marzo de 1989, acusado de haber ayudado a Abrini y Krayen. El sospechoso negó toda participación en acciones terroristas, pero se trata de un viejo conocido de la justicia, pues fue condenado el año en Amberes a cinco años de prisión durante el importante proceso del grupúsculo Sharia4Belgium. Se trataba de una red de reclutamiento de yihadistas para enviarlos a combatir en Siria.

El Makhoukhi y el ruandés Hervé B.M. fueron inculpados de participación en actividades terroristas y complicidad con asesinatos terroristas.

Mientras tanto, las fuerzas de seguridad realizaron en las últimas horas numerosos registros, arrestos y detenciones en los distritos bruselenses de Anderlecht, Schaerbeek, Laeken y en el centro de Bruselas.

En forma paralela, las autoridades belgas pidieron la colaboración de Suecia para tratar de conocer el pasado de Osama Krayen, hijo de exiliados sirios que se instalaron en el barrio popular de Rosengard, en Malmoe, donde también se crió el futbolista Zlatan Ibrahimovic.

Después de un pasado de pequeño delincuente, ese joven se radicalizó abruptamente y a principios de 2015 partió a Siria a hacer el yihad (guerra santa). Luego se exhibió en Facebook vestido de militar en Siria con una kalachnikov en la mano y la bandera del grupo Estado Islámico (EI).

Los investigadores de ambos países tratan de desovillar la madeja de lo que puede ser una nueva red yihadista argelina implantada en Suecia. La policía de seguridad (Säpo) calcula que al menos 300 suecos están implicados en ese “turismo de guerra”. Por lo menos 40 islamistas suecos murieron en las filas del EI en Oriente Medio y los otros parecen decididos a proseguir el combate. Esas cifras son enormes teniendo en cuenta que se trata de un país con apenas 9 millones de habitantes.

La policía sueca teme que una parte de ese combatientes comiencen a regresar para desarrollar actos terroristas en Europa, incluso en su propio país.

Un argelino de 35 años radicado en Suecia, Mohamed Belkaid, fue abatido poco después de los atentados de Bruselas en un apartamento de la capital. En esa vivienda se hallaron huellas de Salah Abdeslam, que finalmente fue detenido hace un par de semanas tras permanecer fugado durante 126 días.

El pico más fuerte de radicalización se produjo en 2010. Ese año, el sueco de origen iraquí Taymour Abdel Wahab se inmoló en una calle comercial de Estocolmo.

Desde ese momento, gracias a un intenso trabajo de infiltración, la Säpo logró impedir varios atentados preparados por terroristas que tenían ciudadanía sueca.

Pero esos resultados son efímeros. Los servicios de inteligencia temen que los recientes episodios de Bruselas revelen la existencia de una red más estructurada y, por lo tanto, más peligrosa.

/arm