/ jueves 25 de agosto de 2016

Juego de Palabras

  • Gilberto D' Estrabau
  • Sinecuras al borde de un ataque de broncas

Ya el FMI y la OCDE habían recortado sus pronósticos de crecimiento de la economía mexicana para 2016, pero cuando la Secretaría de Hacienda  -confirmando que es  la dependencia federal más poderosa después de la Presidencia de la República– redujo el estimado del crecimiento del PIB para este año, retembló en sus centros la tierra.

Inmediatamadremente la calificadora Standard & Poor’s rebajó de estable a negativa la calificación crediticia de México y su homóloga Moody’s rebajó también su perspectiva para el Sistema bancario mexicano, para Pemex y la Comisión Federal de Electricidad.

Hacienda pronosticó un crecimiento mínimo de dos por ciento –un techo que el país no ha podido perforar en los últimos 20 años– pero los analistas de HR Ratings, considerando que la desaceleración de la economía mexicana es más fuerte de lo previsto, bajó la vara a apenas 1.6 por ciento.

Todo alrededor se desastró: la Bolsa de Valores, que hace apenas unos días coqueteaba con cumbre nunca vista de los 49 mil puntos, se desplomó mil 500, el peso volvió a caer ante el dólar, y como culpables volvieron a ser señalados la caída en la producción petrolera y el casi nulo dinamismo de las actividad industrial en los Estados Unidos. Claro que sobre lo anterior poco se puede hacer, pero lo que resulta imperdonable es que el 90 por ciento de las ocho mil empresas que venden productos alimenticios mexicanos a los Estados Unidos no estén cumpliendo con los cambios a la Ley de Modernización de la Inocuidad de los Alimentos, que entra en vigor el 18 de septiembre, por lo que se teme colapse el flujo de esa rama de las exportaciones.

El coletazo negativo de todo lo anterior ha sido comentado con fruición negativa por analistas y expertos. Sin embargo, no todo es deprimente.

Hacienda ha querido levantar un poco los ánimos al anunciar que no subirá ni creará nuevos impuestos en 2017. Y desde el sector privado mandan señales de optimismo Carlos Hank González, presidente de Banorte, quien proclama que “México, su economía y sus empresas  están fuertes y listas para competir y ganar en el mundo”, y Ana Patricia Botín, jefa de Santander, quien anuncia que el banco invertirá 3,800 millones de dólares en México.

SINECURAS AL BORDE DE

UN ATAQUE DE BRONCAS

El Diccionario de  Política Parda define “embajador” como “político en paro a quien se le dan sueldo y gastos con la condición de que abandone el país”.

Algo así podría decirse de los representantes de las dependencias del Gobierno federal en los Estados:

“Político amigo de un secretario, que recibe sueldo y gastos con la condición de que abandone la capital”.

El martes pasado, el presidente Peña Nieto recibió en Los Pinos a los diputados de su partido que, todos a una, se lanzaron a la yugular de los delegados federales de la Administración. El sentir de los legisladores fue resumido por el diputado Carlos Sarabia quien dijo: “Hoy en día se tiene una percepción negativa del Presidente, porque todos nos hemos descuidado; pero los delegados, que son sus empleados directos, lo han hecho peor”.

O sea, que si los delegados no sirven para promover lo que se hace desde el Gobierno, que se vayan.

Buenos días. Buena suerte. juegodepalabras1@yahoo.com

  • Gilberto D' Estrabau
  • Sinecuras al borde de un ataque de broncas

Ya el FMI y la OCDE habían recortado sus pronósticos de crecimiento de la economía mexicana para 2016, pero cuando la Secretaría de Hacienda  -confirmando que es  la dependencia federal más poderosa después de la Presidencia de la República– redujo el estimado del crecimiento del PIB para este año, retembló en sus centros la tierra.

Inmediatamadremente la calificadora Standard & Poor’s rebajó de estable a negativa la calificación crediticia de México y su homóloga Moody’s rebajó también su perspectiva para el Sistema bancario mexicano, para Pemex y la Comisión Federal de Electricidad.

Hacienda pronosticó un crecimiento mínimo de dos por ciento –un techo que el país no ha podido perforar en los últimos 20 años– pero los analistas de HR Ratings, considerando que la desaceleración de la economía mexicana es más fuerte de lo previsto, bajó la vara a apenas 1.6 por ciento.

Todo alrededor se desastró: la Bolsa de Valores, que hace apenas unos días coqueteaba con cumbre nunca vista de los 49 mil puntos, se desplomó mil 500, el peso volvió a caer ante el dólar, y como culpables volvieron a ser señalados la caída en la producción petrolera y el casi nulo dinamismo de las actividad industrial en los Estados Unidos. Claro que sobre lo anterior poco se puede hacer, pero lo que resulta imperdonable es que el 90 por ciento de las ocho mil empresas que venden productos alimenticios mexicanos a los Estados Unidos no estén cumpliendo con los cambios a la Ley de Modernización de la Inocuidad de los Alimentos, que entra en vigor el 18 de septiembre, por lo que se teme colapse el flujo de esa rama de las exportaciones.

El coletazo negativo de todo lo anterior ha sido comentado con fruición negativa por analistas y expertos. Sin embargo, no todo es deprimente.

Hacienda ha querido levantar un poco los ánimos al anunciar que no subirá ni creará nuevos impuestos en 2017. Y desde el sector privado mandan señales de optimismo Carlos Hank González, presidente de Banorte, quien proclama que “México, su economía y sus empresas  están fuertes y listas para competir y ganar en el mundo”, y Ana Patricia Botín, jefa de Santander, quien anuncia que el banco invertirá 3,800 millones de dólares en México.

SINECURAS AL BORDE DE

UN ATAQUE DE BRONCAS

El Diccionario de  Política Parda define “embajador” como “político en paro a quien se le dan sueldo y gastos con la condición de que abandone el país”.

Algo así podría decirse de los representantes de las dependencias del Gobierno federal en los Estados:

“Político amigo de un secretario, que recibe sueldo y gastos con la condición de que abandone la capital”.

El martes pasado, el presidente Peña Nieto recibió en Los Pinos a los diputados de su partido que, todos a una, se lanzaron a la yugular de los delegados federales de la Administración. El sentir de los legisladores fue resumido por el diputado Carlos Sarabia quien dijo: “Hoy en día se tiene una percepción negativa del Presidente, porque todos nos hemos descuidado; pero los delegados, que son sus empleados directos, lo han hecho peor”.

O sea, que si los delegados no sirven para promover lo que se hace desde el Gobierno, que se vayan.

Buenos días. Buena suerte. juegodepalabras1@yahoo.com