/ viernes 16 de junio de 2017

Juego de palabras

El petate del presupuesto

“Presupuesto” viene de “pre”, adelante, y “suponer” que, nos advierte el diccionario de la Real Academia Española(RAE) significa “fingir, dar existencia real a lo que realmente no la tiene”.

Quienes han hecho o han recibido presupuestos aun para las más modestas encomiendas, saben que estos instrumentos son tan engañosos o frustrantes como cualquier propósito humano avecindado en el futuro. Sobre esto hay una pequeña historia:

Una persona hace proyectos para su futuro. Cuando está en lo más emocionante, se le aparece Dios. El Altísimo está muerto de la risa.

-¿De qué te ríes?– pregunta el futurista.

De tus planes, dice Dios.

En fin.

La inexactitud y la tendencia a dispararse en todas direcciones de un presupuesto está en razón directa a su complejidad. Si suponemos que el presupuesto para los gastos de unas vacaciones tiene “n” posibilidades de caotizarse, esas posibilidades serían “n” a la décima potencia para una campaña política, y “n” elevado a la enésima potencia y pasado por los grados del adjetivo para los gastos de un país durante un año (especialmente cuando, como en el caso de México, nuestros secretarios de Hacienda desde hace medio siglo padecen un optimismo delirante para variables esenciales como el crecimiento del PIB, las exportaciones y el precio del petróleo. En la actualidad, se suma a ese horizonte rosa el efecto de las reformas estructurales aprobadas a principios del sexenio). A quienes prefieren tomar una actitud científica ante las variantes existenciales, les satisfará saber que en los presupuestos de gastos gubernamentales se cumple infaliblemente una de las reglas naturales más exactas, la “ley de Murphy”: lo que puede salir mal, saldrá mal.

Será saludable recordar también que el próximo presupuesto corresponde a un año salvajemente electoral, con la renovación de nueve gubernaturas, el Congreso de la Unión y la Presidencia de la República.

Es legítimo suponer que el Gobierno federal -que es el que redacta el presupuesto para que la Legislatura siga con los tres movimientos de Fab: lo remoje , lo exprima y lo tienda- destilará sobre el papel, que ya sabemos que aguanta lo que le pongan, las más deslumbrantes perspectivas sin importar su credibilidad, y tratará de convencer a los ciudadanos -como es práctica de todos los gobiernos en todo el mundo, excepto los estados Unidos y Corea del Norte– que invertirán sus impuestos con la más acrisolada honestidad y con los resultados que más convengan al bien común.

Pero esos serán las motivaciones y efectos previsibles para dentro de unos meses. Por lo pronto, el presupuesto ya tiene utilidad política, especialmente para las representaciones legislativas de los partidos de oposición.

Los legisladores en ambas Cámaras del PAN y el PRD, por ejemplo, mantienen su tradicional actitud de legislar sobre lo que les conviene, o sobre fantasías, o sobre caprichos, y no tocar ni con el pétalo de un dictamen  las iniciativas que son urgentes para el buen Gobierno de la República -como la Ley de Seguridad Interior, el robo de combustible, el nombramiento de los fiscales General y de Corrupción- y se sacan de la manga temas cuyo tiempo legal de debate ya venció. En estos momentos, cuando los arrinconan con la norma, sacan el petate del muerto del Presupuesto: es la absoluta prioridad, no hay tiempo para otra cosa.

Buenos días. Buena suerte.

juegodepalabras1@yahoo.com

Sitio Web: juegodepalabras.mx

El petate del presupuesto

“Presupuesto” viene de “pre”, adelante, y “suponer” que, nos advierte el diccionario de la Real Academia Española(RAE) significa “fingir, dar existencia real a lo que realmente no la tiene”.

Quienes han hecho o han recibido presupuestos aun para las más modestas encomiendas, saben que estos instrumentos son tan engañosos o frustrantes como cualquier propósito humano avecindado en el futuro. Sobre esto hay una pequeña historia:

Una persona hace proyectos para su futuro. Cuando está en lo más emocionante, se le aparece Dios. El Altísimo está muerto de la risa.

-¿De qué te ríes?– pregunta el futurista.

De tus planes, dice Dios.

En fin.

La inexactitud y la tendencia a dispararse en todas direcciones de un presupuesto está en razón directa a su complejidad. Si suponemos que el presupuesto para los gastos de unas vacaciones tiene “n” posibilidades de caotizarse, esas posibilidades serían “n” a la décima potencia para una campaña política, y “n” elevado a la enésima potencia y pasado por los grados del adjetivo para los gastos de un país durante un año (especialmente cuando, como en el caso de México, nuestros secretarios de Hacienda desde hace medio siglo padecen un optimismo delirante para variables esenciales como el crecimiento del PIB, las exportaciones y el precio del petróleo. En la actualidad, se suma a ese horizonte rosa el efecto de las reformas estructurales aprobadas a principios del sexenio). A quienes prefieren tomar una actitud científica ante las variantes existenciales, les satisfará saber que en los presupuestos de gastos gubernamentales se cumple infaliblemente una de las reglas naturales más exactas, la “ley de Murphy”: lo que puede salir mal, saldrá mal.

Será saludable recordar también que el próximo presupuesto corresponde a un año salvajemente electoral, con la renovación de nueve gubernaturas, el Congreso de la Unión y la Presidencia de la República.

Es legítimo suponer que el Gobierno federal -que es el que redacta el presupuesto para que la Legislatura siga con los tres movimientos de Fab: lo remoje , lo exprima y lo tienda- destilará sobre el papel, que ya sabemos que aguanta lo que le pongan, las más deslumbrantes perspectivas sin importar su credibilidad, y tratará de convencer a los ciudadanos -como es práctica de todos los gobiernos en todo el mundo, excepto los estados Unidos y Corea del Norte– que invertirán sus impuestos con la más acrisolada honestidad y con los resultados que más convengan al bien común.

Pero esos serán las motivaciones y efectos previsibles para dentro de unos meses. Por lo pronto, el presupuesto ya tiene utilidad política, especialmente para las representaciones legislativas de los partidos de oposición.

Los legisladores en ambas Cámaras del PAN y el PRD, por ejemplo, mantienen su tradicional actitud de legislar sobre lo que les conviene, o sobre fantasías, o sobre caprichos, y no tocar ni con el pétalo de un dictamen  las iniciativas que son urgentes para el buen Gobierno de la República -como la Ley de Seguridad Interior, el robo de combustible, el nombramiento de los fiscales General y de Corrupción- y se sacan de la manga temas cuyo tiempo legal de debate ya venció. En estos momentos, cuando los arrinconan con la norma, sacan el petate del muerto del Presupuesto: es la absoluta prioridad, no hay tiempo para otra cosa.

Buenos días. Buena suerte.

juegodepalabras1@yahoo.com

Sitio Web: juegodepalabras.mx