/ viernes 16 de junio de 2017

La CdMx en la vorágine de la violencia

*Nudo detrahere vestimenta

La espiral de violencia que agobia a todo el país, ha tenido en las últimas semanas un “crescendo” en la ahora nueva entidad federativa denominada Ciudad de México.

Hace ya tiempo que en la principal ciudad del país, en la cual están asentados los poderes de la unión se presentaban cada cierto tiempo episodios violentos con la marca de delincuencia organizada y siempre, ahora y antes las autoridades negaban que aquí actuaran células de los carteles y en todo caso argüían eran actos aislados e inconexos que por sí solos no constituían pruebas de que el crimen organizado hubiera llegado al Distrito Federal, ahora CdMx.

La testaruda realidad se ha encargado de evidenciar que adicionalmente a que la ciudad constituye un santuario para buscar refugio, vivir en paz y esconderse en la multitud por parte de algunos capos y sus familias, ahora los capitalinos constatamos ejecuciones a balazos, aparición de cuerpos mutilados y riñas con armas de fuego por el control territorial de diferentes zonas de la ciudad.

La ciudad no solo importa como plaza para tener el control del aeropuerto por la llegada de cargamentos de droga de Centro y Sudamérica, es también punto de  trasiego de heroína de Guerrero y de mariguana de ese estado y de Michoacán, para re direccionarlos al norte de la República y a Estados Unidos.

La batalla principal consiste en obtener el control del narco menudeo que constituye el mayor mercado de consumidores de todo México y deja a quienes lo controlan pingues ganancias. El control de las tienditas y la expedición de todo tipo de drogas, en esos locales y en los centros nocturnos de diversión se realizan con el consentimiento y connivencia de las policías que actúan en la ciudad.

Lo anterior, es en cuánto al tráfico de drogas, por otra parte, los secuestros siguen presentes, así como, la extorsión o derecho de piso. Actividad ésta que ha propiciado episodios de violencia extrema cuando los extorsionados acuden a buscar protección en bandas rivales.

La compra-venta de chueco o venta de objetos robados es otra actividad que viene de lejos y se le ha consentido y dejado crecer por las cuotas que genera con menos riegos para los mandos policiales. El robo a transeúntes cada vez frecuentes especialmente en vías rápidas como el periférico o el viaducto se ha incrementado y las redes sociales, dan buena cuenta de ello. El hecho que no se denuncien no quiere decir que no se hubiesen incrementado.

Los robos de vehículos estacionados o con violencia han crecido, también innegablemente. La presencia de parejas de jóvenes a bordo de motocicletas causa temor, pavor, por lo menos aprensión entre los citadinos y han reeditado los sicarios que ejecutan al estilo colombiano. Los robos a casa habitación, y joyerías a marrazos se han cotidianizado.

Nada se gana con negarlo. Es imperativo que se refuerce la coordinación entre los diversos ámbitos de gobierno. Si no se toman medidas urgentes para contener esta oleada de violencia, mañana será tarde.

* Quitar el vestido a alguien que está desnudo.

*Nudo detrahere vestimenta

La espiral de violencia que agobia a todo el país, ha tenido en las últimas semanas un “crescendo” en la ahora nueva entidad federativa denominada Ciudad de México.

Hace ya tiempo que en la principal ciudad del país, en la cual están asentados los poderes de la unión se presentaban cada cierto tiempo episodios violentos con la marca de delincuencia organizada y siempre, ahora y antes las autoridades negaban que aquí actuaran células de los carteles y en todo caso argüían eran actos aislados e inconexos que por sí solos no constituían pruebas de que el crimen organizado hubiera llegado al Distrito Federal, ahora CdMx.

La testaruda realidad se ha encargado de evidenciar que adicionalmente a que la ciudad constituye un santuario para buscar refugio, vivir en paz y esconderse en la multitud por parte de algunos capos y sus familias, ahora los capitalinos constatamos ejecuciones a balazos, aparición de cuerpos mutilados y riñas con armas de fuego por el control territorial de diferentes zonas de la ciudad.

La ciudad no solo importa como plaza para tener el control del aeropuerto por la llegada de cargamentos de droga de Centro y Sudamérica, es también punto de  trasiego de heroína de Guerrero y de mariguana de ese estado y de Michoacán, para re direccionarlos al norte de la República y a Estados Unidos.

La batalla principal consiste en obtener el control del narco menudeo que constituye el mayor mercado de consumidores de todo México y deja a quienes lo controlan pingues ganancias. El control de las tienditas y la expedición de todo tipo de drogas, en esos locales y en los centros nocturnos de diversión se realizan con el consentimiento y connivencia de las policías que actúan en la ciudad.

Lo anterior, es en cuánto al tráfico de drogas, por otra parte, los secuestros siguen presentes, así como, la extorsión o derecho de piso. Actividad ésta que ha propiciado episodios de violencia extrema cuando los extorsionados acuden a buscar protección en bandas rivales.

La compra-venta de chueco o venta de objetos robados es otra actividad que viene de lejos y se le ha consentido y dejado crecer por las cuotas que genera con menos riegos para los mandos policiales. El robo a transeúntes cada vez frecuentes especialmente en vías rápidas como el periférico o el viaducto se ha incrementado y las redes sociales, dan buena cuenta de ello. El hecho que no se denuncien no quiere decir que no se hubiesen incrementado.

Los robos de vehículos estacionados o con violencia han crecido, también innegablemente. La presencia de parejas de jóvenes a bordo de motocicletas causa temor, pavor, por lo menos aprensión entre los citadinos y han reeditado los sicarios que ejecutan al estilo colombiano. Los robos a casa habitación, y joyerías a marrazos se han cotidianizado.

Nada se gana con negarlo. Es imperativo que se refuerce la coordinación entre los diversos ámbitos de gobierno. Si no se toman medidas urgentes para contener esta oleada de violencia, mañana será tarde.

* Quitar el vestido a alguien que está desnudo.