/ martes 6 de octubre de 2015

La empresa privada / Jorge Sánchez Tello

Cuando uno se levanta por la mañana, puede notar en el cuarto muchos objetos que fueron fabricados por empresas privadas, y por todos ellos, pagamos con satisfacción, puesto que nos sirven para hacer nuestra vida más cómoda.  Cuando salimos de nuestra casa, hacemos uso de otros servicios por los cuales pagamos. Todas estas empresas son privadas.

Nadie se pone a pensar, si es una empresa pública o privada, simplemente nos relacionamos por el servicio que damos o nos dan. Cuando llega la hora de la comida, vamos a comer a un restaurante o a un café, todos éstos se relacionan igualmente con otras empresas para poder operar. El caso es que todos, absolutamente todos, nos relacionamos con empresas privadas sin grandes problemas.

En los países socialistas o “comunistas”, todas las empresas eran públicas, no había ni una privada y en todos se mataba la iniciativa, la responsabilidad, la creatividad y la libertad; por eso es que se desplomaron y ahora han vendido las empresas a particulares. Esto es lo que ha ocurrido en la zona centro y norte de nuestro México, la apertura comercial y una mayor participación de la iniciativa privada ha hecho crecer esta zona del país.

En cambio en el México del sur, tenemos a sindicatos y políticos  luchando por un modelo que no funcionó en ningún país del mundo, un modelo regulatorio de la creatividad, de la productividad y de la libre iniciativa. El resultado ha sido tener baja calidad educativa y pobreza, lo mismo que ha pasado en los países socialistas como Cuba o Venezuela.

La importancia de la empresa privada se comprueba en los países que hoy ofrecen mejor calidad de vida a sus habitantes, porque éstos  se apoyan particularmente en su empresa privada, motor de la economía y generadora de trabajo. Es esencial que en cada país, la empresa privada pueda producir a plenitud. A mayor producción, mayor trabajo para la población. Los Gobiernos deben trabajar en conjunto con el sector privado, para crear una economía fuerte con alta capacidad productora.

Una sociedad que priorice la igualdad por sobre la libertad no obtendrá ninguna de las dos cosas. Una sociedad que priorice la libertad por sobre la igualdad obtendrá un alto grado de ambas - Milton Friedman-.

En México y en Latinoamérica se ha satanizado a los empresarios, a sus instituciones y a sus prácticas. Esa visión manipulada se pretendió inocular en la mayoría de la población que la iniciativa privada y la conjunción de la organización, el capital y el trabajo, que configura la noción de empresa y de empresario, es lo que genera riqueza y bienestar en los países.

Se le señala en ocasiones al empresario de tener como objetivo la búsqueda de “ganancias exorbitantes”, de una “rentabilidad desproporcionada” que empobrece a la población, robándole la oportunidad de bienestar o impidiéndole el acceso a bienes y servicios, a consecuencia de su falta de responsabilidad o solidaridad social. Al final, las empresas como los ciudadanos actuamos de acuerdo con la aplicación de la regulación hecha por las instituciones gubernamentales.

La gobernabilidad tanto en lo político como en lo social, exige una agenda que abra los espacios de actuación, genere condiciones propicias para la inversión, la expansión y desarrollo económico sostenido, el incremento de fuentes de trabajo, valor agregado nacional y la definición de una política caracterizada por la seguridad jurídica y el respeto a la propiedad y la libertad económica.

Satanizar al empresario es solo retórica y manipulación. Nadie gana. Por el contrario, todos perdemos, el ciudadano y el Gobierno.

*Economista e investigador asociado de la FUNDEF

www.fundef.org.mx

www.jorgesancheztello.com

Twitter: @jorgeteilus

Cuando uno se levanta por la mañana, puede notar en el cuarto muchos objetos que fueron fabricados por empresas privadas, y por todos ellos, pagamos con satisfacción, puesto que nos sirven para hacer nuestra vida más cómoda.  Cuando salimos de nuestra casa, hacemos uso de otros servicios por los cuales pagamos. Todas estas empresas son privadas.

Nadie se pone a pensar, si es una empresa pública o privada, simplemente nos relacionamos por el servicio que damos o nos dan. Cuando llega la hora de la comida, vamos a comer a un restaurante o a un café, todos éstos se relacionan igualmente con otras empresas para poder operar. El caso es que todos, absolutamente todos, nos relacionamos con empresas privadas sin grandes problemas.

En los países socialistas o “comunistas”, todas las empresas eran públicas, no había ni una privada y en todos se mataba la iniciativa, la responsabilidad, la creatividad y la libertad; por eso es que se desplomaron y ahora han vendido las empresas a particulares. Esto es lo que ha ocurrido en la zona centro y norte de nuestro México, la apertura comercial y una mayor participación de la iniciativa privada ha hecho crecer esta zona del país.

En cambio en el México del sur, tenemos a sindicatos y políticos  luchando por un modelo que no funcionó en ningún país del mundo, un modelo regulatorio de la creatividad, de la productividad y de la libre iniciativa. El resultado ha sido tener baja calidad educativa y pobreza, lo mismo que ha pasado en los países socialistas como Cuba o Venezuela.

La importancia de la empresa privada se comprueba en los países que hoy ofrecen mejor calidad de vida a sus habitantes, porque éstos  se apoyan particularmente en su empresa privada, motor de la economía y generadora de trabajo. Es esencial que en cada país, la empresa privada pueda producir a plenitud. A mayor producción, mayor trabajo para la población. Los Gobiernos deben trabajar en conjunto con el sector privado, para crear una economía fuerte con alta capacidad productora.

Una sociedad que priorice la igualdad por sobre la libertad no obtendrá ninguna de las dos cosas. Una sociedad que priorice la libertad por sobre la igualdad obtendrá un alto grado de ambas - Milton Friedman-.

En México y en Latinoamérica se ha satanizado a los empresarios, a sus instituciones y a sus prácticas. Esa visión manipulada se pretendió inocular en la mayoría de la población que la iniciativa privada y la conjunción de la organización, el capital y el trabajo, que configura la noción de empresa y de empresario, es lo que genera riqueza y bienestar en los países.

Se le señala en ocasiones al empresario de tener como objetivo la búsqueda de “ganancias exorbitantes”, de una “rentabilidad desproporcionada” que empobrece a la población, robándole la oportunidad de bienestar o impidiéndole el acceso a bienes y servicios, a consecuencia de su falta de responsabilidad o solidaridad social. Al final, las empresas como los ciudadanos actuamos de acuerdo con la aplicación de la regulación hecha por las instituciones gubernamentales.

La gobernabilidad tanto en lo político como en lo social, exige una agenda que abra los espacios de actuación, genere condiciones propicias para la inversión, la expansión y desarrollo económico sostenido, el incremento de fuentes de trabajo, valor agregado nacional y la definición de una política caracterizada por la seguridad jurídica y el respeto a la propiedad y la libertad económica.

Satanizar al empresario es solo retórica y manipulación. Nadie gana. Por el contrario, todos perdemos, el ciudadano y el Gobierno.

*Economista e investigador asociado de la FUNDEF

www.fundef.org.mx

www.jorgesancheztello.com

Twitter: @jorgeteilus