/ jueves 8 de octubre de 2015

La junta de Gobierno y la UNAM / El Agua del Molino / Raúl Carrancá y Rivas

La Junta de Gobierno de la Universidad Nacional Autónoma de México está por tomar una de las decisiones más importantes de los últimos tiempos, tanto en la vida de la propia Universidad como en la de la República. En efecto, en estos días lleva a cabo en la comunidad la auscultación para designar nuevo rector. Digo que es una decisión de enorme relevancia habida cuenta de la situación por la que atraviesa México, hundido en una ola casi incontenible de violencia a cargo del crimen organizado y del desorganizado también. Impera el narcotráfico en áreas vitales del país, a lo que hay que añadir la muy grave crisis en la procuración, impartición y demanda de justicia; generado ello por la impunidad y corrupción en los encargados de las diligencias y esfuerzos para que se imparta justicia (Ministerio Público), lamentable y trágica circunstancia que llega hasta los impartidores (Poder Judicial) y demandantes (abogados) de la justicia que se ha ido transformando en injusticia, salvo las excepciones que como las pocas golondrinas no hacen verano. Es innegable, pues, el maltrecho Estado de Derecho en México. Si repasamos con cuidado el panorama nacional veremos hondonadas muy profundas que dificultan enormemente la presencia de la justicia, y obviamente la del Derecho. La conclusión es que así no puede haber progreso económico, ni crecimiento sustentado, ni reformas legales que aspiren a mejorar el conjunto de factores y elementos que repercuten en la vida de la nación.

Ahora bien, nuestra Universidad ha sido y sigue siendo la conciencia más aguda y crítica de México, el espacio privilegiado donde la inteligencia y la cultura se cultivan y fructifican, se esparcen sobre la nación entera. En líneas anteriores ya cité las promisorias palabras de Justo Sierra dichas la mañana del 22 de septiembre de 1910 ante el dictador, cuajado su pecho de condecoraciones y horas antes del estallido revolucionario: “sois un grupo de perpetua selección dentro de la substancia popular y tenéis encomendada la realización de un ideal político y social que se resume así: democracia y libertad”. En consecuencia el liderato real, moral y espiritual de la Universidad debe estar en manos de una persona avezada en el Derecho, profunda conocedora de él, con la visión social que solo él proporciona y con la capacidad necesaria que le sirva para infundir en el país la convicción, y también la esperanza, de una auténtica restauración de nuestros valores más elevados. Es impostergable para la cultura nacional, encabezada por la Universidad, recuperar el sentido de la justicia demandada, procurada e impartida, en el entorno de un auténtico Estado de Derecho, con absoluta honestidad y en consonancia con un ideal superior del que hoy por desgracia se carece. Es por ello que, con el mayor respeto a todos los aspirantes, debería a mi juicio ser elegida para el cargo de rectora de nuestra Máxima Casa de Estudios la Doctora María Leoba Castañeda Rivas, directora de la Facultad de Derecho de la propia Universidad, y quien ha dado en su desempeño actual muestras suficientes de capacidad, autoridad e independencia. Añádase que su nombramiento vendría a ratificar la importancia de la llamada equidad de género, abriéndose un espacio al compromiso de las mujeres con México y con la cultura. Pero al margen de esa equidad insisto en que es incomparable la visión que de la cosa pública tiene el jurista. México atraviesa por una situación muy delicada, sumamente riesgosa por el posible extravío de nuestros más altos valores. Lo que está en juego, nada menos, es la recuperación del Estado de Derecho y la Universidad no puede ni debe al respecto guardar silencio inactivo. Sígueme en Twitter:@RaulCarranca

Y Facebook: www.facebook.com/despacho.raulcarranca

La Junta de Gobierno de la Universidad Nacional Autónoma de México está por tomar una de las decisiones más importantes de los últimos tiempos, tanto en la vida de la propia Universidad como en la de la República. En efecto, en estos días lleva a cabo en la comunidad la auscultación para designar nuevo rector. Digo que es una decisión de enorme relevancia habida cuenta de la situación por la que atraviesa México, hundido en una ola casi incontenible de violencia a cargo del crimen organizado y del desorganizado también. Impera el narcotráfico en áreas vitales del país, a lo que hay que añadir la muy grave crisis en la procuración, impartición y demanda de justicia; generado ello por la impunidad y corrupción en los encargados de las diligencias y esfuerzos para que se imparta justicia (Ministerio Público), lamentable y trágica circunstancia que llega hasta los impartidores (Poder Judicial) y demandantes (abogados) de la justicia que se ha ido transformando en injusticia, salvo las excepciones que como las pocas golondrinas no hacen verano. Es innegable, pues, el maltrecho Estado de Derecho en México. Si repasamos con cuidado el panorama nacional veremos hondonadas muy profundas que dificultan enormemente la presencia de la justicia, y obviamente la del Derecho. La conclusión es que así no puede haber progreso económico, ni crecimiento sustentado, ni reformas legales que aspiren a mejorar el conjunto de factores y elementos que repercuten en la vida de la nación.

Ahora bien, nuestra Universidad ha sido y sigue siendo la conciencia más aguda y crítica de México, el espacio privilegiado donde la inteligencia y la cultura se cultivan y fructifican, se esparcen sobre la nación entera. En líneas anteriores ya cité las promisorias palabras de Justo Sierra dichas la mañana del 22 de septiembre de 1910 ante el dictador, cuajado su pecho de condecoraciones y horas antes del estallido revolucionario: “sois un grupo de perpetua selección dentro de la substancia popular y tenéis encomendada la realización de un ideal político y social que se resume así: democracia y libertad”. En consecuencia el liderato real, moral y espiritual de la Universidad debe estar en manos de una persona avezada en el Derecho, profunda conocedora de él, con la visión social que solo él proporciona y con la capacidad necesaria que le sirva para infundir en el país la convicción, y también la esperanza, de una auténtica restauración de nuestros valores más elevados. Es impostergable para la cultura nacional, encabezada por la Universidad, recuperar el sentido de la justicia demandada, procurada e impartida, en el entorno de un auténtico Estado de Derecho, con absoluta honestidad y en consonancia con un ideal superior del que hoy por desgracia se carece. Es por ello que, con el mayor respeto a todos los aspirantes, debería a mi juicio ser elegida para el cargo de rectora de nuestra Máxima Casa de Estudios la Doctora María Leoba Castañeda Rivas, directora de la Facultad de Derecho de la propia Universidad, y quien ha dado en su desempeño actual muestras suficientes de capacidad, autoridad e independencia. Añádase que su nombramiento vendría a ratificar la importancia de la llamada equidad de género, abriéndose un espacio al compromiso de las mujeres con México y con la cultura. Pero al margen de esa equidad insisto en que es incomparable la visión que de la cosa pública tiene el jurista. México atraviesa por una situación muy delicada, sumamente riesgosa por el posible extravío de nuestros más altos valores. Lo que está en juego, nada menos, es la recuperación del Estado de Derecho y la Universidad no puede ni debe al respecto guardar silencio inactivo. Sígueme en Twitter:@RaulCarranca

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