/ viernes 9 de octubre de 2015

La verdadera rosa de “El Principito” / De Cara al Sol / Andrea Cataño

(Segunda Parte)

En la primera parte de este artículo, dije que contaría algunos aspectos poco conocidos de la pareja formada por la salvadoreña Consuelo Sucín y Antoine de Saint Exupéry, autor de “El Principito”. La musa fue retratada así: “Es la rosa, seguro, con su coquetería, su vanidad… sus espinas, su tos” (Consuelo era asmática) y es, indudablemente, el alma del libro.

Aunque para “Tonio”, como ella le decía, la relación fue fácil, para ella, no resultó así. Vivieron un tórrido romance en Buenos Aires, avivado por la adrenalina de un insensato vuelo sobre la capital. Pero en tierra firme, la convivencia resultó difícil. Así surge el desesperado mensaje del libro, escrito en un momento de reencuentro, cuando el Principito les habla a las rosas, comparándolas con la suya, está en realidad pidiéndole a Consuelo que lo entienda: -“Ustedes son bellas, pero están vacías… Nadie querría morir por ustedes. Por supuesto que cualquiera al pasar podría creer que mi rosa se les parece. Pero ella sola es más importante que todas ustedes juntas… Porque es mi rosa”.

Consuelo creó mitos alrededor de su persona para lograr ser aceptada en los círculos de sus futuros esposos. Decía que su primer marido, el mexicano Ricardo Cárdenas, con quien se casó cuando tenía 21 años, era un capitán del ejército que había muerto en la Revolución Mexicana. Pensaba que podría ser mejor aceptada si decía que era viuda y no divorciada. Pero en sus archivos se encontró su acta de divorcio, registrada en Mérida, México, en 1925.

Después del divorcio, Consuelo viajó a París con José Vasconcelos. Mientras mantenía una relación con el mexicano en la capital francesa, conoció y luego se casó con Enrique Gómez Carrillo, escritor y periodista guatemalteco, entonces cónsul general de Argentina en París. El matrimonio, sin embargo, duró solo nueve meses porque en 1927, él murió y ella decidió marcharse a Buenos Aires para vivir de su pensión. Ahí conoció a Antoine de Saint-Exupéry. Se casaron y ella se convirtió en la condesa Consuelo de Saint-Exupéry.

Según Paul Webster, autor de “Antoine de Saint-Exupery: la vida y la muerte de “El Principito”, “los allegados a Saint-Exupéry nunca tuvieron tiempo para Consuelo. Y también fue descartada por su cuñada, la escritora Simone de Saint-Exupéry, quien la describió como una ‘mujerzuela’ y una ‘condesa de película’”. Consuelo murió en Francia el año de 1979. A partir de entonces, desaparece de todos los libros que se publicaron sobre la vida de Saint-Exupéry; Francia la olvidó mientras construía los numerosos monumentos en honor del héroe Saint-Exupéry.

Marie-Helene Carbonel rescató su historia al escribir “Consuelo de Saint-Exupéry, una novia vestida de negro”. Pero en 2000, cuando comenzaban los preparativos para celebrar el centenario del nacimiento del escritor, surgió un escándalo con la publicación de un manuscrito rescatado por José Martínez Fructuoso: “La memoria de la rosa”, en el que Consuelo hace un amargo recuento de los 13 años de matrimonio con el escritor francés. Cuenta que su esposo era terrible y lo acusa de hacerla sufrir continuamente con sus múltiples ausencias y numerosas amantes. Habla de sus varias debilidades, de su egoísmo y su infantilismo, lo llama cruel, negligente, avaro y derrochador.

Ahora se sabe que más que una fábula filosófica, “El Principito” es una alegoría de la propia vida de Saint-Exupéry, de sus incertidumbres y su búsqueda de paz interior. Pero también es una alusión a la atormentada relación con Consuelo y un intento para pedirle perdón. andreacatano@gmail.com

(Segunda Parte)

En la primera parte de este artículo, dije que contaría algunos aspectos poco conocidos de la pareja formada por la salvadoreña Consuelo Sucín y Antoine de Saint Exupéry, autor de “El Principito”. La musa fue retratada así: “Es la rosa, seguro, con su coquetería, su vanidad… sus espinas, su tos” (Consuelo era asmática) y es, indudablemente, el alma del libro.

Aunque para “Tonio”, como ella le decía, la relación fue fácil, para ella, no resultó así. Vivieron un tórrido romance en Buenos Aires, avivado por la adrenalina de un insensato vuelo sobre la capital. Pero en tierra firme, la convivencia resultó difícil. Así surge el desesperado mensaje del libro, escrito en un momento de reencuentro, cuando el Principito les habla a las rosas, comparándolas con la suya, está en realidad pidiéndole a Consuelo que lo entienda: -“Ustedes son bellas, pero están vacías… Nadie querría morir por ustedes. Por supuesto que cualquiera al pasar podría creer que mi rosa se les parece. Pero ella sola es más importante que todas ustedes juntas… Porque es mi rosa”.

Consuelo creó mitos alrededor de su persona para lograr ser aceptada en los círculos de sus futuros esposos. Decía que su primer marido, el mexicano Ricardo Cárdenas, con quien se casó cuando tenía 21 años, era un capitán del ejército que había muerto en la Revolución Mexicana. Pensaba que podría ser mejor aceptada si decía que era viuda y no divorciada. Pero en sus archivos se encontró su acta de divorcio, registrada en Mérida, México, en 1925.

Después del divorcio, Consuelo viajó a París con José Vasconcelos. Mientras mantenía una relación con el mexicano en la capital francesa, conoció y luego se casó con Enrique Gómez Carrillo, escritor y periodista guatemalteco, entonces cónsul general de Argentina en París. El matrimonio, sin embargo, duró solo nueve meses porque en 1927, él murió y ella decidió marcharse a Buenos Aires para vivir de su pensión. Ahí conoció a Antoine de Saint-Exupéry. Se casaron y ella se convirtió en la condesa Consuelo de Saint-Exupéry.

Según Paul Webster, autor de “Antoine de Saint-Exupery: la vida y la muerte de “El Principito”, “los allegados a Saint-Exupéry nunca tuvieron tiempo para Consuelo. Y también fue descartada por su cuñada, la escritora Simone de Saint-Exupéry, quien la describió como una ‘mujerzuela’ y una ‘condesa de película’”. Consuelo murió en Francia el año de 1979. A partir de entonces, desaparece de todos los libros que se publicaron sobre la vida de Saint-Exupéry; Francia la olvidó mientras construía los numerosos monumentos en honor del héroe Saint-Exupéry.

Marie-Helene Carbonel rescató su historia al escribir “Consuelo de Saint-Exupéry, una novia vestida de negro”. Pero en 2000, cuando comenzaban los preparativos para celebrar el centenario del nacimiento del escritor, surgió un escándalo con la publicación de un manuscrito rescatado por José Martínez Fructuoso: “La memoria de la rosa”, en el que Consuelo hace un amargo recuento de los 13 años de matrimonio con el escritor francés. Cuenta que su esposo era terrible y lo acusa de hacerla sufrir continuamente con sus múltiples ausencias y numerosas amantes. Habla de sus varias debilidades, de su egoísmo y su infantilismo, lo llama cruel, negligente, avaro y derrochador.

Ahora se sabe que más que una fábula filosófica, “El Principito” es una alegoría de la propia vida de Saint-Exupéry, de sus incertidumbres y su búsqueda de paz interior. Pero también es una alusión a la atormentada relación con Consuelo y un intento para pedirle perdón. andreacatano@gmail.com

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