/ sábado 3 de junio de 2017

Lo que está en juego

Normalmente no nos damos cuenta de todo aquello que está en juego. Constantemente estamos tomando decisiones de todo tipo, y muchas veces pensamos que ellas no tendrán ningún tipo de repercusión en nuestra vida cotidiana; nos hacemos a la idea que las decisiones, por más pequeñas que sean, no afectarán de manera inmediata nuestro entorno y nuestra realidad y por ende seguimos posponiendo cosas importantes. A la larga las decisiones se vuelven hábitos y costumbres y poco a poco nuestra realidad se transforma.

Por ejemplo veamos el tema con la comida: darnos el lujo de comer un bocado extra, un chocolate, un dulce, o una copa de vino adicional no pareciera tener consecuencias inmediatas. Pero si todos los días hacemos ello y no nos ponemos un límite, pronto empezaremos a experimentar las consecuencias. Después de varios meses tendremos algunos kilos de sobrepeso y con el paso de los años acumularemos una gran cantidad de grasa que tendremos que perder después si queremos estar sanos. Otro ejemplo serían nuestros ahorros: si no nos dedicamos a guardar un poco de nuestros ingresos cada vez que podemos y nos gastamos todo, lo que acabará sucediendo es que estaremos quebrados y en deudas.

¿Cómo se arregla ese problema? Ciertamente la solución no es sencilla ni rápida. Los 20 kilos extra que tenemos que perder no se van a perder en un mes. Nos descompensaría y estaríamos en riesgo de volvernos anémicos. Si tenemos una deuda de un millón de pesos, la mayoría de nosotros no podríamos pagarla en un mes, claro está. En ambos casos tenemos que hacer dos cosas: 1) primero hay que frenar todo aquello que contribuye a la situación (seguir comiendo, seguir gastando) y poner límites claros y 2) corregir el problema y tomar pasos graduales hacia ello; ponernos a dieta, o empezar a pagar la deuda poco a poco abonando al capital y no solamente a los intereses. Y tener mucha paciencia, porque el problema se arreglará con el tiempo si somos inteligentes.

Estos ejemplos son sumamente burdos y simples. Pero si nos ponemos a pensar en qué otras cosas son así, podríamos distinguir que en nuestro entorno político es igual: ¿cuántas decisiones se toman a diario –muchas de ellas que nos implican a nosotros– y que desencadenan los grandes problemas nacionales? Y pensamos: “no tiene importancia que hagamos tal o cual cosa”, pero la realidad es que a la larga vamos a sufrir las consecuencias. Si el día de hoy no ponemos los límites y la disciplina que necesitamos y empezamos a cambiar, será demasiado tarde. Si el día de hoy no somos capaces de entender lo que está en juego en nuestra ciudad, en nuestro estado o nuestro país, no seremos capaces de ser parte de la solución. Tenemos una enorme responsabilidad en nuestras manos y no podemos hacernos tontos.

¿Qué nos corresponde a nosotros? Ser honestos, ir a votar, cumplir con nuestras responsabilidades como ciudadanos, pagar impuestos, etc. No caigamos en la idea que nuestros actos no repercuten en el agregado nacional; eso sería no entender lo que está en juego. ¿Todos los que votaron en Estados Unidos por Donald Trump entendieron todo lo que estaba en juego cuando votaron por él? Por más insignificante que parezca, contribuyamos a la solución y no al problema. @fedeling

Normalmente no nos damos cuenta de todo aquello que está en juego. Constantemente estamos tomando decisiones de todo tipo, y muchas veces pensamos que ellas no tendrán ningún tipo de repercusión en nuestra vida cotidiana; nos hacemos a la idea que las decisiones, por más pequeñas que sean, no afectarán de manera inmediata nuestro entorno y nuestra realidad y por ende seguimos posponiendo cosas importantes. A la larga las decisiones se vuelven hábitos y costumbres y poco a poco nuestra realidad se transforma.

Por ejemplo veamos el tema con la comida: darnos el lujo de comer un bocado extra, un chocolate, un dulce, o una copa de vino adicional no pareciera tener consecuencias inmediatas. Pero si todos los días hacemos ello y no nos ponemos un límite, pronto empezaremos a experimentar las consecuencias. Después de varios meses tendremos algunos kilos de sobrepeso y con el paso de los años acumularemos una gran cantidad de grasa que tendremos que perder después si queremos estar sanos. Otro ejemplo serían nuestros ahorros: si no nos dedicamos a guardar un poco de nuestros ingresos cada vez que podemos y nos gastamos todo, lo que acabará sucediendo es que estaremos quebrados y en deudas.

¿Cómo se arregla ese problema? Ciertamente la solución no es sencilla ni rápida. Los 20 kilos extra que tenemos que perder no se van a perder en un mes. Nos descompensaría y estaríamos en riesgo de volvernos anémicos. Si tenemos una deuda de un millón de pesos, la mayoría de nosotros no podríamos pagarla en un mes, claro está. En ambos casos tenemos que hacer dos cosas: 1) primero hay que frenar todo aquello que contribuye a la situación (seguir comiendo, seguir gastando) y poner límites claros y 2) corregir el problema y tomar pasos graduales hacia ello; ponernos a dieta, o empezar a pagar la deuda poco a poco abonando al capital y no solamente a los intereses. Y tener mucha paciencia, porque el problema se arreglará con el tiempo si somos inteligentes.

Estos ejemplos son sumamente burdos y simples. Pero si nos ponemos a pensar en qué otras cosas son así, podríamos distinguir que en nuestro entorno político es igual: ¿cuántas decisiones se toman a diario –muchas de ellas que nos implican a nosotros– y que desencadenan los grandes problemas nacionales? Y pensamos: “no tiene importancia que hagamos tal o cual cosa”, pero la realidad es que a la larga vamos a sufrir las consecuencias. Si el día de hoy no ponemos los límites y la disciplina que necesitamos y empezamos a cambiar, será demasiado tarde. Si el día de hoy no somos capaces de entender lo que está en juego en nuestra ciudad, en nuestro estado o nuestro país, no seremos capaces de ser parte de la solución. Tenemos una enorme responsabilidad en nuestras manos y no podemos hacernos tontos.

¿Qué nos corresponde a nosotros? Ser honestos, ir a votar, cumplir con nuestras responsabilidades como ciudadanos, pagar impuestos, etc. No caigamos en la idea que nuestros actos no repercuten en el agregado nacional; eso sería no entender lo que está en juego. ¿Todos los que votaron en Estados Unidos por Donald Trump entendieron todo lo que estaba en juego cuando votaron por él? Por más insignificante que parezca, contribuyamos a la solución y no al problema. @fedeling