/ viernes 20 de mayo de 2016

Millonarios a la conquista del poder (III): Potentados del mundo uníos

PARÍS, Francia.- La primera candidatura de Ross Perot a la Casa Blanca en 1992 le hizo pensar a muchos magnates en el mundo que sus millones o los éxitos acumulados en la vida empresaria eran méritos suficientes para justificar sus ambiciones de llegar al poder.

Uno de los primeros en utilizar esa vía fue el italiano Silvio Berlusconi, fundador del holding financiero Fininvest y más tarde del pulpo de comunicación Mediaset. En 1993 fundó el partido Forza Italia y, empleando las mismas técnicas de marketing y publicidad utilizadas en el comercio, un año después llegó al poder. En lugar de cumplir la política liberal que había prometido en la campaña, se dedicó a blindarse contra la justicia a fin de no terminar en la cárcel por diversos cometidos antes de llegar al poder. Además creó un gang político que se repartía las prebendas del Estado y terminó en medio de un escándalo sexual de enormes proporciones.

Una experiencia similar fue intentada por el actual presidente de Ucrania, Petro Porochenko. Su principal carta de presentación era su éxito como empresario, que le había permitido acumular una de las mayores fortunas del país. Elegido en 2014, no pudo impedir que Moscú anexara Crimea y -a través de los separatistas pro-rusos- ocupara una gran parte del Este del país. Pero ahora está acusado de haber creado una gigantesca red de corrupción en la cúspide del poder y de haberle entregado a sus amigos el control de las principales empresas del Estado.

América Latina no es la excepción. Uno de los mayores ejemplos en ese sentido fue el boliviano Gonzalo Sánchez de Lozada. Como muchos otros millonarios que decidieron incursionar en política, uno de los principales argumentos electorales fueron los éxitos logrados como empresario en los sectores de minería y petróleo. Luego de haber gobernado entre 1993 y 1997, volvió al poder en 2002 para aplicar la misma línea económica neoliberal que ayudó a diseñar a mediados de los años 80 durante la presidencia de Víctor Paz Estenssoro.

Otro ejemplo similar fue protagonizado por el mexicano Vicente Fox que llegó al poder en 2000, después de haber comenzado su carrera de empresario en Coca Cola. Luego creó el Grupo Fox, holding que reúne empresas dedicadas a la agricultura, ganadería, agroindustria y fabricación de botas y zapatos. Tras dejar el poder fue acusado de haber aumentado su fortuna de manera irregular. En 2013, siete años después de abandonar el gobierno, el sitio Celebrity Network le atribuyó una fortuna de 10 millones de dólares, cifra que muchos consideraron subestimada.

Sebastián Piñera, que llegó al poder en 2010 con la aureola de los éxitos que había obtenido como empresario. Llamado el Berlusconi chileno, era uno de los hombres más ricos del país controlaba o tenía acciones en la empresa de aviación LAN Chile, Bancard (tarjetas de crédito) y la cadena de televisión Chilevisión. [En 2013 poseía la 589ª fortuna mundial con un patrimonio estimado en 2 mil 500 millones de dólares, según la revista Forbes].

Otro ejemplo reciente es el caso del actual presidente de Paraguay, Horacio Cartes, que nació en el seno de una familia acaudalada y a partir de esa base forjó un emporio económico que tiene negocios en diversas áreas de su país. Es accionista de 25 empresas con 3 mil 500 empleados. Fundó Cambios Amambay, que se convirtió en el Banco Amambay. Fue socio de Tabacalera del Este y creó Tabacos del Paraguay. Compró además Licorería Acosta, que pasó a denominarse Bebidas del Paraguay.

El caso más reciente es el de Mauricio Macri en Argentina, miembro de una familia que ha desarrollado actividades en los sectores automotriz, construcción, recolección de basura, correo y logística, y minería. Pero, a diferencia de otros millonarios que pasan sin transición de sus empresas al poder, Macri tiene una larga carrera política como diputado y jefe del gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Ahora, apenas cinco meses después de haber llegado al poder, el escándalo de los “Panama Papers” lo hizo aparecer vinculado a varias empresas offshore creadas al parecer para eludir impuestos.

PARÍS, Francia.- La primera candidatura de Ross Perot a la Casa Blanca en 1992 le hizo pensar a muchos magnates en el mundo que sus millones o los éxitos acumulados en la vida empresaria eran méritos suficientes para justificar sus ambiciones de llegar al poder.

Uno de los primeros en utilizar esa vía fue el italiano Silvio Berlusconi, fundador del holding financiero Fininvest y más tarde del pulpo de comunicación Mediaset. En 1993 fundó el partido Forza Italia y, empleando las mismas técnicas de marketing y publicidad utilizadas en el comercio, un año después llegó al poder. En lugar de cumplir la política liberal que había prometido en la campaña, se dedicó a blindarse contra la justicia a fin de no terminar en la cárcel por diversos cometidos antes de llegar al poder. Además creó un gang político que se repartía las prebendas del Estado y terminó en medio de un escándalo sexual de enormes proporciones.

Una experiencia similar fue intentada por el actual presidente de Ucrania, Petro Porochenko. Su principal carta de presentación era su éxito como empresario, que le había permitido acumular una de las mayores fortunas del país. Elegido en 2014, no pudo impedir que Moscú anexara Crimea y -a través de los separatistas pro-rusos- ocupara una gran parte del Este del país. Pero ahora está acusado de haber creado una gigantesca red de corrupción en la cúspide del poder y de haberle entregado a sus amigos el control de las principales empresas del Estado.

América Latina no es la excepción. Uno de los mayores ejemplos en ese sentido fue el boliviano Gonzalo Sánchez de Lozada. Como muchos otros millonarios que decidieron incursionar en política, uno de los principales argumentos electorales fueron los éxitos logrados como empresario en los sectores de minería y petróleo. Luego de haber gobernado entre 1993 y 1997, volvió al poder en 2002 para aplicar la misma línea económica neoliberal que ayudó a diseñar a mediados de los años 80 durante la presidencia de Víctor Paz Estenssoro.

Otro ejemplo similar fue protagonizado por el mexicano Vicente Fox que llegó al poder en 2000, después de haber comenzado su carrera de empresario en Coca Cola. Luego creó el Grupo Fox, holding que reúne empresas dedicadas a la agricultura, ganadería, agroindustria y fabricación de botas y zapatos. Tras dejar el poder fue acusado de haber aumentado su fortuna de manera irregular. En 2013, siete años después de abandonar el gobierno, el sitio Celebrity Network le atribuyó una fortuna de 10 millones de dólares, cifra que muchos consideraron subestimada.

Sebastián Piñera, que llegó al poder en 2010 con la aureola de los éxitos que había obtenido como empresario. Llamado el Berlusconi chileno, era uno de los hombres más ricos del país controlaba o tenía acciones en la empresa de aviación LAN Chile, Bancard (tarjetas de crédito) y la cadena de televisión Chilevisión. [En 2013 poseía la 589ª fortuna mundial con un patrimonio estimado en 2 mil 500 millones de dólares, según la revista Forbes].

Otro ejemplo reciente es el caso del actual presidente de Paraguay, Horacio Cartes, que nació en el seno de una familia acaudalada y a partir de esa base forjó un emporio económico que tiene negocios en diversas áreas de su país. Es accionista de 25 empresas con 3 mil 500 empleados. Fundó Cambios Amambay, que se convirtió en el Banco Amambay. Fue socio de Tabacalera del Este y creó Tabacos del Paraguay. Compró además Licorería Acosta, que pasó a denominarse Bebidas del Paraguay.

El caso más reciente es el de Mauricio Macri en Argentina, miembro de una familia que ha desarrollado actividades en los sectores automotriz, construcción, recolección de basura, correo y logística, y minería. Pero, a diferencia de otros millonarios que pasan sin transición de sus empresas al poder, Macri tiene una larga carrera política como diputado y jefe del gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Ahora, apenas cinco meses después de haber llegado al poder, el escándalo de los “Panama Papers” lo hizo aparecer vinculado a varias empresas offshore creadas al parecer para eludir impuestos.