/ jueves 24 de agosto de 2017

PRI: sin memoria y sin remedio

1. La llegada de los bebesaurios. El arribo a la presidencia de Peña Nieto fue diseñado por publicistas de la frivolidad. Vendieron cortinas de humo, imágenes ficticias y máscaras de utilería. El nuevo inquilino transitorio de Los Pinos no era un reformista, lejos de ello, provenía de las redes de un grupo cerrado y conservador, el poderoso grupo Atlacomulco. Este es una síntesis y expresión de la peores prácticas de un segmento priista, nada que ver con las promesas de nuevos vientos en el partido tricolor. Los intereses de la cofradía mexiquense ya tenían un representante en el poder presidencial.

2. Arena en los ojos. Las expresiones de elementalmercadotecnia en la campaña del joven imberbe se deslavaron muy pronto. Además, Peña, llegó a la presidencia con un equipo escuálido e inexperto. Tenía aliados pero no grupo propio, Así, la vendimia del “nuevo PRI” quedó como un eslogan para incautos, no más. Asimismo, un acuerdo, seguramente explicito, fue no tocar para nada a las viejas estructuras corporativas y anquilosadas del partido dominante. Tampoco fue su propósito y nunca lo fue; es más, ensalzó y mimo a los vetustos dirigentes sindicales. Tampoco se metió con sus insultantes corruptelas y riquezas mal habidas. El anunciado “reformismo” peñista exhibió su verdadero rostro: Una criatura joven de cara y vieja en su organismo. Se diluyeron las promesas y con ellas la figura del joven demagogo.

3. La debilidad de Los Pinos. La carencia de un equipo propio suficientemente competitivo obligó a Peña a construir un gobierno de compromisos y pago de facturas. El grupo Hidalgo cobró promesas y apoyos. Murillo Karam y Osorio Chong fueron recompensados. El primero se enredó y se “cansó”. Nadie lo pudo salvar pese al afecto personal del propio Peña; el segundo, fue inicialmente inflado y ahora navega aislado y con un futuro incierto. Por otro lado, el joven imberbe tuvo que dejar que dos consumados dinosaurios, Gamboa y Beltrones, tomarán el timón del Congreso de la Unión, no obstante no ser de su confianza y cercanía. De tal manera, que, un organismo clave del poder político no estaba en manos del titular del ejecutivo.

Ante éste panorama, Peña y su equipo necesitaban nuevos enclaves que permitieran emerger al presidente. Su gran salvador fue el “ Pacto por México”, donde se colocaba al inquilino de Los Pinos como el protagonista central de la conducción política del país y a la cabeza de las reformas que le exigían las agencias financieras internacionales y fracciones de la burguesía. Utilizó a su partido como un simple grupo de levantadedos que no tenía ninguna injerencia en el diseño de las llamadas, eufemísticamente, “reformas estructurales”. Para ello conto con la eficiente colaboración de los dos partidos opositores más numerosos en el Congreso de la Unión, quienes se subieron a un barco que ellos no conducían, aunque ellos, cándidamente, creyeron que sí.

4. Los estertores del presidencialismo. La XXII Asamblea Nacional del PRI ratificó la incapacidad estructural de efectuar cambios en el tricolor. Otra vez, con escenografías simuladas, arlequines y payasos al gusto del Tlatoani, Peña se presentó, por si alguien lo dudaba, como el propietario exclusivo del “destape” delcandidato del partido. Un gobierno que empezó con anuncios de modernización concluye su periodo, como lo que nunca dejó de ser,una simple agencia de colocaciones y bodega de cirujanos del presupuesto. No más.

 

pedropenaloza@yahoo.com/ @pedro_penaloz

1. La llegada de los bebesaurios. El arribo a la presidencia de Peña Nieto fue diseñado por publicistas de la frivolidad. Vendieron cortinas de humo, imágenes ficticias y máscaras de utilería. El nuevo inquilino transitorio de Los Pinos no era un reformista, lejos de ello, provenía de las redes de un grupo cerrado y conservador, el poderoso grupo Atlacomulco. Este es una síntesis y expresión de la peores prácticas de un segmento priista, nada que ver con las promesas de nuevos vientos en el partido tricolor. Los intereses de la cofradía mexiquense ya tenían un representante en el poder presidencial.

2. Arena en los ojos. Las expresiones de elementalmercadotecnia en la campaña del joven imberbe se deslavaron muy pronto. Además, Peña, llegó a la presidencia con un equipo escuálido e inexperto. Tenía aliados pero no grupo propio, Así, la vendimia del “nuevo PRI” quedó como un eslogan para incautos, no más. Asimismo, un acuerdo, seguramente explicito, fue no tocar para nada a las viejas estructuras corporativas y anquilosadas del partido dominante. Tampoco fue su propósito y nunca lo fue; es más, ensalzó y mimo a los vetustos dirigentes sindicales. Tampoco se metió con sus insultantes corruptelas y riquezas mal habidas. El anunciado “reformismo” peñista exhibió su verdadero rostro: Una criatura joven de cara y vieja en su organismo. Se diluyeron las promesas y con ellas la figura del joven demagogo.

3. La debilidad de Los Pinos. La carencia de un equipo propio suficientemente competitivo obligó a Peña a construir un gobierno de compromisos y pago de facturas. El grupo Hidalgo cobró promesas y apoyos. Murillo Karam y Osorio Chong fueron recompensados. El primero se enredó y se “cansó”. Nadie lo pudo salvar pese al afecto personal del propio Peña; el segundo, fue inicialmente inflado y ahora navega aislado y con un futuro incierto. Por otro lado, el joven imberbe tuvo que dejar que dos consumados dinosaurios, Gamboa y Beltrones, tomarán el timón del Congreso de la Unión, no obstante no ser de su confianza y cercanía. De tal manera, que, un organismo clave del poder político no estaba en manos del titular del ejecutivo.

Ante éste panorama, Peña y su equipo necesitaban nuevos enclaves que permitieran emerger al presidente. Su gran salvador fue el “ Pacto por México”, donde se colocaba al inquilino de Los Pinos como el protagonista central de la conducción política del país y a la cabeza de las reformas que le exigían las agencias financieras internacionales y fracciones de la burguesía. Utilizó a su partido como un simple grupo de levantadedos que no tenía ninguna injerencia en el diseño de las llamadas, eufemísticamente, “reformas estructurales”. Para ello conto con la eficiente colaboración de los dos partidos opositores más numerosos en el Congreso de la Unión, quienes se subieron a un barco que ellos no conducían, aunque ellos, cándidamente, creyeron que sí.

4. Los estertores del presidencialismo. La XXII Asamblea Nacional del PRI ratificó la incapacidad estructural de efectuar cambios en el tricolor. Otra vez, con escenografías simuladas, arlequines y payasos al gusto del Tlatoani, Peña se presentó, por si alguien lo dudaba, como el propietario exclusivo del “destape” delcandidato del partido. Un gobierno que empezó con anuncios de modernización concluye su periodo, como lo que nunca dejó de ser,una simple agencia de colocaciones y bodega de cirujanos del presupuesto. No más.

 

pedropenaloza@yahoo.com/ @pedro_penaloz

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