/ jueves 7 de enero de 2016

Perspectivas en 2016 para la seguridad internacional / Poder Nacional / Javier Oliva

LONDRES. Aunque se trate de una fecha simbólica, el fin y comienzo de año, marcan etapas en los países que han adoptado el conteo del calendario a partir de la vida de Jesucristo. El 2015 cerró de forma dramática y violenta en casi todo el mundo. En América, Europa, Asia, África y Oceanía se dieron cuenta a lo largo de los 12 meses transcurridos de eventos relacionados tanto con el terrorismo como con el crimen organizado.

Pero también, los desajustes al medio ambiente provocaron sobre todo en las últimas semanas de diciembre, verdaderas catástrofes como las inundaciones en el norte de Inglaterra y Escocia, los incendios en Australia, los deslaves en China, los tornados en Estados Unidos, los muy elevados y peligrosos índices de contaminación que obligaron a reducir la circulación de autos y transportes en Pekín, Milán, Santiago de Chile e incluso, las declaraciones de precontingencia ambiental en Guadalajara y la Ciudad de México. De esa manera, la diversificación de la agenda de seguridad internacional es una realidad y no solo una hipótesis catastrofista.

Al anterior escenario, debemos agregar la situación de precariedad y tensiones generadas por la masiva afluencia de migrantes procedentes de países sometidos a intensas y prolongadas guerras, que por esa poderosa razón, no ha habido las condiciones apropiadas para la reconstrucción ni consolidación de instituciones. Teniendo como objetivo principal Europa, hasta la Primer Ministro de Alemania, Angela Merkel, se refirió en su discurso de fin de año, a ver la afluencia de inmigrantes “como una gran oportunidad”.

En resumidas cuentas, observamos tres grandes tendencias en la agenda de seguridad internacional, con sus evidentes acentos georegionales. La primera, se refiere a las expresiones y antagonismos propiciados desde la ilegalidad. El terrorismo y la acción corrosiva del crimen organizado, como variables que pese a sus notables y diferentes causas, coinciden en cuanto a su capacidad desestabilizadora que cuestiona el ejercicio monopólico de la violencia, en los términos de Max Weber. Por ejemplo, en varias de las principales ciudades del mundo que festejaron ayer el año nuevo, fue ostensible el despliegue de policías y fuerzas del orden, e incluso la suspensión de las fiestas alusivas, tal y como sucedió en Bélgica, nos da una idea muy clara de la vulnerabilidad que se vive producto de los atentados terroristas en enero y noviembre en París.

La segunda variable es por supuesto, la que se refiere a las afectaciones al medio ambiente, consecuencia directa de la producción industrial, los desechos y la depredación del medio ambiente. Si bien los acuerdos calificados de históricos en la reunión de 193 gobiernos en París, para alcanzar metas comunes y contener las emisiones de monóxido de carbono son una muy buena noticia, las acciones a seguir deben ser ágiles y efectivas en el corto plazo. De allí, que las principales economías mundiales, de forma destacada la china y la estadunidense, deban poner el ejemplo en cuanto a su compromiso para contener los efectos palpables del cambio climático.

La tercera y última variable a considerar para 2016, son las migraciones producto de problemáticas sociales, políticas, económicas y militares. México ha puesto un muy buen ejemplo al tratar de procesar de manera oportuna, la crisis de migrantes ilegales cubanos varados en Costa Rica. Sin embargo, este loable esfuerzo debe ser acompañado de una responsabilidad compartida, incluso por la misma dictadura castrista.

Retos hay, pero sin duda, capacidades para atenderlos, también. Feliz 2016.

javierolivaposada@gmail.com

LONDRES. Aunque se trate de una fecha simbólica, el fin y comienzo de año, marcan etapas en los países que han adoptado el conteo del calendario a partir de la vida de Jesucristo. El 2015 cerró de forma dramática y violenta en casi todo el mundo. En América, Europa, Asia, África y Oceanía se dieron cuenta a lo largo de los 12 meses transcurridos de eventos relacionados tanto con el terrorismo como con el crimen organizado.

Pero también, los desajustes al medio ambiente provocaron sobre todo en las últimas semanas de diciembre, verdaderas catástrofes como las inundaciones en el norte de Inglaterra y Escocia, los incendios en Australia, los deslaves en China, los tornados en Estados Unidos, los muy elevados y peligrosos índices de contaminación que obligaron a reducir la circulación de autos y transportes en Pekín, Milán, Santiago de Chile e incluso, las declaraciones de precontingencia ambiental en Guadalajara y la Ciudad de México. De esa manera, la diversificación de la agenda de seguridad internacional es una realidad y no solo una hipótesis catastrofista.

Al anterior escenario, debemos agregar la situación de precariedad y tensiones generadas por la masiva afluencia de migrantes procedentes de países sometidos a intensas y prolongadas guerras, que por esa poderosa razón, no ha habido las condiciones apropiadas para la reconstrucción ni consolidación de instituciones. Teniendo como objetivo principal Europa, hasta la Primer Ministro de Alemania, Angela Merkel, se refirió en su discurso de fin de año, a ver la afluencia de inmigrantes “como una gran oportunidad”.

En resumidas cuentas, observamos tres grandes tendencias en la agenda de seguridad internacional, con sus evidentes acentos georegionales. La primera, se refiere a las expresiones y antagonismos propiciados desde la ilegalidad. El terrorismo y la acción corrosiva del crimen organizado, como variables que pese a sus notables y diferentes causas, coinciden en cuanto a su capacidad desestabilizadora que cuestiona el ejercicio monopólico de la violencia, en los términos de Max Weber. Por ejemplo, en varias de las principales ciudades del mundo que festejaron ayer el año nuevo, fue ostensible el despliegue de policías y fuerzas del orden, e incluso la suspensión de las fiestas alusivas, tal y como sucedió en Bélgica, nos da una idea muy clara de la vulnerabilidad que se vive producto de los atentados terroristas en enero y noviembre en París.

La segunda variable es por supuesto, la que se refiere a las afectaciones al medio ambiente, consecuencia directa de la producción industrial, los desechos y la depredación del medio ambiente. Si bien los acuerdos calificados de históricos en la reunión de 193 gobiernos en París, para alcanzar metas comunes y contener las emisiones de monóxido de carbono son una muy buena noticia, las acciones a seguir deben ser ágiles y efectivas en el corto plazo. De allí, que las principales economías mundiales, de forma destacada la china y la estadunidense, deban poner el ejemplo en cuanto a su compromiso para contener los efectos palpables del cambio climático.

La tercera y última variable a considerar para 2016, son las migraciones producto de problemáticas sociales, políticas, económicas y militares. México ha puesto un muy buen ejemplo al tratar de procesar de manera oportuna, la crisis de migrantes ilegales cubanos varados en Costa Rica. Sin embargo, este loable esfuerzo debe ser acompañado de una responsabilidad compartida, incluso por la misma dictadura castrista.

Retos hay, pero sin duda, capacidades para atenderlos, también. Feliz 2016.

javierolivaposada@gmail.com