/ miércoles 6 de enero de 2016

Quién quiere ser presidente municipal / Rosamaría Villarello Reza

La muerte de la alcaldesa de Temixco, Morelos, la exdiputada federal Gisela Mota tiene todas las agravantes hasta la del feminicidio. El impacto causado por la forma tan artera en que la mataron la escarnece en primer lugar a ella; a su familia que tuvo que presenciar cómo la asesinaban y lamentable para muchos por igual.

Y nos seguimos preguntando cómo es posible que dadas las condiciones en que vive el país y los temores que permanentemente afrontamos por la inseguridad, haya quienes como Gisela, quieren tener un cargo público como la de ser presidente municipal. Porque según cuentas recientes, van más de 75 ediles ultimados a manos de sicarios, pero que a varios de ellos se les liga con actividades ilícitas.

No era el caso de Gisela; apenas iniciaba su primer día como regidora y según afirman las autoridades morelenses, su disposición a aceptar el Mando Único policial fue la causa de su sacrificio. El asunto va más allá, puesto que también da la impresión que fue elegida un tanto cuanto al azar por quienes la mataron, por su cierta vulnerabilidad en un ambiente llenado principalmente por hombres, en tanto que todavía ese mando apenas se dibujaba para entrar en operación.

Hasta los que están en contra del Mando Único como el presidente de Cuernavaca, ha declarado que tiene miedo, pero Cuauhtémoc Blanco lo ve al revés que como lo veía Gisela. Para él -desde su corta dimensión- considera que tal unificación solo agravará más el ambiente; o por lo menos eso es lo que le han dicho que diga.

Creo que somos muchos los que no podemos opinar a la ligera, puesto que carecemos de suficientes elementos como para aseverar qué es lo que más conviene. Pero existen muchos países donde este tipo de medidas como el de los mandos únicos ha dado resultados positivos, debido a que tanto los jefes como los integrantes de las policías son elegidos bajo determinados perfiles para hacer frente a las situaciones en las cuales se requiere de capacidades y conocimientos especializados, y con mayores recursos.

Así es que tratar de someter a consulta un asunto de este tipo como lo pretende Blanco, argumentando que la gente lo exige, es ir demasiado lejos al presentarse como vocero de una mayoría que está muy lejos de tenerla. No obstante, la medida ya la instrumentó el Gobierno estatal en Cuernavaca y en muchos municipios más, lo que seguramente acelerará su puesta en marcha en varios Estados aparte de Morelos. Querer invocar a la democracia en cosas tan delicadas como la que nos ocupa, simplemente no ha lugar.

Para los que no somos avezados en estas materias, deberemos dar el beneficio de la duda al Estado y a aquellos legisladores que las aprobaron, para que se lleven a cabo acciones que hasta ahora no se habían dado, pues las anteriores no han tenido los efectos esperados; por lo que bien vale también la pena redefinir la famosa soberanía municipal en estas situaciones, porque ya no son de excepción.

La muerte de la alcaldesa de Temixco, Morelos, la exdiputada federal Gisela Mota tiene todas las agravantes hasta la del feminicidio. El impacto causado por la forma tan artera en que la mataron la escarnece en primer lugar a ella; a su familia que tuvo que presenciar cómo la asesinaban y lamentable para muchos por igual.

Y nos seguimos preguntando cómo es posible que dadas las condiciones en que vive el país y los temores que permanentemente afrontamos por la inseguridad, haya quienes como Gisela, quieren tener un cargo público como la de ser presidente municipal. Porque según cuentas recientes, van más de 75 ediles ultimados a manos de sicarios, pero que a varios de ellos se les liga con actividades ilícitas.

No era el caso de Gisela; apenas iniciaba su primer día como regidora y según afirman las autoridades morelenses, su disposición a aceptar el Mando Único policial fue la causa de su sacrificio. El asunto va más allá, puesto que también da la impresión que fue elegida un tanto cuanto al azar por quienes la mataron, por su cierta vulnerabilidad en un ambiente llenado principalmente por hombres, en tanto que todavía ese mando apenas se dibujaba para entrar en operación.

Hasta los que están en contra del Mando Único como el presidente de Cuernavaca, ha declarado que tiene miedo, pero Cuauhtémoc Blanco lo ve al revés que como lo veía Gisela. Para él -desde su corta dimensión- considera que tal unificación solo agravará más el ambiente; o por lo menos eso es lo que le han dicho que diga.

Creo que somos muchos los que no podemos opinar a la ligera, puesto que carecemos de suficientes elementos como para aseverar qué es lo que más conviene. Pero existen muchos países donde este tipo de medidas como el de los mandos únicos ha dado resultados positivos, debido a que tanto los jefes como los integrantes de las policías son elegidos bajo determinados perfiles para hacer frente a las situaciones en las cuales se requiere de capacidades y conocimientos especializados, y con mayores recursos.

Así es que tratar de someter a consulta un asunto de este tipo como lo pretende Blanco, argumentando que la gente lo exige, es ir demasiado lejos al presentarse como vocero de una mayoría que está muy lejos de tenerla. No obstante, la medida ya la instrumentó el Gobierno estatal en Cuernavaca y en muchos municipios más, lo que seguramente acelerará su puesta en marcha en varios Estados aparte de Morelos. Querer invocar a la democracia en cosas tan delicadas como la que nos ocupa, simplemente no ha lugar.

Para los que no somos avezados en estas materias, deberemos dar el beneficio de la duda al Estado y a aquellos legisladores que las aprobaron, para que se lleven a cabo acciones que hasta ahora no se habían dado, pues las anteriores no han tenido los efectos esperados; por lo que bien vale también la pena redefinir la famosa soberanía municipal en estas situaciones, porque ya no son de excepción.