/ miércoles 6 de julio de 2016

Reciben italianos restos de sus familiares asesinados en atentado de Bangladesh

ROMA, Italia. (OEM-Informex).- Escenas de dolor y conmoción difíciles de comentar. Los nueve féretros con los restos de los italianos asesinados con inaudita crueldad en el atentado del viernes pasado en Daca, Bangladesh, aterrizaron a bordo de un avión militar en el aeropuerto de Ciampino, en la periferia de la Ciudad Eterna. Aquí fueron expuestos en la pista para recibir el conmovedor abrazo de sus familiares. Al lado de ellos estaba el presidente de la República, Sergio Mattarella, quien había regresado pocas horas antes de México, donde cumplió su primera visita de Estado en América Latina, una gira que se vio obligado a suspender a causa de la tragedia.

Las féretros con los cuerpos de la peor tragedia de civiles italianos víctimas de atentados terroristas después del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, estaban envueltos en la bandera tricolor de este país, que llora nuevamente por la sangre inocente derramada por mano de la ciega violencia del extremismo islámico.

Tras descender del avión de la aeronáutica milita, los ataúdes fueron alineados en la pista de la terminal aérea para recibir en primer lugar un breve, silencioso, pero emotivo homenaje del jefe de Estado, quien prefirió dejar todo el espacio posible a los familiares de las víctimas, los cuales, devastados por un comprensible dolor, dieron el último saludo a sus respectivos difuntos, antes de que éstos fueran trasladados a un hospital de Roma donde se llevó a cabo la autopsia.

Sucesivamente, las nueve víctimas efectuarán su último viaje, a sus respectivas ciudades de origen, donde recibirán sepultura y el homenaje, no solo de amigos y conocidos, sino de toda la población.

Entre los parientes de las víctimas también estaba Gianni Boschetti, testigo directo del atentado y que se salvó milagrosamente gracias a una llamada telefónica que recibió instantes antes de que se desatara el infierno en el restaurante, teatro de la masacre. Para poder comunicar mejor salió al jardín y en ese momento llegó el comando iniciando a disparar, matando a 22 personas entre las cuales estaba su esposa Claudia D’Antona.

“Me escondí detrás de una mata y allí permanecí toda la noche, casi siete horas, aterrorizado, mientras que Claudia y los demás eran torturados y asesinados... ahora tengo un sentimiento de culpa...”, afirmó Boschetti, quien fue uno de los primeros en dar la alarma, llamando al embajador italiano en Daca, Mario Palma.

ROMA, Italia. (OEM-Informex).- Escenas de dolor y conmoción difíciles de comentar. Los nueve féretros con los restos de los italianos asesinados con inaudita crueldad en el atentado del viernes pasado en Daca, Bangladesh, aterrizaron a bordo de un avión militar en el aeropuerto de Ciampino, en la periferia de la Ciudad Eterna. Aquí fueron expuestos en la pista para recibir el conmovedor abrazo de sus familiares. Al lado de ellos estaba el presidente de la República, Sergio Mattarella, quien había regresado pocas horas antes de México, donde cumplió su primera visita de Estado en América Latina, una gira que se vio obligado a suspender a causa de la tragedia.

Las féretros con los cuerpos de la peor tragedia de civiles italianos víctimas de atentados terroristas después del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, estaban envueltos en la bandera tricolor de este país, que llora nuevamente por la sangre inocente derramada por mano de la ciega violencia del extremismo islámico.

Tras descender del avión de la aeronáutica milita, los ataúdes fueron alineados en la pista de la terminal aérea para recibir en primer lugar un breve, silencioso, pero emotivo homenaje del jefe de Estado, quien prefirió dejar todo el espacio posible a los familiares de las víctimas, los cuales, devastados por un comprensible dolor, dieron el último saludo a sus respectivos difuntos, antes de que éstos fueran trasladados a un hospital de Roma donde se llevó a cabo la autopsia.

Sucesivamente, las nueve víctimas efectuarán su último viaje, a sus respectivas ciudades de origen, donde recibirán sepultura y el homenaje, no solo de amigos y conocidos, sino de toda la población.

Entre los parientes de las víctimas también estaba Gianni Boschetti, testigo directo del atentado y que se salvó milagrosamente gracias a una llamada telefónica que recibió instantes antes de que se desatara el infierno en el restaurante, teatro de la masacre. Para poder comunicar mejor salió al jardín y en ese momento llegó el comando iniciando a disparar, matando a 22 personas entre las cuales estaba su esposa Claudia D’Antona.

“Me escondí detrás de una mata y allí permanecí toda la noche, casi siete horas, aterrorizado, mientras que Claudia y los demás eran torturados y asesinados... ahora tengo un sentimiento de culpa...”, afirmó Boschetti, quien fue uno de los primeros en dar la alarma, llamando al embajador italiano en Daca, Mario Palma.