/ sábado 15 de julio de 2017

Red Compartida… inclusión y justicia social

Es cierto que la gran mayoría de los mexicanos poco nos detenemos o reflexionamos ante los cambios o transformaciones que nos imponen las grandes obras. Nos molesta, nos hace protestar en privado, incluso lanzarnos a las calles a la protesta pública, las situaciones que nos dañan o entorpecen la vida en el día a día. Pero una vez logrado el objetivo, eliminado de nuestro andar el estorbo, nos adaptamos muy rápido a lo nuevo y nuestra tendencia es a olvidar lo malo. El mexicano “bronco” volverá a despertar ante nuevos retos o situaciones que vuelvan a dañarnos. Es así, parte de la naturaleza humana.

Vale la breve reflexión para subrayar una “molestia” pública, eliminada hoy con una gran acción del estado mexicano, cuyos beneficios se han integrado muy rápido a la normalidad de la vida cotidiana y ya los disfrutamos casi sin detenernos a analizarlos: la Red Compartida, proyecto que impulsó el gobierno del presidente Peña Nieto y que operó eficazmente la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, con la intervención de los legisladores.

La Red Compartida contempla la construcción de nueva infraestructura, entre torres de transmisión, de repetición, cableado e instalación de equipos que ya están siendo utilizados por todos los operadores de los servicios de telecomunicaciones, que les está permitiendo ofrecer mejores servicios de voz y datos con calidad y mayor alcance.

Al común de los mexicanos no nos dice mucho que una característica de la Red Compartida sea la de optimizar el uso del espectro asignado (banda 700 MHz), pero sí que sus objetivos sean los de aumentar la cobertura de los servicios de telecomunicaciones, promover precios competitivos y elevar la calidad de los servicios estándares internacionales.

Subrayemos el más común de los beneficios: el uso del celular. Con esta Red Compartida (que operará el consorcio Altán Redes SAPI, ganador de la licitación pública e invertirá más de siete mil millones dólares en los 20 años de vigencia del proyecto) el 92.2% de la población de todo el territorio nacional tendrá cobertura. Usted o yo podremos hablar por nuestro teléfono móvil prácticamente desde cualquier punto del país sin problema alguno.

Hoy día, aunque este proyecto de Red Compartida ya está en marcha y avanza, todavía hay lugares en los que nuestro teléfono “muere” y quedamos incomunicados. Para el año próximo la cobertura llegará a un 30 por ciento de la población y hacia el 2024 se llegará a la meta de casi el ciento por ciento.

El mayor beneficio, sin embargo, es que la Red Compartida garantiza (y ya los estamos viviendo) precios más bajos al consumidor. Hoy ya no pagamos llamadas de larga distancia y las compañías telefónicas nos ofertan cada día más, mejores y más económicos planes. Esa es la competencia que genera la Red Compartida y que, al final de la cadena, a quien beneficia es a más mexicanos.

Es fabuloso que ya hoy mexicanos de bajos ingresos, que hasta antes de esta reforma en las telecomunicaciones que permitió proyectos como el de Red Compartida, no tenían acceso a la compra de un teléfono móvil para estar comunicados con sus familiares y amigos, hoy ya cuenten con este servicio porque los bajos precios originados por la competencia los está beneficiando.

Es exactamente una reforma, un proyecto de inclusión social. Tener un teléfono móvil o celular ya no es cosa de “ricos” sino un servicio que impulsa el Estado mexicano, su gobierno, para beneficios de sus habitantes.

Vuelvo al término: esto es justicia social. Emparejar el terreno para que todos se beneficien por igual. Senador de la República.

Es cierto que la gran mayoría de los mexicanos poco nos detenemos o reflexionamos ante los cambios o transformaciones que nos imponen las grandes obras. Nos molesta, nos hace protestar en privado, incluso lanzarnos a las calles a la protesta pública, las situaciones que nos dañan o entorpecen la vida en el día a día. Pero una vez logrado el objetivo, eliminado de nuestro andar el estorbo, nos adaptamos muy rápido a lo nuevo y nuestra tendencia es a olvidar lo malo. El mexicano “bronco” volverá a despertar ante nuevos retos o situaciones que vuelvan a dañarnos. Es así, parte de la naturaleza humana.

Vale la breve reflexión para subrayar una “molestia” pública, eliminada hoy con una gran acción del estado mexicano, cuyos beneficios se han integrado muy rápido a la normalidad de la vida cotidiana y ya los disfrutamos casi sin detenernos a analizarlos: la Red Compartida, proyecto que impulsó el gobierno del presidente Peña Nieto y que operó eficazmente la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, con la intervención de los legisladores.

La Red Compartida contempla la construcción de nueva infraestructura, entre torres de transmisión, de repetición, cableado e instalación de equipos que ya están siendo utilizados por todos los operadores de los servicios de telecomunicaciones, que les está permitiendo ofrecer mejores servicios de voz y datos con calidad y mayor alcance.

Al común de los mexicanos no nos dice mucho que una característica de la Red Compartida sea la de optimizar el uso del espectro asignado (banda 700 MHz), pero sí que sus objetivos sean los de aumentar la cobertura de los servicios de telecomunicaciones, promover precios competitivos y elevar la calidad de los servicios estándares internacionales.

Subrayemos el más común de los beneficios: el uso del celular. Con esta Red Compartida (que operará el consorcio Altán Redes SAPI, ganador de la licitación pública e invertirá más de siete mil millones dólares en los 20 años de vigencia del proyecto) el 92.2% de la población de todo el territorio nacional tendrá cobertura. Usted o yo podremos hablar por nuestro teléfono móvil prácticamente desde cualquier punto del país sin problema alguno.

Hoy día, aunque este proyecto de Red Compartida ya está en marcha y avanza, todavía hay lugares en los que nuestro teléfono “muere” y quedamos incomunicados. Para el año próximo la cobertura llegará a un 30 por ciento de la población y hacia el 2024 se llegará a la meta de casi el ciento por ciento.

El mayor beneficio, sin embargo, es que la Red Compartida garantiza (y ya los estamos viviendo) precios más bajos al consumidor. Hoy ya no pagamos llamadas de larga distancia y las compañías telefónicas nos ofertan cada día más, mejores y más económicos planes. Esa es la competencia que genera la Red Compartida y que, al final de la cadena, a quien beneficia es a más mexicanos.

Es fabuloso que ya hoy mexicanos de bajos ingresos, que hasta antes de esta reforma en las telecomunicaciones que permitió proyectos como el de Red Compartida, no tenían acceso a la compra de un teléfono móvil para estar comunicados con sus familiares y amigos, hoy ya cuenten con este servicio porque los bajos precios originados por la competencia los está beneficiando.

Es exactamente una reforma, un proyecto de inclusión social. Tener un teléfono móvil o celular ya no es cosa de “ricos” sino un servicio que impulsa el Estado mexicano, su gobierno, para beneficios de sus habitantes.

Vuelvo al término: esto es justicia social. Emparejar el terreno para que todos se beneficien por igual. Senador de la República.