/ domingo 4 de octubre de 2015

Sacerdote polaco se declara homosexual / Jorge Sandoval G.

Por Jorge Sandoval G / El Sol de México

Corresponsal

CIUDAD DEL VATICANO. (OEM-Informex).- Divorciados vueltos a casar, que por lo tanto no pueden comulgar, y la situación de las parejas y de las uniones homosexuales. Dos temas muy delicados para la Iglesia -que serán ampliamente debatidos en el Sínodo Ordinario de Obispos sobre la Familia que será inaugurado hoy por el papa Francisco- podrían quedar relegados a un nivel secundario de frente a la “bomba” estallada en el interior de la misma Iglesia con las declaraciones de un destacado monseñor polaco, Krzystof Charamsa, quien en la víspera de la Cumbre Mundial de los Obispos confesó ser homosexual, tener una pareja y vivir feliz.

Se podría decir que la Iglesia, justamente preocupada por la compleja, difícil y muy a menudo grave situación que vive la familia católica en el mundo, se enfrenta ahora, de manera totalmente imprevista, una vez más, a serios problemas dentro de su propia casa.

Efectivamente, de manera absolutamente inusual, un monseñor, teólogo y reconocido profesor en institutos pontificios, reveló públicamente su homosexualidad, exhortó a su Iglesia a “abrir los ojos” de frente a la realidad y confirmó la existencia de “muchísimos” gay en el clero y en el Vaticano.

Monseñor Charamsa, de 43 años, no es un sacerdote “cualquiera”: es profesor de teología en la Pontificia Universidad Gregoriana y en la Pontificia Universidad “Regina Apostolorum”. Y no solo eso, también es funcionario de la Congregación para la Doctrina de la Fe y secretario adjunto de la Comisión Teológica Internacional del Vaticano.

Como era de esperarse, la ira del Vaticano desembocó en la inmediata decisión de ‘correr’ al monseñor homosexual de todos sus importantes cargos dentro de la institución.

Monseñor Charamsa “no podrá seguir desempeñando sus tareas en la Congregación para la Doctrina de la Fe y en las Universidades pontificias”, declaró el vocero papal, padre Federico Lombardi. Y por lo que se refiere a su situación como eclesiástico, el portavoz dijo que la decisión corresponde a los obispos superiores de su diócesis. A este respecto, es seguro que Charamsa será reducido al estado laical, es decir ya no podrá ejercer la función de sacerdote.

“Quiere decir que buscaré un trabajo”, afirmó el prelado polaco.

La confesión del monseñor, que está desde hace 17 años en Roma, “es una grave e irresponsable decisión, en vísperas del Sínodo sobre la familia, que tiende a someter a la asamblea sinodal a una indebida presión mediática”, subrayó Lombardi.

“Al Sínodo –respondió Charamsa– quiero decir que el amor homosexual es un amor que tiene necesidad de la familia. Cada persona –precisó– también los gay, las lesbianas o los transexuales llevan en su corazón un deseo de amor y familiaridad”. Y agregó: “dedico esta confesión a los tantísimos sacerdotes homosexuales que no tienen la fuerza para salir del ropero”. Y la Iglesia, a su vez “tiene que abrir los ojos” ante esta realidad.

Al preguntarle si también en el Vaticano hay tantísimos gay, el prelado respondió afirmativamente, precisando que “en toda sociedad integrada solamente por hombres, hay más homosexuales que en el mundo como tal”.

Y no solo eso. Acusó con inaudita dureza a la Congregación para la Doctrina de la Fe (ex Santo Oficio), donde hasta ayer había trabajado. “Es el corazón de la homofobia, de la Iglesia Católica, una homofobia exasperada y paranoica”. Esta congregación se encarga de hacer respetar la ortodoxia de la doctrina de la Iglesia.

“Quiero que la Iglesia y mi comunidad sepan quién soy: un sacerdote homosexual, feliz y orgulloso de su propia identidad. Estoy dispuesto a pagar las consecuencias, pero ha llegado el momento de que la Iglesia abra los ojos de frente a los gay creyentes y entienda que la solución que propone a estas personas, es decir, la abstinencia total de la vida del amor, es inhumano”, confesó el viernes monseñor Charamsa, en una entrevista al “Corriere della Sera” (el cotidiano de mayor difusión en Italia), dando lugar a este nuevo “sismo” en la Iglesia.

¿Por qué decidió hacer esta confesión?, le preguntaron.

“Llega un día en el que algo se rompe dentro de ti y ya no puedes seguir soportando. Yo solo me habría perdido en la pesadilla de mi homosexualidad negada, pero Dios nunca nos deja solos. Y creo que ahora me ha llevado a tomar esta decisión existencial tan fuerte... fuerte por sus consecuencias, aunque debería se la más simple para cada homosexual, es decir, la premisa para vivir coherentemente, considerando ya tenemos mucho retraso y no es posible esperar otros cincuenta años...”.

¿Qué piensa obtener?

“Creo que en la Iglesia no conocemos la homosexualidad porque no conocemos a los homosexuales. Están por todos lados, pero nunca los hemos visto en los ojos, porque raramente ellos dicen quienes son... Quisiera que mi historia sacuda un poco la conciencia de la Iglesia, y al Papa revelaré personalmente mi identidad a través de una carta”. ¿Con quién está el Papa en tema de homosexuales?

Por otra parte, esta pregunta, protegiéndose en el anonimato, se la plantean varios de los obispos ya presentes en Roma en vista del Sínodo sobre la familia, que empieza hoy.

El hecho es el siguiente: Durante su reciente visita a Washington, Francisco se reunió, entre otros, con Kim Davis, una funcionaria de un condado de Kentucky, encarcelada cinco días por haberse negado a emitir licencias de matrimonio a parejas homosexuales y a quien habría elogiado y estimulado (“sigue adelante”, “sé fuerte”). Además, en el vuelo de regreso a Roma Francisco defendió el “derecho a la objeción” de los funcionarios públicos de frente a una decisión que consideren contraria a su conciencia.

El hecho fue considerado como la señal de una cierta contrariedad por parte del Papa acerca de las uniones y en particular del matrimonio entre personas del mismo sexo.

Sin embargo, el Vaticano, reduciendo drásticamente la importancia del evento, se apresuro a subrayar que dicho encuentro fue “muy breve” y que no debía considerarse “una forma de apoyo a su posición” (de Kim Davis), agregando que Davis fue solo una de las decenas de personas a quienes el Papa saludó durante pocos minutos.

Y significativamente, puntualizó: “el único encuentro real” que Francisco sostuvo en Washington fue con un viejo amigo suyo y con su familia. Este amigo, como revelaron también las sucesivas imágenes televisivas, era Yayo Grassi, un exalumno homosexual argentino del Papa, el cual se presentó a Francisco acompañado por su pareja.

¿Cuál es la verdad?.. ¿El Papa es favorable o contrario a las uniones y, en particular, a los matrimonios homosexuales? La duda, tal vez también por la que podría ser una confusa y poco precisa comunicación por parte del Vaticano, es inevitable entre muchos obispos y entre muchos simples fieles católicos que así lo expresan a través de las redes sociales.

Por Jorge Sandoval G / El Sol de México

Corresponsal

CIUDAD DEL VATICANO. (OEM-Informex).- Divorciados vueltos a casar, que por lo tanto no pueden comulgar, y la situación de las parejas y de las uniones homosexuales. Dos temas muy delicados para la Iglesia -que serán ampliamente debatidos en el Sínodo Ordinario de Obispos sobre la Familia que será inaugurado hoy por el papa Francisco- podrían quedar relegados a un nivel secundario de frente a la “bomba” estallada en el interior de la misma Iglesia con las declaraciones de un destacado monseñor polaco, Krzystof Charamsa, quien en la víspera de la Cumbre Mundial de los Obispos confesó ser homosexual, tener una pareja y vivir feliz.

Se podría decir que la Iglesia, justamente preocupada por la compleja, difícil y muy a menudo grave situación que vive la familia católica en el mundo, se enfrenta ahora, de manera totalmente imprevista, una vez más, a serios problemas dentro de su propia casa.

Efectivamente, de manera absolutamente inusual, un monseñor, teólogo y reconocido profesor en institutos pontificios, reveló públicamente su homosexualidad, exhortó a su Iglesia a “abrir los ojos” de frente a la realidad y confirmó la existencia de “muchísimos” gay en el clero y en el Vaticano.

Monseñor Charamsa, de 43 años, no es un sacerdote “cualquiera”: es profesor de teología en la Pontificia Universidad Gregoriana y en la Pontificia Universidad “Regina Apostolorum”. Y no solo eso, también es funcionario de la Congregación para la Doctrina de la Fe y secretario adjunto de la Comisión Teológica Internacional del Vaticano.

Como era de esperarse, la ira del Vaticano desembocó en la inmediata decisión de ‘correr’ al monseñor homosexual de todos sus importantes cargos dentro de la institución.

Monseñor Charamsa “no podrá seguir desempeñando sus tareas en la Congregación para la Doctrina de la Fe y en las Universidades pontificias”, declaró el vocero papal, padre Federico Lombardi. Y por lo que se refiere a su situación como eclesiástico, el portavoz dijo que la decisión corresponde a los obispos superiores de su diócesis. A este respecto, es seguro que Charamsa será reducido al estado laical, es decir ya no podrá ejercer la función de sacerdote.

“Quiere decir que buscaré un trabajo”, afirmó el prelado polaco.

La confesión del monseñor, que está desde hace 17 años en Roma, “es una grave e irresponsable decisión, en vísperas del Sínodo sobre la familia, que tiende a someter a la asamblea sinodal a una indebida presión mediática”, subrayó Lombardi.

“Al Sínodo –respondió Charamsa– quiero decir que el amor homosexual es un amor que tiene necesidad de la familia. Cada persona –precisó– también los gay, las lesbianas o los transexuales llevan en su corazón un deseo de amor y familiaridad”. Y agregó: “dedico esta confesión a los tantísimos sacerdotes homosexuales que no tienen la fuerza para salir del ropero”. Y la Iglesia, a su vez “tiene que abrir los ojos” ante esta realidad.

Al preguntarle si también en el Vaticano hay tantísimos gay, el prelado respondió afirmativamente, precisando que “en toda sociedad integrada solamente por hombres, hay más homosexuales que en el mundo como tal”.

Y no solo eso. Acusó con inaudita dureza a la Congregación para la Doctrina de la Fe (ex Santo Oficio), donde hasta ayer había trabajado. “Es el corazón de la homofobia, de la Iglesia Católica, una homofobia exasperada y paranoica”. Esta congregación se encarga de hacer respetar la ortodoxia de la doctrina de la Iglesia.

“Quiero que la Iglesia y mi comunidad sepan quién soy: un sacerdote homosexual, feliz y orgulloso de su propia identidad. Estoy dispuesto a pagar las consecuencias, pero ha llegado el momento de que la Iglesia abra los ojos de frente a los gay creyentes y entienda que la solución que propone a estas personas, es decir, la abstinencia total de la vida del amor, es inhumano”, confesó el viernes monseñor Charamsa, en una entrevista al “Corriere della Sera” (el cotidiano de mayor difusión en Italia), dando lugar a este nuevo “sismo” en la Iglesia.

¿Por qué decidió hacer esta confesión?, le preguntaron.

“Llega un día en el que algo se rompe dentro de ti y ya no puedes seguir soportando. Yo solo me habría perdido en la pesadilla de mi homosexualidad negada, pero Dios nunca nos deja solos. Y creo que ahora me ha llevado a tomar esta decisión existencial tan fuerte... fuerte por sus consecuencias, aunque debería se la más simple para cada homosexual, es decir, la premisa para vivir coherentemente, considerando ya tenemos mucho retraso y no es posible esperar otros cincuenta años...”.

¿Qué piensa obtener?

“Creo que en la Iglesia no conocemos la homosexualidad porque no conocemos a los homosexuales. Están por todos lados, pero nunca los hemos visto en los ojos, porque raramente ellos dicen quienes son... Quisiera que mi historia sacuda un poco la conciencia de la Iglesia, y al Papa revelaré personalmente mi identidad a través de una carta”. ¿Con quién está el Papa en tema de homosexuales?

Por otra parte, esta pregunta, protegiéndose en el anonimato, se la plantean varios de los obispos ya presentes en Roma en vista del Sínodo sobre la familia, que empieza hoy.

El hecho es el siguiente: Durante su reciente visita a Washington, Francisco se reunió, entre otros, con Kim Davis, una funcionaria de un condado de Kentucky, encarcelada cinco días por haberse negado a emitir licencias de matrimonio a parejas homosexuales y a quien habría elogiado y estimulado (“sigue adelante”, “sé fuerte”). Además, en el vuelo de regreso a Roma Francisco defendió el “derecho a la objeción” de los funcionarios públicos de frente a una decisión que consideren contraria a su conciencia.

El hecho fue considerado como la señal de una cierta contrariedad por parte del Papa acerca de las uniones y en particular del matrimonio entre personas del mismo sexo.

Sin embargo, el Vaticano, reduciendo drásticamente la importancia del evento, se apresuro a subrayar que dicho encuentro fue “muy breve” y que no debía considerarse “una forma de apoyo a su posición” (de Kim Davis), agregando que Davis fue solo una de las decenas de personas a quienes el Papa saludó durante pocos minutos.

Y significativamente, puntualizó: “el único encuentro real” que Francisco sostuvo en Washington fue con un viejo amigo suyo y con su familia. Este amigo, como revelaron también las sucesivas imágenes televisivas, era Yayo Grassi, un exalumno homosexual argentino del Papa, el cual se presentó a Francisco acompañado por su pareja.

¿Cuál es la verdad?.. ¿El Papa es favorable o contrario a las uniones y, en particular, a los matrimonios homosexuales? La duda, tal vez también por la que podría ser una confusa y poco precisa comunicación por parte del Vaticano, es inevitable entre muchos obispos y entre muchos simples fieles católicos que así lo expresan a través de las redes sociales.