/ sábado 3 de octubre de 2015

Salario mínimo se generaliza / Horizonte Económico / Luis G. Álvarez Tostado Valdivia

No hay que asustarse por el nombre de la columna, pareciera que a todos nos pagarían el salario mínimo, lo cual implicaría que de acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), estaríamos todos por debajo de la línea de ingreso que define la pobreza, es decir, todos seríamos pobres si nuestro salario fuera el mínimo.

Realmente el significado del nombre de esta publicación hace referencia a que el pasado jueves primero de octubre, y de acuerdo con un comunicado de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos, se realizó una homologación del salario mínimo en territorio nacional.

Haciendo un poco de historia hasta el 2012 existían tres zonas económicas (A, B y C), en enero del 2013 se homologaron la zona A y la B con un solo salario, dejando únicamente la zona C que se convirtió en zona B con diferente nivel salarial.

En el 2015, el salario que se pagó en la zona B en el mes de enero era de 66.45 pesos y de abril a septiembre fue de 68.28 pesos por día (ocho horas laborables), por lo que al mes, se pagó 2,048.40 pesos, mientras que en la zona A se paga 70.10 pesos por día, lo que significa 2,103 pesos por mes, es decir, una diferencia de 54.60 pesos al mes.

Considerando la tendencia de la inflación implicaría un incremento real del 4.1 por ciento en el salario mínimo.

Algunas otras referencias para checar el impacto de este incremento, considerando datos del INEGI al mes de junio es que hay 120.8 millones de personas en el país, de las cuales 52.6 se considera población económicamente activa, 50.3 están ocupadas y 2.3 desocupadas, por lo que la tasa de desocupación es de 4.3.

Si el 15.1 por ciento de la población ocupada gana el salario mínimo, esto significa que cerca de 7.6 trabajadores reciben un salario mínimo, considerando que la zona que sufrió un ajuste no es la más densamente poblada, ni en donde existen más trabajadores, es probable que menos de 3 millones de personas sean las beneficiadas con este ajuste.

Se han dado varios argumentos a partir de ese aumento del salario mínimo, desde aquellos que dicen que el consumo se va a dinamizar hasta los que señalan que esto provocará un aumento en el mercado interno.

Si bien es cierto que los trabajadores que ganan el salario mínimo, no ahorran, es decir, todo lo consumen, esto abona a que el consumo aumentará, pero, si tomamos en cuenta que son pocos los trabajadores que ganan este salario y que el importe absoluto del incremento mensual es raquítico se puede estimar que el consumo aumentara en 164.8 millones de pesos, lo que no es significativo para el mercado interno, un evento como el buen fin o los gastos de Navidad son muy superiores a este efecto, por lo que no es significativo el aumento para poder decir que hay un gran beneficio en la economía.

Es importante señalar que no se ha realizado la tarea de desindexar, es decir, quitar como referencia el salario mínimo, como el pago de las casas del Infonavit, las multas de tránsito, el pago del predial, en donde siempre se habla de que se ajustarán de acuerdo al salario mínimo, o que son “x” número de salarios mínimos, esto ha provocado entre otras cosas amarrar al salario mínimo, pues si sufre un incremento importante se vuelve inflacionario no únicamente por el salario, sino por todo lo que está indexado a este, hay que poner otra referencia en las leyes y normatividad, esto es, trabajo de los legisladores,  un requisito para poder dar un incremento mayor a los salarios mínimos.

Por su parte, Miguel Mancera, jefe de Gobierno del DF, propuso que para el 2018 el salario mínimo fuera de 171 pesos, es decir, un incremento del 243 por ciento en tres años, lo cual fue muy criticado por el sector privado, pero definitivamente ayudó políticamente para que se diera este primer ajuste.

No obstante, la homologación que se dio esta semana en el salario mínimo, México es uno de los tres países con más bajo salario en la región latinoamericana, queda claro que este aumento no será un impulso determinante ni en el consumo ni en el mercado interno, ni mucho menos a la disminución de la pobreza.

Ojalá que este sea el inicio de un ajuste mayor y paulatino para lograr que sí se dinamice el mercado interno y sobretodo se refleje en el bolsillo y el bienestar de los trabajadores y en una economía más dinámica. gerardo_tostado@yahoo.com.mx

Sígueme en twitter@gerastostado

No hay que asustarse por el nombre de la columna, pareciera que a todos nos pagarían el salario mínimo, lo cual implicaría que de acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), estaríamos todos por debajo de la línea de ingreso que define la pobreza, es decir, todos seríamos pobres si nuestro salario fuera el mínimo.

Realmente el significado del nombre de esta publicación hace referencia a que el pasado jueves primero de octubre, y de acuerdo con un comunicado de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos, se realizó una homologación del salario mínimo en territorio nacional.

Haciendo un poco de historia hasta el 2012 existían tres zonas económicas (A, B y C), en enero del 2013 se homologaron la zona A y la B con un solo salario, dejando únicamente la zona C que se convirtió en zona B con diferente nivel salarial.

En el 2015, el salario que se pagó en la zona B en el mes de enero era de 66.45 pesos y de abril a septiembre fue de 68.28 pesos por día (ocho horas laborables), por lo que al mes, se pagó 2,048.40 pesos, mientras que en la zona A se paga 70.10 pesos por día, lo que significa 2,103 pesos por mes, es decir, una diferencia de 54.60 pesos al mes.

Considerando la tendencia de la inflación implicaría un incremento real del 4.1 por ciento en el salario mínimo.

Algunas otras referencias para checar el impacto de este incremento, considerando datos del INEGI al mes de junio es que hay 120.8 millones de personas en el país, de las cuales 52.6 se considera población económicamente activa, 50.3 están ocupadas y 2.3 desocupadas, por lo que la tasa de desocupación es de 4.3.

Si el 15.1 por ciento de la población ocupada gana el salario mínimo, esto significa que cerca de 7.6 trabajadores reciben un salario mínimo, considerando que la zona que sufrió un ajuste no es la más densamente poblada, ni en donde existen más trabajadores, es probable que menos de 3 millones de personas sean las beneficiadas con este ajuste.

Se han dado varios argumentos a partir de ese aumento del salario mínimo, desde aquellos que dicen que el consumo se va a dinamizar hasta los que señalan que esto provocará un aumento en el mercado interno.

Si bien es cierto que los trabajadores que ganan el salario mínimo, no ahorran, es decir, todo lo consumen, esto abona a que el consumo aumentará, pero, si tomamos en cuenta que son pocos los trabajadores que ganan este salario y que el importe absoluto del incremento mensual es raquítico se puede estimar que el consumo aumentara en 164.8 millones de pesos, lo que no es significativo para el mercado interno, un evento como el buen fin o los gastos de Navidad son muy superiores a este efecto, por lo que no es significativo el aumento para poder decir que hay un gran beneficio en la economía.

Es importante señalar que no se ha realizado la tarea de desindexar, es decir, quitar como referencia el salario mínimo, como el pago de las casas del Infonavit, las multas de tránsito, el pago del predial, en donde siempre se habla de que se ajustarán de acuerdo al salario mínimo, o que son “x” número de salarios mínimos, esto ha provocado entre otras cosas amarrar al salario mínimo, pues si sufre un incremento importante se vuelve inflacionario no únicamente por el salario, sino por todo lo que está indexado a este, hay que poner otra referencia en las leyes y normatividad, esto es, trabajo de los legisladores,  un requisito para poder dar un incremento mayor a los salarios mínimos.

Por su parte, Miguel Mancera, jefe de Gobierno del DF, propuso que para el 2018 el salario mínimo fuera de 171 pesos, es decir, un incremento del 243 por ciento en tres años, lo cual fue muy criticado por el sector privado, pero definitivamente ayudó políticamente para que se diera este primer ajuste.

No obstante, la homologación que se dio esta semana en el salario mínimo, México es uno de los tres países con más bajo salario en la región latinoamericana, queda claro que este aumento no será un impulso determinante ni en el consumo ni en el mercado interno, ni mucho menos a la disminución de la pobreza.

Ojalá que este sea el inicio de un ajuste mayor y paulatino para lograr que sí se dinamice el mercado interno y sobretodo se refleje en el bolsillo y el bienestar de los trabajadores y en una economía más dinámica. gerardo_tostado@yahoo.com.mx

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