/ domingo 10 de enero de 2016

Saludos desde Berna, entre relojes, queso y chocolate | María Esther Estrada

ÁMSTERDAM, Holanda.- La capital suiza es una ciudad como de cuento que vive al ritmo que le marca "su" río, el Aar. Su centro histórico con sus anchísimas calles empedradas, sus fuentes, sus portales interminables, sus altas casas adosadas, sus iglesias y sus museos dejan huella en el visitante. Los osos, símbolo de la ciudad, son una constante que nos recuerda los orígenes de la villa.

En Berna encontramos todo lo que pensamos cuando tenemos a Suiza en mente: chocolates, relojes, quesos, bancos, arte, elegancia, orden, limpieza, seguridad, cultura y montañas nevadas (en la lejanía, eso sí). Pero descubrí que este país, cuyo nombre oficial es Confederación Helvética, es mucho más: sede de importantes empresas, cuna de innumerables inventos y de personajes famosos, pero de todo esto les hablaré más adelante.

Primero lo invito a pasear por el casco antiguo de esta ciudad, Patrimonio de la Humanidad desde 1983 gracias a su arquitectura medieval (tan bien) conservada a través de los siglos.

PARLAMENTO.

Berna

Está ubicada en una península bordeada por tres lados por el río Aar, que le servía tanto para el comercio como para protegerla de ataques. Fue fundada en 1191 por el duque Bertoldo V de Zähringen, quien le dio el nombre del primer animal que cazó, un oso (bär en alemán), cuyo nombre devino en Berna.

El primer castillo se levantó en el extremo de la península y se protegió por tierra con una muralla (1218). Conforme la ciudad fue creciendo se levantaron una segunda (1256) y una tercera murallas (1344) cada vez más amplias.

En 1504 un incendio destruyó la ciudad, que se volvió a levantar usando únicamente piedra arenisca. Los sótanos de las construcciones, que se utilizaban como almacenes para vino, ahora están ocupados por todo tipo de negocios, de acogedores cafés a teatros.

Berna, original-mente católica, se volvió protestante en 1528. En 1848 fue nombrada capital de la Confederación Helvética y por lo tanto sede del Gobierno federal. Desde entonces volvió a tener iglesias católicas. Aquí se encuentra el Parlamento, centro de la política nacional.

Hoy es una ciudad con 138 mil habitantes, o 360 mil si se considera la zona metropolitana. Su idioma oficial es el alemán, aunque la gente habla un dialecto alemán suizo. Su casco antiguo ocupa una lengua de tierra de apenas 1.4 kilómetros de largo por 500 metros de ancho.

Una de las características de esta ciudad son los 6 kilómetros de soportales donde se encuentran tiendas y restaurantes, galerías y boutiques en lo que se ha convertido en uno de los paseos comerciales cubiertos más grandes de Europa.

VISTA AÉREA del casco antiguo de Berna.

Qué ver y visitar

“Es la ciudad más hermosa que he visto jamás”, escribió Goethe en 1779 y le puedo asegurar que se conserva así.

Algo que no puede perderse es la Torre del Reloj cuyo reloj astronómico y el carrillón funcionan desde 1530 de la siguiente manera: 3 minutos antes de la hora canta un gallo; un bufón toca unas campanas mientras gira un carrusel con 7 osos; el gallo vuelve a cantar; Cronos gira un reloj de arena y con un bastón va marcando las campanadas que da una figura dorada en la cima de la torre; el gallo canta por tercera vez. Tuve oportunidad de ver el mecanismo: en un armazón de hierro forjadose encuentran 5 engranajes diferentes movidos por un péndulo, cuerdas y poleas que controlan todo. Así, sin modificaciones, ha funcionado casi 500 años ininterrumpidos.

RELOJ ASTRONÓMICO y figuras de la Torre del Reloj.

Para mirar el espectáculo le sugiero que llegue al pie de la torre unos 5 minutos antes de la hora y simplemente espere el momento admirando el reloj astronómico que le indica tanto la hora, el día de la semana, el mes, el signo del zodiaco e incluso la fase lunar.

A unos pasos de ahí encuentra la Casa de Einstein, donde vivió con su familia en 1905 cuando concibió su famosa Teoría Especial de la Relatividad. Aquí puede conocer su vida a grandes rasgos, mediante textos y un video. Es una buena opción para familiarizarse con él (www.einstein-bern.ch), pero nada comparado con el Museo Einstein, también en esta ciudad. Ese museo es una visita obligada si quiere conocer con detalle al hombre y al científico: su infancia, su juventud, sus matrimonios, sus amores (que no siempre coincidían), sus trabajos científicos, sus estancias en distintas ciudades europeas, su posición pacifista y sus años en Princeton. ¡Interesantísimo! www.einsteinmuseum.ch

El Palacio Federal (Bundeshaus), terminado en 1902, es sede del Gobierno suizo y del Parlamento. Vale la pena visitarlo y conocer los orígenes de la Confederación Helvética y los 26 cantones que la conforman. ¿Sabía usted que su lema nacional es “Uno para todos y todos para uno”? La plaza al frente se decora con 26 chorros de agua, mientras que desde su terraza, en la parte posterior se puede ver un recodo del río Aar y el Gurten, “la” montaña de Berna que bien vale un paseo.

El Ayuntamiento es un edificio elegante, de estilo gótico tardío, construido en piedra arenisca con techo de teja roja entre 1406 y 1415. Ahí sigue sesionando el Consejo de Berna cinco veces al año.

AYUNTAMIENTO E Iglesia de San Pedro y San Pablo.

Vistas espectaculares de la ciudad las tiene desde el jardín de la Universidad y desde los tres puentes que conectan el centro de Berna con el otro lado del río, especialmente el Kirchenfeldbrücke que le recomiendo caminar. Otra atalaya ideal se encuentra en el Jardín de las Rosas, donde además podrá admirar (en temporada) hasta 200 variedades de esa flor. Lo que me recuerda que el Jardín Botánico le permite conocer la vegetación alpina y de otras partes del mundo.

Chocolate

El Toblerone nació y se sigue produciendo en esta ciudad de la que se dice que en el siglo XIX sus calles amanecían cubiertas por polvo de chocolate. Pero permítame llevarlo conmigo a la Chocolatería Läderach, fundada en 1962, que produce 1.5 toneladas de chocolate al año y que tiene 33 “boutiques” en Suiza. Un paraíso para los amantes del buen chocolate, que ofrecen en pralinés, trufas, placas, para repostería y para beber. En la sucursal que visité una maestra chocolatera prepara pedidos especiales a la vista del público. En videos muestran a la clientela distintas etapas de la producción en la fábrica, que involucra mucho trabajo manual para hacer de cada pieza una obra de arte y una delicia para el paladar. Lo comprobé, mmmm. www.laederach.com

CHOCOLATERÍA LÄDERACH.

No es de extrañar que, en promedio, cada suizo consuma 11.7 kilos de chocolate al año.

Queda mucho que contarles, así que este reportaje continuará.

Cualquier comentario relacionado con este artículo, favor de dirigirlo a mestrada@elsoldemexico.com.mx

FOTOS: MARÍA ESTHER ESTRADA MA.

/arm

ÁMSTERDAM, Holanda.- La capital suiza es una ciudad como de cuento que vive al ritmo que le marca "su" río, el Aar. Su centro histórico con sus anchísimas calles empedradas, sus fuentes, sus portales interminables, sus altas casas adosadas, sus iglesias y sus museos dejan huella en el visitante. Los osos, símbolo de la ciudad, son una constante que nos recuerda los orígenes de la villa.

En Berna encontramos todo lo que pensamos cuando tenemos a Suiza en mente: chocolates, relojes, quesos, bancos, arte, elegancia, orden, limpieza, seguridad, cultura y montañas nevadas (en la lejanía, eso sí). Pero descubrí que este país, cuyo nombre oficial es Confederación Helvética, es mucho más: sede de importantes empresas, cuna de innumerables inventos y de personajes famosos, pero de todo esto les hablaré más adelante.

Primero lo invito a pasear por el casco antiguo de esta ciudad, Patrimonio de la Humanidad desde 1983 gracias a su arquitectura medieval (tan bien) conservada a través de los siglos.

PARLAMENTO.

Berna

Está ubicada en una península bordeada por tres lados por el río Aar, que le servía tanto para el comercio como para protegerla de ataques. Fue fundada en 1191 por el duque Bertoldo V de Zähringen, quien le dio el nombre del primer animal que cazó, un oso (bär en alemán), cuyo nombre devino en Berna.

El primer castillo se levantó en el extremo de la península y se protegió por tierra con una muralla (1218). Conforme la ciudad fue creciendo se levantaron una segunda (1256) y una tercera murallas (1344) cada vez más amplias.

En 1504 un incendio destruyó la ciudad, que se volvió a levantar usando únicamente piedra arenisca. Los sótanos de las construcciones, que se utilizaban como almacenes para vino, ahora están ocupados por todo tipo de negocios, de acogedores cafés a teatros.

Berna, original-mente católica, se volvió protestante en 1528. En 1848 fue nombrada capital de la Confederación Helvética y por lo tanto sede del Gobierno federal. Desde entonces volvió a tener iglesias católicas. Aquí se encuentra el Parlamento, centro de la política nacional.

Hoy es una ciudad con 138 mil habitantes, o 360 mil si se considera la zona metropolitana. Su idioma oficial es el alemán, aunque la gente habla un dialecto alemán suizo. Su casco antiguo ocupa una lengua de tierra de apenas 1.4 kilómetros de largo por 500 metros de ancho.

Una de las características de esta ciudad son los 6 kilómetros de soportales donde se encuentran tiendas y restaurantes, galerías y boutiques en lo que se ha convertido en uno de los paseos comerciales cubiertos más grandes de Europa.

VISTA AÉREA del casco antiguo de Berna.

Qué ver y visitar

“Es la ciudad más hermosa que he visto jamás”, escribió Goethe en 1779 y le puedo asegurar que se conserva así.

Algo que no puede perderse es la Torre del Reloj cuyo reloj astronómico y el carrillón funcionan desde 1530 de la siguiente manera: 3 minutos antes de la hora canta un gallo; un bufón toca unas campanas mientras gira un carrusel con 7 osos; el gallo vuelve a cantar; Cronos gira un reloj de arena y con un bastón va marcando las campanadas que da una figura dorada en la cima de la torre; el gallo canta por tercera vez. Tuve oportunidad de ver el mecanismo: en un armazón de hierro forjadose encuentran 5 engranajes diferentes movidos por un péndulo, cuerdas y poleas que controlan todo. Así, sin modificaciones, ha funcionado casi 500 años ininterrumpidos.

RELOJ ASTRONÓMICO y figuras de la Torre del Reloj.

Para mirar el espectáculo le sugiero que llegue al pie de la torre unos 5 minutos antes de la hora y simplemente espere el momento admirando el reloj astronómico que le indica tanto la hora, el día de la semana, el mes, el signo del zodiaco e incluso la fase lunar.

A unos pasos de ahí encuentra la Casa de Einstein, donde vivió con su familia en 1905 cuando concibió su famosa Teoría Especial de la Relatividad. Aquí puede conocer su vida a grandes rasgos, mediante textos y un video. Es una buena opción para familiarizarse con él (www.einstein-bern.ch), pero nada comparado con el Museo Einstein, también en esta ciudad. Ese museo es una visita obligada si quiere conocer con detalle al hombre y al científico: su infancia, su juventud, sus matrimonios, sus amores (que no siempre coincidían), sus trabajos científicos, sus estancias en distintas ciudades europeas, su posición pacifista y sus años en Princeton. ¡Interesantísimo! www.einsteinmuseum.ch

El Palacio Federal (Bundeshaus), terminado en 1902, es sede del Gobierno suizo y del Parlamento. Vale la pena visitarlo y conocer los orígenes de la Confederación Helvética y los 26 cantones que la conforman. ¿Sabía usted que su lema nacional es “Uno para todos y todos para uno”? La plaza al frente se decora con 26 chorros de agua, mientras que desde su terraza, en la parte posterior se puede ver un recodo del río Aar y el Gurten, “la” montaña de Berna que bien vale un paseo.

El Ayuntamiento es un edificio elegante, de estilo gótico tardío, construido en piedra arenisca con techo de teja roja entre 1406 y 1415. Ahí sigue sesionando el Consejo de Berna cinco veces al año.

AYUNTAMIENTO E Iglesia de San Pedro y San Pablo.

Vistas espectaculares de la ciudad las tiene desde el jardín de la Universidad y desde los tres puentes que conectan el centro de Berna con el otro lado del río, especialmente el Kirchenfeldbrücke que le recomiendo caminar. Otra atalaya ideal se encuentra en el Jardín de las Rosas, donde además podrá admirar (en temporada) hasta 200 variedades de esa flor. Lo que me recuerda que el Jardín Botánico le permite conocer la vegetación alpina y de otras partes del mundo.

Chocolate

El Toblerone nació y se sigue produciendo en esta ciudad de la que se dice que en el siglo XIX sus calles amanecían cubiertas por polvo de chocolate. Pero permítame llevarlo conmigo a la Chocolatería Läderach, fundada en 1962, que produce 1.5 toneladas de chocolate al año y que tiene 33 “boutiques” en Suiza. Un paraíso para los amantes del buen chocolate, que ofrecen en pralinés, trufas, placas, para repostería y para beber. En la sucursal que visité una maestra chocolatera prepara pedidos especiales a la vista del público. En videos muestran a la clientela distintas etapas de la producción en la fábrica, que involucra mucho trabajo manual para hacer de cada pieza una obra de arte y una delicia para el paladar. Lo comprobé, mmmm. www.laederach.com

CHOCOLATERÍA LÄDERACH.

No es de extrañar que, en promedio, cada suizo consuma 11.7 kilos de chocolate al año.

Queda mucho que contarles, así que este reportaje continuará.

Cualquier comentario relacionado con este artículo, favor de dirigirlo a mestrada@elsoldemexico.com.mx

FOTOS: MARÍA ESTHER ESTRADA MA.

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