/ domingo 21 de mayo de 2017

Se cumplieron cien días de trumpadas

Mismas que el mundo ha padecido desde que se instaló en la “Casa Blanca” el personaje cómico-siniestro, que señala al pueblo mexicano como la “caja de Pandora” de todos los males que aquejan a la sociedad enferma que gobierna, y que desde su campaña calificó a los inmigrantes mexicanos como corruptos, delincuentes y violadores que roban a los estadounidenses los trabajos que por derecho les pertenecen dentro y fuera de su país.

Ni duda cabe que es muy peculiar la conducción del gobierno por Donald Trump, iniciando con la obsesión por deshacerse de lo construido por su antecesor, incluidas instituciones consideradas verdaderos logros, como la Ley de Salud conocida como “Obamacare”, en riesgo de ser derogada en sus aspectos esenciales, si el Senado confirma la aprobación de la Cámara de Representantes de la Ley Estadounidense  del Cuidado de la Salud, propuesta por Donald. Con ello, se cancelarían los subsidios que le permiten a las personas  pobres acceder a una mejor cobertura de sus seguros médicos. Y si bien no entendemos fielmente qué es el Obamacare, hemos llegado a la convicción de que si lo desea Trump, entonces no es bueno para el mundo. Puesto que el electorado de nuestro vecino, puso los misiles nucleares en manos de un “niño malcriado”.

Desde luego que no estoy descubriendo el “café con leche”, al calificar a este fanfarrón encumbrado y soberbio como el racista, xenófobo y misógino que es, ni tampoco que efectivamente es el líder más visible de un amplio sector del pueblo norteamericano que  comparte su visión del mundo y sueña con “volver a ser grande” como país de blancos. Lo que en realidad es preocupante para México, pues parece que somos el primer bocado en su cadena alimenticia.

Con toda seguridad y a pesar de la burda estrategia que ha practicado siempre –pegar antes de negociar, para así ablandar- no faltarán aquellos que cataloguen sus palabras recientes como indicativo de un político que conforme avanza el tiempo está suavizando su discurso, sin embargo, muchos otros no pensamos así y aun cuando, el lobo hambriento cambie burdamente su apariencia feroz, metiéndose en una piel de oveja, no podrá ocultar su intención de devorarnos.

La desconfianza fue sembrada en nosotros desde el inicio de su campaña y por su evidente nula calidad moral, casi nadie creía en la llegada de este tiempo apocalíptico en el que por igual, nos sentimos seriamente amenazados y no solo por lo que piensa y actúa Donald Trump, sino más bien por lo que piensa la sociedad que lo convirtió en el hombre más poderoso de la tierra y demostró que los analistas políticos, también conocidos como “científicos sociales”, son más imprecisos que un prestidigitador de feria

En tales circunstancias, el silencio y la pasividad del mundo civilizado, pueden resultar fatales en el futuro inmediato. Pues tenemos en frente a un rabioso agresor con diarrea oral, que firme y rápidamente está pasando al terreno de los hechos, poniendo en peligro la estabilidad internacional, tan solo con sus estúpidas y groseras excentricidades.

Por lo pronto la construcción del muro, la intensificación de la deportación masiva de inmigrantes mexicanos, la renegociación del Tratado de Libre Comercio y la imposición de aranceles a los productos mexicanos destinados al consumo en los Estados Unidos, ya son una realidad que está tocando con fuerza a nuestra puerta. napoleonef@hotmail.com

Mismas que el mundo ha padecido desde que se instaló en la “Casa Blanca” el personaje cómico-siniestro, que señala al pueblo mexicano como la “caja de Pandora” de todos los males que aquejan a la sociedad enferma que gobierna, y que desde su campaña calificó a los inmigrantes mexicanos como corruptos, delincuentes y violadores que roban a los estadounidenses los trabajos que por derecho les pertenecen dentro y fuera de su país.

Ni duda cabe que es muy peculiar la conducción del gobierno por Donald Trump, iniciando con la obsesión por deshacerse de lo construido por su antecesor, incluidas instituciones consideradas verdaderos logros, como la Ley de Salud conocida como “Obamacare”, en riesgo de ser derogada en sus aspectos esenciales, si el Senado confirma la aprobación de la Cámara de Representantes de la Ley Estadounidense  del Cuidado de la Salud, propuesta por Donald. Con ello, se cancelarían los subsidios que le permiten a las personas  pobres acceder a una mejor cobertura de sus seguros médicos. Y si bien no entendemos fielmente qué es el Obamacare, hemos llegado a la convicción de que si lo desea Trump, entonces no es bueno para el mundo. Puesto que el electorado de nuestro vecino, puso los misiles nucleares en manos de un “niño malcriado”.

Desde luego que no estoy descubriendo el “café con leche”, al calificar a este fanfarrón encumbrado y soberbio como el racista, xenófobo y misógino que es, ni tampoco que efectivamente es el líder más visible de un amplio sector del pueblo norteamericano que  comparte su visión del mundo y sueña con “volver a ser grande” como país de blancos. Lo que en realidad es preocupante para México, pues parece que somos el primer bocado en su cadena alimenticia.

Con toda seguridad y a pesar de la burda estrategia que ha practicado siempre –pegar antes de negociar, para así ablandar- no faltarán aquellos que cataloguen sus palabras recientes como indicativo de un político que conforme avanza el tiempo está suavizando su discurso, sin embargo, muchos otros no pensamos así y aun cuando, el lobo hambriento cambie burdamente su apariencia feroz, metiéndose en una piel de oveja, no podrá ocultar su intención de devorarnos.

La desconfianza fue sembrada en nosotros desde el inicio de su campaña y por su evidente nula calidad moral, casi nadie creía en la llegada de este tiempo apocalíptico en el que por igual, nos sentimos seriamente amenazados y no solo por lo que piensa y actúa Donald Trump, sino más bien por lo que piensa la sociedad que lo convirtió en el hombre más poderoso de la tierra y demostró que los analistas políticos, también conocidos como “científicos sociales”, son más imprecisos que un prestidigitador de feria

En tales circunstancias, el silencio y la pasividad del mundo civilizado, pueden resultar fatales en el futuro inmediato. Pues tenemos en frente a un rabioso agresor con diarrea oral, que firme y rápidamente está pasando al terreno de los hechos, poniendo en peligro la estabilidad internacional, tan solo con sus estúpidas y groseras excentricidades.

Por lo pronto la construcción del muro, la intensificación de la deportación masiva de inmigrantes mexicanos, la renegociación del Tratado de Libre Comercio y la imposición de aranceles a los productos mexicanos destinados al consumo en los Estados Unidos, ya son una realidad que está tocando con fuerza a nuestra puerta. napoleonef@hotmail.com

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